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El 21F y “Bolivia Dijo No”: Una negativa para la defensa del Estado

Por: Bryan Mier El 21 de Febrero hace eco en las voces y memorias de muchos bolivianos, quienes optaron por preservar la integridad de la constitución y el Estado. Esta defensa de la democracia constituyó un hito de gran relevancia de oposición al Gobierno. Sin embargo, luego de tres años...

Por: Bryan Mier

El 21 de Febrero hace eco en las voces y memorias de muchos bolivianos, quienes optaron por preservar la integridad de la constitución y el Estado. Esta defensa de la democracia constituyó un hito de gran relevancia de oposición al Gobierno. Sin embargo, luego de tres años de promover esta narrativa y claras intenciones de parte del Gobierno por ignorarla debemos preguntarnos: ¿Es ésta la estrategia correcta?

Lamentablemente, el 21F y la premisa “Bolivia Dijo No” han dejado de representar el sentimiento social que una vez fueron capaces de evocar. Si bien representa ideas que deben defenderse y respetarse, sus limitaciones pueden tener un efecto contrario al intencionado, por las siguientes razones:

Constituye una reacción sin enfoque proactivo. Activistas y organizadores indican que toda estrategia de cambio debe ser proactiva y evitar responder a actitudes o estrategias demarcadas por el ente adversario. Sobre esto, el organizador Randy Shaw indica:

“Un enfoque proactivo asegura que la organización social dirija el debate público, forzando a la oposición a responder al clamor incesante por una reforma progresiva.”

Cuando analizamos el nacimiento de “Bolivia Dijo No” caemos en cuenta que el movimiento no es más que una reacción a la acción del Gobierno. Fue el Gobierno quien tomó la decisión de pisotear la voluntad popular y fue la población quien respondió con “Bolivia Dijo No.” Seguir con esta estrategia significa convertir la acción popular en una reacción pasiva a la inconstitucionalidad de las medidas del Gobierno.

Polariza la narrativa social, promoviendo retóricas confrontacionales. Sin necesidad de apuntar a culpables - o elegir un lado “correcto” - no es un hecho desconocido que la población ahora maneja narrativas encontradas hacia el 21F. Promover el 21F como el “día de la mentira” o mofarse del clamor de la población constituyen acciones nocivas que dividen la perspectiva social en interés de un beneficiario directo: los diversos actores políticos del país.

Enfrentar estos argumentos con aquellos manejados por la oposición divide a la población en una dinámica de “nosotros contra ellos”. Esto enfrasca a la población en una lucha permanente entre sí, haciendo que cada lado busque la dominación de su argumento sobre el de su adversario y alejando la atención de aspectos vitales. Conveniente para todos los bandos de la esfera política que se benefician más con el apoyo ciego de la población, quien debería demandarles trabajar por los intereses del Estado.

Si queremos continuar con esta nociva noción tal vez también deberíamos preguntarnos: ¿Quién se beneficia más? ¿El pueblo o los políticos?

Bolivia Dijo No: De símbolo social a politización de la causa. El 21F y “Bolivia Dijo No” tenían en su favor dos elementos: Constituían un elemento nacido e impulsado por la sociedad civil y resumían un asunto tan complejo como la defensa de la constitución y la democracia en una premisa fácil de recordar y promover.

Lamentablemente, con la politización de la causa el movimiento ha perdido su identidad. La premisa y la identidad del movimiento se han movido de la calle y las agrupaciones ciudadanas a la carta de presentación de un partido político. Convertir una causa social a una campaña de relaciones públicas o marketing político transforma completamente el propósito del movimiento, deslegitimizando su esencia y dirección.

Es problemático, ya que ya no representa la defensa de la integridad de Bolivia, sino... visibilizar a un candidato.

Por estas razones y por los tres años que el Gobierno ha ignorado la legitimidad de la voluntad popular es que debemos abandonar este marco agotado y tergiversado. Aquellos que busquemos defender la integridad y los intereses de nuestro Estado debemos buscar medidas proactivas, reconciliadoras y que prioricen el bienestar del Estado y la población, por encima de intereses políticos de aquellos que buscan dividirnos por su causa.

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