Cambia la canasta familiar… en Brasil

Despejado eso, decíamos, ocupémonos del Brasil, donde la autoridad correspondiente decidió adecuar el cálculo de la inflación oficial, medida por el Índice de Precios al Consumidor Amplio (IPCA) a los nuevos hábitos de la población. Mejor dicho, modificar el contenido de la “canasta...

Despejado eso, decíamos, ocupémonos del Brasil, donde la autoridad correspondiente decidió adecuar el cálculo de la inflación oficial, medida por el Índice de Precios al Consumidor Amplio (IPCA) a los nuevos hábitos de la población. Mejor dicho, modificar el contenido de la “canasta familiar”.Aclaremos, que no se trata de los hábitos de “toda” la población brasilera, porque hay una inmensa mayoría invisible,  ignorada, despreciada, en las densamente pobladas favelas y en los remotos “sertãos”, que ya otras veces hemos mencionado y cuyo nombre es contracción de “desertaos”, o sea tierras desertizadas, depredadas, hostiles, improductivas, pero donde sobreviven miles de brasileros miserabilizados. (Nos duele llamarlos “miserables”).Pues bien, según la autoridad brasilera aludida, ahora serán parte de la “canasta familiar” de algunos brasileros (los que son tenidos en cuenta por las estadísticas) el salmón, las fresas, las duchas eléctricas, el teléfono con internet y la televisión por cable.Demás está decir que los habitantes de los sertãos no tienen ni siquiera una canasta vacía para juntar sus necesidades, que son muchas, pero las estadísticas esto simplemente lo ignoran, lo invisibilizan.Eso tiene un nombre. Se llama “inequidad” y es algo peligrosamente parecido, aunque no por razones gramaticales a “iniquidad”. Pero aquí no nos estamos ocupando de la gramática ni de la semántica.Lo que sucede es que esto de las estadísticas y de la “nueva” canasta familiar brasilera, nos recordó algo reciente: Una investigación del diario brasileño Valor que señaló que en ese país “aumentó sensiblemente el número de consumidores por la bonanza económica de los últimos años”.Claro que quien decía eso, que era el “diplomático” brasilero en La Paz Murillo Viera, no lo decía por orgullo brasilero, sino para argumentar que “Brasil pasó en los últimos diez años de ser un país de tránsito a uno de consumo de cocaína, pretendiendo responsabilizar de esto a Bolivia y no a sus propia inequidades internas.Y por eso, según Murillo Viera, Brasil sufre “el efecto colateral” de haber sacado de la pobreza a 30 millones de personas. “La llamada nueva clase media pasó a tener acceso a la cocaína y a una droga relativamente barata que es el crack” (residuo de la cocaína).Claro que el “diplomático” brasilero no estaba diciendo semejantes cosas por pura iniciativa propia. En esos días, su presidenta, Dilma Rousseff, había afirmado que Brasil consiguió transformar la crisis económica global en una oportunidad para crecer y que eso le permitió entrar en una “era de prosperidad”.Debe ser porque a partir de este año “algunos brasileros” pueden incluir la televisión por cable en su canasta familiar. Decimos nosotros.

Más del autor