De paros, marchas y bloqueos

Ya no se menciona el motivo, causa o razón para el paro, sino el paro mismo, como un hecho autónomo.Es una historia tan vieja como el hilo negro: Los organizadores de una marcha, manifestación o paro anuncian que fue un éxito y aquellos contra quienes estaba dirigido el paro, marcha o...

Ya no se menciona el motivo, causa o razón para el paro, sino el paro mismo, como un hecho autónomo.Es una historia tan vieja como el hilo negro: Los organizadores de una marcha, manifestación o paro anuncian que fue un éxito y aquellos contra quienes estaba dirigido el paro, marcha o manifestación aseguran que fue un fracaso. Eso, de tan repetido como está, ya no conmueve a nadie. Simplemente ocupa espacio en los medios de comunicación, que parece ser lo que en última instancia interesa a ambos, lo cual no tiene nada de raro.Porque está demostrado que el anonimato, especialmente porque está vinculado a la carencia de “reconocimiento” aterra a muchas personas. Tanto que en algunas sociedades, como la estadounidense, muchos están dispuestos a hacer casi cualquier cosa para aparecer “en pantalla”. Pero no solo los gringos, porque ejemplos de eso tenemos también muy cerca, con el programa televisivo de Tinelli, sin ir más lejos.Con razón nos llamó la atención este refrán (anónimo por cierto) que sintetiza esa situación: “El nuestro es un mundo en el que la gente no sabe lo que quiere… Pero está dispuesta a todo para conseguirlo.”Por eso es que en las marchas y manifestaciones, no importa quién las organice ni con qué motivo, lo importante, lo imprescindible, son las pancartas, los letreros y las consignas lanzadas a gritos. Si es con altoparlantes, mejor.Sucede algo similar a lo que pasaba con los secuestros de aviones, que estuvieron tan de moda hace algunos años. Al final de cuentas no importaba por qué los hacían, siempre que al hacerlo estuviera “la prensa” presente. Principalmente la que lleva cámaras de televisión. Era una evidente búsqueda, casi desesperada, de notoriedad, de salir del anonimato.Ser “conocido”, en ese caso, casi que es equivalente a “ser reconocido”. Y no es un simple juego de palabras, porque ya existe, inclusive, una “teoría del reconocimiento”, formulada por el filósofo Axel Honneth y que en síntesis sostiene que “La experiencia de la injustica es parte de la esencia del hombre. La humillación es la negación del reconocimiento por parte de los otros -de la sociedad-. Para Honneth el hombre despreciado, humillado, sin reconocimiento, pierde su integridad, sus derechos, su autonomía personal y su autonomía moral.Por eso aquí, aunque comenzamos aquí hablando de paros, marchas, manifestaciones y bloqueos, que son “el pan de cada día”, acabamos derivando hacia sus recónditas causas y motivaciones sicológicas y sociológicas, porque en ese campo tenemos aún mucho que descubrir. Y resolvimos comenzar a hacerlo, para librarnos, además, de la monotonía en la que han caído esos eventos, actualmente infaltables en el menú noticioso.

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