Cuando muere un niño

Y así, vamos particularizando ese efecto de conmoción causado por la muerte y encontraremos que la muerte de un niño debe ser –sin duda alguna- lo que más afecta la sensibilidad humana.Mucho más cuando la muerte de ese niño se pudo haber evitado y peor aún cuando lo que la causó fue esa...

Y así, vamos particularizando ese efecto de conmoción causado por la muerte y encontraremos que la muerte de un niño debe ser –sin duda alguna- lo que más afecta la sensibilidad humana.Mucho más cuando la muerte de ese niño se pudo haber evitado y peor aún cuando lo que la causó fue esa nefasta combinación de pobreza e ignorancia, que son los males sociales que aún afectan a gran parte de la humanidad y contra los que ningún esfuerzo debería parecer excesivo.Nos llevó a este orden ideas la muerte de una niña de siete años, en Cochabamba, con los síntomas plenamente identificados de rabia humana, esa que las rancias organizaciones internacionales clasifican como “enfermedad rara”, porque rara seguramente es para las sociedades industrializadas, altamente urbanizadas y preocupadas más por los rendimientos financieros de sus acciones que por una vida humana, una más dentro de los millones que de vidas que están constantemente amenazadas por lo que se despoja de nombre y de rostro y se llama, con toda insensibilidad, simplemente “el sistema”.La niña muerta a quien nos referimos ahora estuvo internada en el Hospital Pediátrico Manuel Ascencio Villarroel, en Cochabamba y fue su director quien informó sobre su muerte. Noticia de un día, que seguramente para mañana será desplazada por otras referidas a la economía, a la política, o a temas aún más banales.“Ella ha fallecido esta mañana. En realidad, tenía muerte cerebral desde ayer y sólo la mantenían con vida un ventilador y otros equipos que fueron desconectados recién por completo”, fue lo que informó el director del hospital. Y punto. Punto final para una tragedia que no fue instantánea, como muchas otras tragedias cotidianas, sino que tuvo un largo tiempo de agonía.Porque la noticia dice que “la menor fue mordida hace tres meses en la cara por un cachorrito que recogió en la calle por la zona de La Maica Grande”, pero la niña fue hospitalizada de emergencia  recién el pasado martes en el centro médico para niños. Tenía síntomas de encefalitis y fobia al agua, al aire y la luz, síntomas claros de la rabia humana.De ahí para adelante la historia se convertirá en fría estadística, que no hará cambiar los parámetros con los que se manejan en el mundo las “enfermedades raras” ni ocupará nuevamente espacio en los medios de comunicación, que estarán, por supuesto, más dedicados a la conflictiva carretera entre Cochabamba y el Beni. Los hermanos de la niña muerta, de 10 y 4 años, que también fueron mordidos en las manos por el mismo cachorro, dicen que están bajo tratamiento con suero antirrábico y otra medicación preventiva.

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