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Sabiendo el sentido  de lo que se festeja, el resto es convencional. No importa que para algunos no se aplique el calendario actual (el gregoriano) y prefieran seguir ciñéndose al calendario juliano, como sucede con algunas iglesias ortodoxas que, por eso celebran el nacimiento de Cristo el 7...

Sabiendo el sentido  de lo que se festeja, el resto es convencional. No importa que para algunos no se aplique el calendario actual (el gregoriano) y prefieran seguir ciñéndose al calendario juliano, como sucede con algunas iglesias ortodoxas que, por eso celebran el nacimiento de Cristo el 7 de enero. Allá ellos.No faltan, tampoco, quienes centran en los regalos ésta que debería ser esencialmente una liturgia religiosa, más bien espiritual. Aunque sean ostensiblemente víctimas del consumismo y de sus destrezas de mercado, esas personas también deben ser toleradas. Así como las que sólo se sienten “en ambiente”, es decir sólo se ambientan al “espíritu navideño”, si existe de por medio un árbol (pino principalmente, aunque sea de plástico) y nieve. Esta también artificial, de plástico porque es obvio que en más medio planeta no cae nieve ni en esta temporada ni nunca, por razones atmosféricas.Por cierto, según las enciclopedias, la celebración de esta fiesta el 25 de diciembre se debe a la antigua celebración del nacimiento anual del dios-Sol en el solsticio de invierno (natalis invicti Solis), adaptada por la Iglesia católica en el tercer siglo de esta nuestra era,  para permitir la conversión de los pueblos paganos. Eso en el hemisferio norte, porque en el sur el 21de diciembre tenemos, contrariamente, el solsticio de verano. El de invierno es el 21 de junio y seguramente lo festejaron y lo seguirán festejando los hermanos aimaras y quienes aún sin saber lo que hacen los imitan. Allá ellos, también.A lo que queremos llegar, es a rescatar, eliminando las arandelas y salvando lo esencial, es a los motivos para que el 25 de diciembre, hoy, sea un día muy especial, tanto para quienes son cristianos, con fundamentos serios, como para quienes sólo de dientes para afuera dicen que lo son e inclusive para quienes rotundamente no lo son.Esta es una de las festividades que más arraigadas están en la cultura popular boliviana y eso se respeta. Eso para nosotros es suficiente, sin complicarnos con especulaciones filosóficas, teológicas o sociológicas.Por eso, finalmente llegamos. Y con toda sinceridad, a nombre de todo el personal de este medio de comunicación social, deseamos que tengan una celebración familiar placentera, afectuosa, colmada de alegría (que es lo único que nunca sobra ni intoxica). O para decirlo en solo dos palabras, que son suficientes para entender correctamente todo lo escrito aquí: ¡Feliz Navidad!

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