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Reflexiones desde el Cursillo Corpus Christi

La Eucaristía constituye el acto central de la vida de la Iglesia y el momento de encuentro propicio del cristiano con los hermanos de fe, es el alimento de la fe y el estímulo al compromiso cristiano en todas sus formas.Jesús instituyó la Eucaristía en la última cena, cuando partió el...

La Eucaristía constituye el acto central de la vida de la Iglesia y el momento de encuentro propicio del cristiano con los hermanos de fe, es el alimento de la fe y el estímulo al compromiso cristiano en todas sus formas.Jesús instituyó la Eucaristía en la última cena, cuando partió el pan, lo bendijo y se los dio diciendo: “Tomen y coman este es mi cuerpo”. Después tomando una copa de vino y dando gracias se los dio diciendo “Beban todos porque esta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada por los hombres para que se les perdonen sus pecados”. (Mt.26-26,27,28). Invitando a los apóstoles a repetir este gesto “Haced esto en memoria Mía”.En obediencia a la voluntad del Señor, la Iglesia Apostólica ha estructurado la celebración eucarística sobre el esquema de la última cena; de aquí los nombres mas antiguos dados a la celebración: “Cena del Señor”, “Fracción del pan”. El término griego Eucaristía aparece a fines del primer siglo y el de “Misa” hace referencia al saludo final en el quinto siglo.Es en la santa misa en el momento de la consagración en que se hace presente El Señor, es en ese momento en que toda rodilla se dobla, toda cabeza se inclina entre los hombres, los santos y los ángeles que rodean el altar.Es milagro de amor porque solo un Dios puede quedarse prisionero por amor a los hombres en el pan de la Eucaristía.El se quedó, se quedó hasta la consumación de los siglos, acompañándonos con su presencia cada día, cada noche, cada mes, cada año, cada siglo, ahí en la soledad del tabernáculo, siempre presente, siempre esperándonos, siempre amándonos, siempre ofreciéndonos su ayuda, su amor, su perdón.Cuándo Jesús caminaba con los discípulos de Emaús, ellos no lo reconocieron después de su resurrección, pero ellos sentían que ardían sus corazones mientras lo escuchaban y cuando Jesús se iba a retirar le dijeron: “Quédate con nosotros porque cae la tarde y se acaba el día”. (Lc.24,29) y El se quedó con ellos y así sin que nosotros se lo pidamos también se quedó con nosotros hasta que caiga la tarde y se acabe el tiempo.Nosotros podemos recibir la Eucaristía, podemos recibir al Señor que es fuente de vida y la vida es luz, esperanza, alegría, ilusión; de esa fuente debemos alimentarnos para que nuestra fe aumente y aumente nuestra fortaleza, nuestra energía, nuestro valor y así podamos enfrentar las dificultades del camino.Creo que vivimos una etapa de crisis de fe, nos falta fe, nos falta creer realmente que Cristo está presente en la Hostia consagrada, porque si realmente creyéramos y tendríamos seguridad de esta presencia real, nuestra actitud sería diferente. ¿Quién no quisiera visitar aunque sea un momento a Jesús? ¿Quién no quisiera recibirle en la comunión? ¿Quién no quisiera acercarse al Maestro y pedirle su ayuda?.Si tuviéramos verdadera fe, certeza de su presencia, creo que ninguno pasaríamos indiferentes por su templo, sino que entraríamos aunque sea un minuto para saludarle.Si tuviéramos verdadera fe no nos distrajéramos, por ningún motivo durante la celebración Eucarística porque tendríamos la certeza de que Jesús está delante de nosotros y nos está acariciando con su tierna mirada.

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