“Ser indio otra vez”

Varios son las posturas en torno al mestizaje, y a la adscripción a determinadas categorías que se añadirán en la boleta del censo, justamente por lo delicado que es el tema de la identificación y autoadscripción, así, mi propósito en estas líneas es desentrañar algunos elementos...

Varios son las posturas en torno al mestizaje, y a la adscripción a determinadas categorías que se añadirán en la boleta del censo, justamente por lo delicado que es el tema de la identificación y autoadscripción, así, mi propósito en estas líneas es desentrañar algunos elementos referidos a la temática de la identidad. Si bien  las categorías mestizo, indígena, blanco y otras que puedan surgir, se hallan en el campo de la identidad, la definición, delimitación y distinción de líneas divisorias y fronteras marcadas, suele ser complicada puesto que más bien estas suelen ser difusas, y endebles. Analicemos a continuación: desde la dimensión de los rasgos fenotípicos podemos identificar a una persona como indígena (entendiendo esta definición como una construcción social), y esa misma persona autoidentificarse como mestiza, tomando en cuenta otros rasgo e incluso no perdiendo de vista que cualquier autoidentificación tiene muchas veces una dimensión práctica e instrumental, es decir le es útil para algo. Es así que la aplicación de herramientas censales, como aquellas de medición cuantitativa para aspectos subjetivos, cualitativos, debe ser tratada con bastante mesura y, de la misma manera, la lectura de los datos arrojados debe hacerse con pinzas.Consideramos que son dos los elementos que hacen a la identidad: la autoidentificación, que consiste en la definición identitaria propia que cada persona hace de sí misma, y el otro elemento fundamental es el reconocimiento del “otro” es decir, que cuando hablamos de identidad nos referimos a una relación social en la que tiene que existir la alteridad. El papel de la alteridad es fundamental pues es parte constitutiva de la identidad, ya que de nada serviría el que una persona se autoreconozca en una determinada categoría, o con determinado grupo, si es que no hay un “otro” que confirme, legitime y reconozca dicha adscripción. Justamente en las fronteras, en relación con el otro se halla la constitución de la identidad.A todo esto debemos añadir una faceta dinámica, puesto que la identidad cambia, y este aspecto nos puede ayudar a entender que las identidades toman entonces características propias con el tiempo y en el espacio, en el contexto de globalización, de relacionamiento y contacto con otras culturas. A esto se suma el carácter multidimensional de la identidad el cual depende del contexto en  que se da la interrelación. Es así que por ejemplo, una persona en su comunidad puede autoadscribirse a determinada identidad y en otro contexto a otra.No olvidemos que en un ambiente de exacerbación de  identidades, el hecho de enarbolar determinados  rasgos culturales a través de expresiones como el uso de la vestimenta, sombrero, poncho u otras prendas, puede efectivamente llevarnos a un espacio de lucha identitaria cuyo riesgo se ve en el campo político, cuando una identidad trata de sobreponerse a otra bajo uno u otro fundamento.Con todo, ya para terminar son dignas de analizar las re-creaciones identitarias por las que han atravesado determinados grupos, que ante la pérdida de ciertos elementos de su identidad propia han ido recuperándolos. Estamos de acuerdo con la recuperación de los saberes mediante la cultura, sin embargo estas reinvenciones no deben apartarse de una lectura política, pues en un marco en que la indianidad y sectores indígenas gozan de determinadas políticas de afirmación positiva, conviene “ser indio otra vez”.

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