De castaño a oscuro

La crisis de la deuda puso a prueba el liderazgo de Obama en los EEUU y de la llave Merkel - Sarkosy en la UE, las vacilaciones del primero y el regodeo de los segundos la agravó. Es bien sabido que para sortear la Gran Crisis que se desató en 2008, a raíz de la debacle del mercado hipotecario...

La crisis de la deuda puso a prueba el liderazgo de Obama en los EEUU y de la llave Merkel - Sarkosy en la UE, las vacilaciones del primero y el regodeo de los segundos la agravó. Es bien sabido que para sortear la Gran Crisis que se desató en 2008, a raíz de la debacle del mercado hipotecario de los EEUU, se impuso la necesidad de un gran estímulo fiscal con el fin de reactivar la economía. Pero, pese al gran esfuerzo fiscal, éste resultó insuficiente para sacar la economía del estancamiento y bajar la tasa de desempleo, pero en cambio atizó el déficit fiscal hasta hacer insostenible la deuda pública. La baja de la calificación de la deuda soberana de los EEUU y la de varios de los países de la UE complicó las cosas, provocando una gran volatilidad en todas las bolsas, con tendencia a la baja. La economía de los EEUU y la de la UE vienen creciendo a paso de tortuga en momentos en que el margen de maniobra de mayores estímulos fiscales se reduce dramáticamente.La ralentización del crecimiento de la economía estadounidense es cada vez más ostensible; de una proyección del crecimiento del PIB a comienzos de año para 2011 de 3.5%, en este momento hay un gran consenso en que no superará el 1.5%. Ya se ha vuelto un lugar común hablar de la doublé-diprecession en los EEUU, al punto que la mayoría de los analistas le dan una probabilidad que esta se dé del 50%. “Si no es una recesión se siente como tal…y si es así, no importa que se pueda comprobar con estadísticas o no”[1] aseguró John Hailer, Presidente de la firma de valores Natixis Global Asset Management en EEUU y Asia. Lo propio podemos decir de la UE, como lo destaca el economista de la Consultora Capital Economics Mc Keown, en este momento “hay un debilitamiento subyacente real que se está expandiendo al corazón de la zona Euro”[2], de tal suerte que el crecimiento de la economía de la zona Euro difícilmente alcanzará el pronóstico inicial del 1.4% para este año y ello es de extrema gravedad.Lo más preocupante es que se está formando una especie de remolino diabólico, pues el menor crecimiento tanto de la economía de los Estados Unidos como la de la UE, así como también la del Japón que no termina de reponerse de su tragedia, afecta las exportaciones de Alemania, que es la gran locomotora de la economía del viejo continente y también las de los países emergentes. En la medida en que estas economías pierden fuerza e impulso se resiente el intercambio comercial, la que a su vez ejerce un efecto contraccionista sobre las mismas. Y ello ocurre en momentos que las economías emergentes, particularmente la de China, están en un proceso de enfriamiento tendiente a conjurar los brotes inflacionarios que ya acusan. Ambos factores van a contribuir a una reducción de la demanda por productos básicos y por esta vía se empieza ya a sentir el coletazo de esta crisis en ciernes sobre América Latina. Por ello, coincidimos con la revista Dinero cuando plantea la necesidad de “prender las alarmas. Es verdad que estas economías tienen hoy una situación mejor a la que tuvieron en crisis pasadas, pues hoy esta región crece mientras los países del norte se frenan. Sin embargo, sería errado pensar que un país como Colombia está blindado ante este escenario de “doble recesión” global”[3]. Hay la necesidad de atemperar un poco la euforia que llevó hace poco al Banco de la República a revisar al alza su pronóstico de crecimiento del PIB para este año a un rango entre 4.5% al 6.5%, y poner los pies sobre la tierra, pues no estamos en el planeta Marte y la economía global es una sola y de sus influjos e influencias no se puede sustraer la economía colombiana.Así las cosas, ya va siendo hora de que la Junta directiva del Banco Emisor haga un alto en el empinado camino de las alzas recurrentes de las tasas de intervención, pues por esa vía se podría malograr la incipiente recuperación de la economía y en cambio precipitarla al estancamiento. Hay que andar con pies de plomo y prepararse para los embates de esta inminente recesión, que puede ser más profunda y prolongada que la anterior. *Amylkar D. Acosta M. Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas.

Más del autor