Una frustrada –tal vez vergonzosa- institución departamental

Tiempo pasa y sin embargo quedamos extremadamente sorprendidos con el hecho que no es sólo la gobernación, la que se precia de funestos mirares, no es sólo ella de donde emanan bastantes irregularidades y por lo mismo no es la única que proyecta una imagen decadente. Hoy nos encontramos con...

Tiempo pasa y sin embargo quedamos extremadamente sorprendidos con el hecho que no es sólo la gobernación, la que se precia de funestos mirares, no es sólo ella de donde emanan bastantes irregularidades y por lo mismo no es la única que proyecta una imagen decadente. Hoy nos encontramos con “el hijo de la bestia”, encarnado en una institución bastante cuestionada: la Asamblea Departamental.Cuando las verdaderas luchas por la autonomía, aquellas que se dieron a mediados de los noventa del siglo pasado e inicios del presente siglo, una de las consignas estaba en arrancar al poder central una instancia de legislación departamental, donde se legislen las políticas departamentales y en consonancia las mismas se ejecuten. Sánchez de Lozada, entonces presidente y ladino hoy como entonces, hizo de malabarista de intenciones y deseos cediendo a las exigencias cívicas departamentales un Consejo departamental, que en los hechos significó un apéndice de los entonces prefectos. Como fue hasta tiempos relativamente cercanos.Una asamblea departamental que significaba un escenario de autonomía, espacio para debatir temas del desarrollo departamental ha quedado en el funesto –cuando no sea chusco- espectáculo que nos da hoy. En poco más de año y medio la asamblea departamental tarijeña se ha constituido en una de las frustraciones más impactantes del departamento y su historia.Es necesario que la asamblea departamental rinda cuentas de su trabajo y para ser sinceros el que nos presenten una recopilación de leyes anodinas no hace a la rendición de cuentas –¿recuerdan esa norma que señalaba la compra de carros bomberos que quedó en nada?- 13.900 bs. al mes, son suficiente motivo para que la población tarijeña exija una rendición de cuentas. 30 asambleístas, más de 150 funcionarios (El Nacional 08/09/11), un presupuesto que ronda los 30 millones de bs., el presupuesto más alto del país, más alto que los presupuestos de las asambleas de Santa Cruz y La Paz, hace que esa institución se convierta en una ofensa departamental. Ofensa ante el rostro de personas que para ganar el sueldo de un mes de un asambleísta deben trabajar el año entero.Tarija con una población que ronda poco más de los 400 mil habitantes se da la ostentación de tener una institución que gasta más que cualquier otro departamento que le duplica en cantidad poblacional o le triplica.Tal como está la asamblea es el mejor pretexto para quienes buscan redistribuir los ingresos departamentales  y en ello mermar la cantidad de recursos económicos de Tarija.Además de ello, la asamblea en este momento se ha convertido en la frustración mayor del departamento pues, de considerarse la más importante instancia departamental, ha quedado únicamente como un escenario de debate hueco, huero y fulero. Que algunos hagan palestra y muestran perfil público desde la asamblea, generando miserables debates, es lo más que ha logrado esa instancia y sin embargo cada uno de sus integrantes cuesta al departamento 13.900 al mes, eso más allá de abuso y de hecho indignante, se convierte en una nueva frustración colectiva (por supuesto frustración que no afecta a los que nos cuestan 13.900 al mes.)

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