De esclava a princesa

Pero el final feliz llegó. Un príncipe azul puso su vida como garantía y apareció para darle libertad y devolverle el título de “hija del rey” que siempre había sido suyo.No es más que un cuento, pero hoy quiero recordarte que la mejor historia es aquella en la que tú y Dios son los...

Pero el final feliz llegó. Un príncipe azul puso su vida como garantía y apareció para darle libertad y devolverle el título de “hija del rey” que siempre había sido suyo.No es más que un cuento, pero hoy quiero recordarte que la mejor historia es aquella en la que tú y Dios son los protagonistas. Tú eres la hija del Rey con todos los derechos que este título te confiere. Pero un día, el enemigo de Dios llegó para despojarte de todos tus privilegios. De princesa pasaste a ser esclava. Es posible que la esclavitud te tenga atada con cadenas de oro y grilletes de plata, y esto te haga creer que estás bien. Pero aún así continuas siendo esclava. Hábitos perjudiciales, la tendencia al mal, la búsqueda insaciable del placer, la mundanalidad; todo ello podría transformarse en cadenas tan férreas que imposibilitarán todo intento de escapatoria.Amiga, eleva tu vista al cielo, ofrece una plegaria pidiéndole al gran Libertador que rompa tus cadenas y entonces “Volverás a vivir en paz y tranquilidad, y nadie te infundirá temor. Porque yo estoy contigo para salvarte’, afirma el Señor” (Jer. 30:10-11).


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