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Resucitar

ofreció su sacrificio por nuestra redención, ahora si podemos llegar a la felicidad de la vida eterna.Cristo el Cordero de Dios quiso inmolarse y sufrir para que por sus llagas fuéramos sanados.La humanidad estaba hundida en el pecado, aunque esperando la venida del Mesías.Jesús llegó,...

ofreció su sacrificio por nuestra redención, ahora si podemos llegar a la felicidad de la vida eterna.Cristo el Cordero de Dios quiso inmolarse y sufrir para que por sus llagas fuéramos sanados.La humanidad estaba hundida en el pecado, aunque esperando la venida del Mesías.Jesús llegó, llegó con una carga de amor inmensa a marcarnos el camino, la humanidad no lo comprendió, ni lo reconoció, mas al contrario lo condenó. Hoy estamos en tiempo de pascua festejando el paso de la muerte a la vida, que es la resurrección del Señor.Nosotros también debemos resucitar con Cristo, resucitar a una vida nueva, más auténtica, más razonable, más comprometida con nuestra fe, con nuestro Dios.Debemos resucitar abriendo los ojos, dejando nuestra ceguera para mirar a los que sufren a nuestro lado, el dolor, la injusticia, la enfermedad.Debemos resucitar abriendo nuestros oídos  y nuestro corazón y dejar que la palabra de Dios penetre como una semilla dentro de nosotros, germine y de frutos.Debemos resucitar abriendo nuestras manos para estrechar las de nuestros amigos y enemigos, las manos de aquellos que no nos quieren, pero que son hijos de Dios.Debemos resucitar abriendo los brazos para dar el abrazo de la paz con verdadero sentido no por un gesto de simple cumplimiento.Debemos resucitar convirtiéndonos cada día un poco más, acercándonos al amor de un Dios que nos ama y nos llama.Debemos resucitar cumpliendo cada día la tarea de cada minuto, eso que no tiene ninguna importancia aparente, eso que constituye la trama vulgar de nuestra vida, eso es lo que labra todo el edificio de nuestra santidad.Debemos resucitar a la esperanza con una vida más justa, más conciente, vislumbrando un futuro de paz.La resurrección del Señor es un canto a la vida, es la promesa cumplida de un Dios que es amor, ahora todos podemos conquistar y llegar a la patria celestial.Demos gracias por su resurrección y unámonos al universo entero diciendo: ¡Aleluya! ¡Hosanna! Nayú Alé de Leyton¡Pascua! El grito de triunfo, la alegría. ¡Pascua! El canto a la vida, la resurrección.La resurrección de Jesús es también nuestra resurrección. El nos ha abierto el Reino para todos los hombres de buena voluntad, ofreció su sacrificio por nuestra redención, ahora si podemos llegar a la felicidad de la vida eterna.Cristo el Cordero de Dios quiso inmolarse y sufrir para que por sus llagas fuéramos sanados.La humanidad estaba hundida en el pecado, aunque esperando la venida del Mesías.Jesús llegó, llegó con una carga de amor inmensa a marcarnos el camino, la humanidad no lo comprendió, ni lo reconoció, mas al contrario lo condenó. Hoy estamos en tiempo de pascua festejando el paso de la muerte a la vida, que es la resurrección del Señor.Nosotros también debemos resucitar con Cristo, resucitar a una vida nueva, más auténtica, más razonable, más comprometida con nuestra fe, con nuestro Dios.Debemos resucitar abriendo los ojos, dejando nuestra ceguera para mirar a los que sufren a nuestro lado, el dolor, la injusticia, la enfermedad.Debemos resucitar abriendo nuestros oídos  y nuestro corazón y dejar que la palabra de Dios penetre como una semilla dentro de nosotros, germine y de frutos.Debemos resucitar abriendo nuestras manos para estrechar las de nuestros amigos y enemigos, las manos de aquellos que no nos quieren, pero que son hijos de Dios.Debemos resucitar abriendo los brazos para dar el abrazo de la paz con verdadero sentido no por un gesto de simple cumplimiento.Debemos resucitar convirtiéndonos cada día un poco más, acercándonos al amor de un Dios que nos ama y nos llama.Debemos resucitar cumpliendo cada día la tarea de cada minuto, eso que no tiene ninguna importancia aparente, eso que constituye la trama vulgar de nuestra vida, eso es lo que labra todo el edificio de nuestra santidad.Debemos resucitar a la esperanza con una vida más justa, más conciente, vislumbrando un futuro de paz.La resurrección del Señor es un canto a la vida, es la promesa cumplida de un Dios que es amor, ahora todos podemos conquistar y llegar a la patria celestial.Demos gracias por su resurrección y unámonos al universo entero diciendo: ¡Aleluya! ¡Hosanna!

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