Lo que valía un Potosí

La próxima semana se conocerá el “informe geotectónico” que realiza el ministerio de Minería y Metalurgia para definir el destino del ya mítico cerro y fue el ministro José Pimentel quien lo anunció, aunque no habló de mineros relocalizados sino “reubicados”, seguramente para...

La próxima semana se conocerá el “informe geotectónico” que realiza el ministerio de Minería y Metalurgia para definir el destino del ya mítico cerro y fue el ministro José Pimentel quien lo anunció, aunque no habló de mineros relocalizados sino “reubicados”, seguramente para evitar la palabra que tiene muchos motivos para haberse vuelto odiosa. Pero dejemos por ahora la semántica, porque lo realmente importante es el Cerro Rico.Son incontables las referencias a esa casi prodigiosa fuente de plata que era el famoso cerro. Desde Miguel de Cervantes a quien se le atribuye haber sembrado en el Quijote de la Mancha aquella idea de que algo “vale un Potosí”, para significar un valor excepcional, hasta Eduardo Galeano, quien en su célebre “Venas abiertas de América Latina” cuenta cómo, cuando Potosí ya tenía dos temporadas de ópera cada año, Nueva York no era sino una aldea de pescadores y Chicago un lugar donde se faenaba cerdos.La importancia de la obra de Galeano está, además, en que puso en evidencia la incapacidad de muchos países latinoamericanos de crear valor añadido, limitándose a explotar o a dar la concesión de los enormes recursos naturales del continente a empresas extranjeras. Esto, esencialmente, no ha cambiado aún  en nuestro país, donde metalurgia, siderurgia y petroquímica siguen siendo ilusorio empeño de unos cuantos.Y así, lo que dio origen a tantas fortunas, ajenas, siempre ajenas, podría inclusive desaparecer, sin que sus únicos originales y también legítimos dueños, los potosinos, se hayan realmente beneficiado de tan famosa riqueza.La versión más difundida (por siglos) sobre el cerro rico, es que los Incas ya conocían la existencia de plata en el cerro, pero cuando el emperador inca intentó comenzar a explotación del cerro, éste lo expulsó mediante una estruendosa explosión (de donde deriva el nombre del lugar, “¡P’utuqsi!”), prohibiéndole el extraer la plata, que estaba reservada “para los que vinieran después”. Los historiadores ven en esta variante una deliberada influencia de los españoles en la leyenda, para legitimar sus labores en el cerro y por eso ha sobrevivido el nombre aunque ya casi no quedan residuos del mineral.Como triste consuelo para a este final poco glorioso del Cerro Rico, dicen que se proyecta crear un parque industrial y una escuela artesanal para formar expertos plateros. Así,  los productos de plata de Potosí podrían en un futuro próximo dar un respiro a esa economía nada balanceada de la explotación minera, de la cual se benefician tan pocas personas.Se conocerá el informe técnico la próxima semana y se procederá entonces con lo anunciado, con lo cual Potosí estará más en el campo de lo que pudo haber sido y no fue, para los potosinos y para todos los bolivianos.Nostalgia, le dicen a eso

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