Cumbre social y economía

Ante el posible descenso de los precios de las materias primas, principales exportaciones del país y, el creciente temor a que estalle la conflictividad social, que en muchas ocasiones se han tornado violenta, en numerosos segmentos de la sociedad boliviana se ha puesto en entre dicho la...

Ante el posible descenso de los precios de las materias primas, principales exportaciones del país y, el creciente temor a que estalle la conflictividad social, que en muchas ocasiones se han tornado violenta, en numerosos segmentos de la sociedad boliviana se ha puesto en entre dicho la sostenibilidad del “milagro” económico de la actual administración gubernamental, lo que muestra que el país está acusando los efectos de las tensiones, entre las promesas electorales y las demandas sociales insatisfechas a partir de sus considerables limitaciones institucionales y estructurales.Estas circunstancias, conjuntamente la disminución de la aprobación a la gestión pública que ratifico al presidente Morales para un segundo término, han suscitado numerosas interrogantes y dudas en la sociedad civil y en el propio gobierno, concentradas en la pregunta de si es necesario seguir el mismo “camino” u otro distinto para sostener el desarrollo económico y social del país, siendo esta una de las razones que ha obligado al primer mandatario a convocar  a una “Cumbre Social” y a otra “Cumbre Política” con el propósito de delinear una agenda nacional para los próximos años.Es bien conocido en el campo económico que el desarrollo nacional no sólo depende de los modelos, pero también se tienen que considerar cómo funcionan los ritmos de la política, los intereses, conflictos y pasiones que son la esencia de la vida colectiva. Por un periodo corto se pueden hacer cambios económicos por decreto, pero para que las transformaciones sean sostenibles, se deben construir consensos y atraer el apoyo de la gente. Las exigencias para una buena gestión representan un desafío para el gobierno, sin  embargo, su falta de claridad e “identidad” de la administración actual dificulta la gestión económica, pues deja de resolver problemas acuciantes del desarrollo nacional. Los supuestos éxitos del pasado han hecho que se barran los problemas bajo la alfombra y ahora están resurgiendo conjuntamente con otros nuevos. En vista de la brecha creciente entre lo que se espera del gobierno y la capacidad de este, es necesario acomodar la función del Estado a su capacidad, lo que implica sopesar cuidadosamente cómo y cuando debería de intervenir este en la economía, ya que con frecuencia al tratar de hacer demasiado con recursos insuficientes y escasa capacidad de gestión, se hace más mal que bien. Para muchos, lo que se ha aprendido en los últimos años es que el gobierno no ha podido cumplir con sus promesas, siendo una de ellas su estrategia de desarrollo dominada por el Estado, que ante el fracaso de la intervención estatal en sectores estratégicos como el de los hidrocarburos, cada vez más se depende de la iniciativa privada. La primera tarea del Estado debería ser el de establecer una legislación básica con normativas no discriminatorias, invertir en servicios sociales básicos e infraestructura, protegiendo a la población más vulnerable y cuidar el medio ambiente.En conclusión, no obstante de estas cumbres, lo que se ha puesto de manifiesto es que existe la duda de que estos encuentros puedan dar las respuestas adecuadas a la problemática nacional y seguir adelante sin tropiezos si no se mejora la gestión. Los nuevos acontecimientos sociales señalan que habrá nuevas y apremiantes exigencias que podrían conflictuar la situación política y económica del país.* Economista, docente universitario

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