La urea soberana
Según el reporte del Ministerio, la planta de fertilizantes tiene una inversión de 953 millones de dólares que se han priorizado para mejorar la producción agroalimentaria en el país. En concreto se calcula incorporar 2,5 millones de hectáreas de cultivo y aumentar hasta en un 42 por ciento...
Según el reporte del Ministerio, la planta de fertilizantes tiene una inversión de 953 millones de dólares que se han priorizado para mejorar la producción agroalimentaria en el país. En concreto se calcula incorporar 2,5 millones de hectáreas de cultivo y aumentar hasta en un 42 por ciento la producción en los cultivos de cereales. “La urea tiene un gran poder para incrementar la productividad, promover el desarrollo de las regiones y contribuir a la seguridad alimentaria por lo que mejorará la economía del agricultor boliviano” asegura el comunicado de prensa distribuido por el Ministerio.La planta de fertilizantes es un paso más en la reconquista de la soberanía nacional, empezando por la soberanía alimentaria. No es menor tener capacidad propia para estimular tus propios cultivos y no depender de terceros, peor en estos tiempos de zozobra internacional y crisis alimentaria global. Si bien el tema de las patentes es un mundo opaco y controlado por grandes multinacionales, al menos, si el producto se consolida en el mercado nacional siendo verdaderamente más competitivo, tendremos alguna seguridad o garantía de con que se ha trabajado el alimento que nos llevemos a la boca.La planta de urea, como todo lo que tiene que ver con el desarrollo propio, no ha gustado en ciertos sectores de la sociedad, sobre todo de la oposición política más alineada a la subordinación ideológica. En contra de la planta de urea se han esgrimido todo tipo de datos y argumentos con tal de defenestrarla, desde que no había gas hasta que lo producido iba a costar más que la importación desde China. Algunos prominentes líderes llegaron afirmar que la tonelada de urea puesta en el Mato Grosso desde China era más barata que la producida en Bolivia. Para ello no dudaron en hacer cuentas incluyendo proyectos vertebradores como el ferrocarril. “Ha sido cuestionada la ubicación de la planta en Bulo Bulo. En Mato Grosso, nuestros futuros compradores, ven la ubicación como una fortaleza porque estamos a un día, un día y medio entre la planta y el centro de consumo, frente a nuestra competencia que está a 45 días, 60 días desde china, Rusia” aseguró el Ministro.Bolivia consume anualmente unas 300.000 toneladas de urea, la planta de Bulo Bulo producirá aproximadamente el doble. Solo el Mato Grosso en Brasil, al otro lado de la frontera, consume más de millón y medio al año, y creciendo.Es cierto que detrás de la urea y el resto de estimulantes agrícolas se acumulan otros riesgos. Bolivia ya está entre los diez mayores países productores de soya transgénica, lista liderada por los vecinos brasileros, argentinos y paraguayos y que en esa suerte de competencia se ha perdido gran cantidad de bosque en el Chaco Sudamericano. Esperamos que el Gobierno de Bolivia y el Ministerio del área sepa utilizar el nuevo potencial agrícola con mesura y no convierta las extensiones vírgenes en campos soyeros. El anuncio de que se modificará la Ley Forestal no es alentadora en este sentido.El reto de la industrialización ha dado el primer paso enfocado en la agroindustria, priorizada frente a la industrialización enfocada en el plástico, cuyo foco previsto de desarrollo está en el Chaco con la de nuevo demorada planta de Polipropileno. Sin embargo, y como siempre, esto no es el final del camino sino un paso más. De poco servirá estimular la producción agrícola si no hay quien la convierta en producto elaborado para su comercialización interna o exportación, y en eso, toca estimular a la industria nacional, tantas veces maltratada, para que tome las riendas. De lo contrario, la soberanía seguirá siendo un significante vacío del populismo y nada más.