La guerra de los precios del petróleo: una tregua momentánea

Finalmente Arabia Saudita y Rusia, así como la OPEP, acordaron importantes recortes en la producción de petróleo que llegan a los 10 millones de barriles de petróleo por día (bpd), es decir un 10% de la producción mundial. Fue un acuerdo muy trabajoso que requirió de mucha paciencia (pero...

Finalmente Arabia Saudita y Rusia, así como la OPEP, acordaron importantes recortes en la producción de petróleo que llegan a los 10 millones de barriles de petróleo por día (bpd), es decir un 10% de la producción mundial. Fue un acuerdo muy trabajoso que requirió de mucha paciencia (pero consumió un tiempo precioso) y que finalmente no fue acompañado por las economías del G20, donde Estados Unidos, Canadá, entre otros, emitieron declaraciones de respaldo, pero de compromisos concretos no hay nada.

Recordemos que la caída de los precios del petróleo que comenzó a fines de diciembre pasado, se agravó a partir de los primeros días de marzo de este año, tras la ruptura que se produjo entre Arabia Saudita y Rusia con relación a los recortes en la producción.

El 9 de marzo pasado el precio del crudo de Brent se desplomó como no sucedía hace treinta años; en pocos segundos desde la apertura de la bolsa de Nueva York, el barril cayó de 45 a 31 dólares, la más pronunciada desde 1991, ocurrida durante la llamada Guerra del Golfo.

Es claro que en Rusia se han preparado para aguantar precios del petróleo menores a 40 dólares por barril en el corto plazo, esto con el fin de no ceder cuotas de mercado a Estados Unidos, que se ha convertido en el mayor productor mundial gracias a la explotación del petróleo de esquisto.

Actualmente Arabia Saudita tiene capacidad para producir 12 millones de barriles por día (bpd), y lo estuvo haciendo desde la ruptura de principios de marzo, por encima de los casi 10 millones de bpd en los últimos meses. En marzo pasado Rusia produjo 11.3 millones de bpd. Ambos países por debajo de la producción de petróleo en EEUU, que superó los 12.6 millones de bpd a fines del año pasado.

¿Por qué nos interesa el comportamiento de estos países y también de sus empresas petroleras? Porque las decisiones que tomaron influyen de manera importante en los precios de petróleo y, como sabemos, los precios de nuestro gas de exportación están indexados a los precios del petróleo en el mercado internacional.

A quienes les disgusta la existencia de la empresa estatal del petróleo YPFB en Bolivia (y estuvieron de acuerdo en convertirla en "residual"), es bueno recordarles que la mayor empresa del mundo es una petrolera saudí: la estatal ARAMCO, que produce el 10% de todo el petróleo mundial y el año 2018 obtuvo beneficios por cien mil millones de euros. Desde fines de los años setenta del siglo pasado, es decir hace más de cuarenta años, es una empresa estatal. Se dirá que no nos podemos comparar con los niveles sauditas, pero lo que vale del ejemplo es que la gestión estatal de los hidrocarburos no es un pecado mortal, sino más bien es una herramienta para lograr los objetivos nacionales.

Para ejemplo nacional vale lo siguiente: los megacampos San Alberto y San Antonio, en el chaco tarijeño, fueron descubiertos entre 1990 y 1991 por la estatal YPFB, cuyos ingenieros y técnicos bolivianos dirigieron las labores exploratorias con éxito. Sus resultados aún alimentan la economía nacional. Ese camino no lo hemos retomado lastimosamente, en las últimas décadas, como se debiera.

En Rusia, la empresa líder es claramente GAZPROM, en la cual, bajo la forma de sociedad anónima, el estado ruso controla a través de agencias y compañías estatales el 50% de las acciones, esto en lo referido al gas. En el petróleo la compañía líder es ROSFNET, una de las mayores compañías petroleras del mundo que es también una sociedad anónima, en la cual el estado ruso controla más del 85% de las acciones.

ARAMCO, indicó el 16 de marzo pasado que estaba muy cómoda con el barril de petróleo a 30 dólares, y que aún con ese nivel de precios sus dividendos estaban asegurados. Al igual que en Rusia, la estrategia saudí es por participación de mercado.

Arabia Saudita, Rusia y también Estados Unidos (aunque no parezca) están enfrascados en una guerra de precios del petróleo (rusos y sauditas con los precios bajos sacan del mercado a los "fraqueros" norteamericanos), la cual se entrecruza con una reducción de la demanda producto de la cuarentena global por la pandemia del coronavirus.

Por ello, el acuerdo al que arribaron hoy (la tregua momentánea), que reduce un 10% la oferta, aún cuando Estados Unidos y otros productores aporten un 5% adicional ( lo cual todavía está por verse dado que no quedó claro en la reunión del G20), no hará que los precios suban significativamente este año. Sin embargo nos alejamos de los valores de 20 dólares el barril de Texas, y estaremos viendo cómo sube dificultosamente de 30 dólares en las próximas semanas.

Es muy revelador sin embargo, el nivel de comunicación y relativa coordinación que alcanzaron Rusia, Arabia Saudita, Estados Unidos y México, hasta alcanzar el difícil acuerdo. Revela la gravedad de la situación para cada una de las partes, pero también las dificultades para armonizar sus intereses. Por esto decimos que la tregua será momentánea. Sobre todo porque el impacto en los precios no es el que esperan.

Con relación a los precios, la agencia norteamericana EIA (Energy Information Administration) todavía pronostica que este año el promedio del valor del barril de petróleo WTI de Texas estará en 29 dólares. Si, 29 dólares. El Presupuesto General del Estado boliviano para 2020 se calculó con un precio estimado de 59 dólares. Las consecuencias de la reducción de precios saltan a la vista. El precio promedio estará en la mitad de lo presupuestado.

La misma agencia hace solo tres semanas pronosticaba 38 dólares; como se ve, el pesimismo también es contagioso. Esta reducción de precios es muy severa para todos los niveles de gobierno beneficiarios del IDH y Regalías y se sentirá fuertemente el segundo trimestre en todo el país.

¿Qué harán la estatal petrolera YPFB y el gobierno nacional al respecto? La gestión de la crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus exige con mayor razón definiciones claras, oportunas y agresivas sobre la industria del gas y del petróleo en el país y, por supuesto, sobre el conjunto de la economía nacional.

¿Cuál será la estrategia de YPFB? No existe ninguna señal. Podría, por ejemplo, empezar por transparentar la 8va. adenda del contrato GSA de compraventa de gas con el Brasil, o explicar cuáles serán ahora sus acciones en esta nueva situación, con los posibles compradores de gas boliviano, aparte de PETROBRAS, en el Brasil.

La crisis económica que se nos viene como un tsunami, se combina negativamente con la crisis sanitaria; necesitamos un acuerdo nacional para enfrentarla, con medidas creativas y audaces para proteger el consumo interno de lo que producimos en el país (hay una experiencia reciente con el uso del segundo aguinaldo; además de aprovechar esta oportunidad para producir en el país lo que se necesita para enfrentar la pandemia ); reducir importaciones suntuarias o innecesarias (derogación del decreto supremo que nos obliga a solo importar autos nuevos, lo que incrementó la fuga de divisas, y evitar extremos como la importación de placas de estuco, por ejemplo), así como una discusión a fondo del uso del ahorro nacional, son algunas de estas medidas.

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