Conflictividad y Poder

Bajo esta realidad es necesario redactar unas pocas ideas, partiendo de la compresión del poder como un espacio de relaciones  donde se ejercen atribuciones y se toman acciones, dentro del campo de conflictividad en el que existe un choque de intereses.Si se puede hablar sobre la existencia de un círculo de conflictividad, los inicios de año siempre están marcados por las pugnas respecto del incremento salarial. Al ser cíclico se observa que no existe un aprendizaje de los actores frente a un conflicto repetitivo, los discursos de la COB casi siempre se repetirán, demandarán una canasta familiar que significaría un incremento salarial del mil por ciento -actualmente de 850 Bs a 8000 Bs. para manejar cifras cerradas-. El interés transformado en demanda se convierte en el argumento de la canasta familiar como marco cuantitativo para el incremento salarial.¿Acaso las lecciones de la historia de la última década no le sirven a la COB para plantear una demanda más cercana a las posibilidades de un incremento? Esto no significa que se esté dando una valoración al respecto, simplemente se plantea que sería mejor plantear demandas más accesibles y negociables sobre el tablero, porque los resultados no se verían como un fracaso de la dirigencia. Paralelamente, el gobierno no cesa en su prodigiosa práctica de sumarse aprietos a través de sus medidas.  “A sabiendas” de los conflictos que tiene al frente se suma otro muy delicado, la regulación de las horas laborales en los servicios de salud. Intentar cambiar una forma de trabajo extendida por décadas es muy difícil a través de decretazo, más aún si el sector afectado posee mecanismos de presión como la huelga donde el grueso de la población resulta afectada. ¿No era posible postergar el conflicto por unos cuantos meses y así ahorrarse una ola de manifestaciones?  ¿O es que  la situación económica del país es tan apremiante y la creación de nuevos ítems pretende ser saldado mediante un incremento de horas de trabajo?  Finalmente, para añadir la cereza sobre la torta, se toma la decisión de que el salario mínimo en el sector público sea de 2000 Bs., añadiendo una escala según funciones y responsabilidades. Hecho que ha exacerbado más aún los ánimos de los demandantes y de quienes cuestionan los criterios para tal decisión.   En consecuencia, el conflicto salarial es cíclico, no existe aprendizaje histórico para negociar demandas y la supuesta nueva forma de hacer política con “el cambio” no ha significado mayores modificaciones en las relaciones obrero-gubernamentales. De ahí que, se pueden emitir dos interpretaciones, o el gobierno no calcula bien el número de conflictos y espacios de disputa o se trata de problemáticas que se deja que salgan a flote para distraernos de fallos estructurales en el sistema. Si tomamos todo el contexto de conflictividad, no se deben olvidar las problemáticas ligadas al transporte, además de las posibles medidas que pueda asumir la CIDOB en relación a la consulta en el tema de la carretera por el TIPNIS. Al parecer, la situación, acciones y discursos gubernamentales revelan la carta blanca que posee el gobierno, sostenido sobre el hecho de que se considera la única fuerza política con posibilidades político institucionales. A este hecho político institucional se debe añadir la capacidad que tiene el actual gobierno para movilizar sectores sociales afines en contramarchas, atribución que no tenían los antiguos partidos políticos tradicionales a la hora de ejercitar su poder. En suma, la imposición de los criterios del Estado central es una constante que visibiliza la amplia gama de herramientas e instrumentos que posee el gobierno actual para enfrentarse a sus posibles oponentes, vengan de donde vengan. * Filósofo e integrante del EPRI-CCI