El pesimismo de Stiglitz

Proviniendo de Stiglitz, esas opiniones son muy importantes, porque ha sido por varios años el economista más citado en el mundo.Y entre esas sus recientes opiniones, destacamos aquella de que “los problemas de largo plazo -incluidos el cambio climático y otras amenazas ambientales, y la...

Proviniendo de Stiglitz, esas opiniones son muy importantes, porque ha sido por varios años el economista más citado en el mundo.Y entre esas sus recientes opiniones, destacamos aquella de que “los problemas de largo plazo -incluidos el cambio climático y otras amenazas ambientales, y la creciente desigualdad en la mayoría de los países del mundo- continúan. Algunos, incluso, han empeorado. Por ejemplo, el alto desempleo ha deprimido los salarios y aumentado la pobreza”Algunos sostienen que un pesimista no es sino un optimista mejor informado, y es difícil que alguien pueda estar mejor informado que Stiglitz en materia de economía, y no solo por el premio Nobel que recibió, puesto que tales premios los incorporó el Banco Central de Suecia a los originales de la Fundación creada por Alfredo Nobel y Stiglitz no es propiamente amigo de los bancos, como lo ha demostrado en muchas oportunidades. Pero dejemos las ironías y sigamos con él.El año 2011 –dice- será recordado como la época en que muchos estadounidenses que siempre habían sido optimistas comenzaron a renunciar a la esperanza. El presidente Kennedy dijo una vez que la marea alta eleva todos los botes. Pero ahora, con la marea baja, los estadounidenses no solo comienzan a ver que quienes tienen mástiles más altos han sido elevados mucho más, sino que muchos de los botes más pequeños han sido destrozados por el agua”.Y en cuanto a algo que nos toca más de cerca: “es posible que los países con los mercados emergentes más importantes, que capearon exitosamente las tormentas de 2008 y 2009, no sobrelleven tan bien los problemas que se perciben en el horizonte. El crecimiento brasileño ya se ha detenido, y eso genera ansiedad entre sus vecinos latinoamericanos”.Esto último, para Bolivia, puede sin embargo no ser pesimista, sino, al contrario, permitir que nuestra relación con el impetuoso y ambicioso vecino se equilibre un poco, o, para seguir citando frases célebres, nos permitiría acomodarnos mejor a lo que decía el escritor y teólogo inglés William George Ward: “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”.Y con esos “vientos” que vienen del este, ya hemos comentado varias veces lo urgente que es ajustar nuestra propia velas, para evitar que nos zarandeen los caprichos brasileños.Por eso, la respetable opinión del economista, catedrático universitario y premio Nobel  Joseph Eugene Stiglitz la tomamos muy en serio, pero en este caso con beneficio de inventario. Y para concluir utilicemos una vez más opiniones de ese personaje que con tanto tino ha escrito sobre el “Malestar en la globalización”:Para él, el rango “óptimo” de intervenciones gubernamentales recomendables es mucho mayor que lo que la escuela tradicional reconoce. Para Stiglitz, no existe la denominada “mano invisible”.Confiar más en el Estado y desconfiar de los mercados es, definitivamente, la mejor lección de Stiglitz para quienes nos interesamos en la economía boliviana.

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