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¿Y el costo de oportunidad?

Por supuesto que Bolivia pierde. Esa larga y finalmente frustrada negociación del Estado Boliviano con la Jindal tiene un altísimo costo de oportunidad, que es un costo que nuestro país ha soportado en muchas actividades y al parecer lo seguirá soportando por mala administración de nuestros...

Por supuesto que Bolivia pierde. Esa larga y finalmente frustrada negociación del Estado Boliviano con la Jindal tiene un altísimo costo de oportunidad, que es un costo que nuestro país ha soportado en muchas actividades y al parecer lo seguirá soportando por mala administración de nuestros recursos. Por si no lo entendieron, costo de oportunidad es, en economía, lo que se pierde por no haber realizado una acción oportunamente. Es lo que ahora sumaremos a los siempre altos costos que a nuestro país ya le han causado la mala administración. Así, sin eufemismos.Esto no es repentino ni sorpresivo. Hace varios meses que Emilio Rodas, miembro del directorio de la frustrada Empresa Siderúrgica Mutún había pedido  “seriedad a la empresa Jindal Steel Bolivia” “La Jindal tiene que tomar una posición seria y vamos o no vamos con el proyecto, no se puede engañar a la gente; la gente espera mucho de ésta relación contractual”. Rodas consideró que la Jindal aún no da señales “concretas” de querer continuar en el país, pese a las facilidades que Estado boliviano y la ESM dieron a la empresa india para que realice la explotación e industrialización de hierro en el megayacimiento del Mutún.Y con lo que dijo ahora el ministro Virreira se confirma la magafrustración siderúrgica.Estos costos de oportunidad hay que sumarlos a los que ya sufrimos durante décadas por no habernos permitido fundir nuestro estaño, a pesar de ser uno de los principales productores de ese mineral en el mundo.Si Bolivia hubiera fundido su estaño cuando ese mineral era realmente estratégico (o sea cuando las minas estaban en manos de los “barones” Patiño Hoschild y Aramayo y de sus compinches políticos) otra hubiera sido la historia de nuestro país.Si en los años 60, cuando estaba “de moda” el Pacto Andino, Bolivia hubiera aprovechado las ventajas allí ofrecidas “por su menor desarrollo relativo” y nos hubiéramos dedicado seriamente, pero seriamente, a la petroquímica, no estaríamos ahora con el mismo menor desarrollo industrial, que ya no es “relativo” sino absoluto.Entonces ¿Dónde está el cambio?Metalurgia, siderurgia y petroquímica siguen siendo hasta ahora rotundas frustraciones para los bolivianos.Por eso, sería mejor que el ministro Virreira no le echara sal a las heridas diciendo que “Bolivia no pierde nada”.Ahora lo más probable es que el Mutún interese a las megaempresas del subimperialismo brasilero. O a las transnacionales canadienses, y que sean ellas las que amasen beneficios con nuestros recursos naturales. Que no son renovables.En Bolivia parece que lo único que se renueva siempre es la mala administración.

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