Lo que ya se ha perdido

Y recordamos haber alertado en aquella oportunidad, hace casi dos años, sobre la posible pérdida de la donación holandesa para esa obra y sobre las responsabilidades que habría que establecer por esa pérdida de los doce y medio millones de dólares destinados a la planta de tratamiento. No...

Y recordamos haber alertado en aquella oportunidad, hace casi dos años, sobre la posible pérdida de la donación holandesa para esa obra y sobre las responsabilidades que habría que establecer por esa pérdida de los doce y medio millones de dólares destinados a la planta de tratamiento. No faltó quien dijera que estábamos exagerando.Ahora la pérdida de esa donación es casi inevitable y es Freddy Castrillo, jefe de la Unidad Técnica Ejecutora de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (Uteptar), quien dice que “de no lanzarse la licitación para la ejecución de este proyecto hasta fin de mes o la primera quincena de septiembre, Tarija estaría renunciando tácitamente al financiamiento de 12,5 millones de dólares destinados a este proyecto que además comprende un manejo integral de las aguas en el Valle Central del departamento”. A esta altura y con tantas vueltas como las que ya le han dado a ese proyecto, ya no se puede afirmar si ejecutarlo así, a la carrera, sería una irresponsabilidad mayor que abandonarlo. Trabajar ahora “contra el tiempo” en un tema tan importante para Tarija y sobre el cual algunos medios de comunicación hemos “dado cantaleta” por lo menos durante dos años puede empeorar la situación.No son “solamente” los doce y medio millones de dólares lo que se van a perder. Es la seriedad institucional de todo un departamento la que ya se ha perdido y eso es invalorable. Alguien, en algún momento, tendrá que responder ante la ley por ese daño que se le ha causado a Tarija. Y por los muchos otros daños colaterales, que tampoco son de cuantía mínima. Al contrario.Es que las “aguas residuales” con su casi explosiva capacidad infecciosa, han estado fluyendo inclusive para riego de cultivos y si hasta ahora no han provocado un desastre sanitario, la responsabilidad por semejante desatino existe y se tiene que establecer con claridad para luego, con la misma claridad proceder a las sanciones que la ley establezca.Convertir los ríos en infectas cloacas no puede seguir siendo una práctica impune, como lo ha sido en muchos lugares de Bolivia. El tratamiento de aguas previsto con la dichosa planta en Tarija tenía previsto habilitar para riego, sin riesgos para la salud, esas aguas que ahora están perdidas. El proyecto de la planta incorporaba, también, la recuperación de abono debidamente tratado y, como si fuera poco, la utilización del metano para generar electricidad. En pequeña escala, obvio, pero de ninguna manera despreciable.Por la falta de alertas no es, porque si hubo. Y muchas. En el caso de las “lagunas” de San Luis, más que voces de alerta fue y sigue siendo un clamor casi estruendoso.Insistimos en que hay sobrado material para juicios de responsabilidades que deberían ser planteados ya, en vez de empeorar la situación con decisiones precipitadas que busquen, en forma totalmente extemporánea, tapar el daño ya causado. Taparlo, sí, porque remediarlo ya no se puede.Juicios que, por supuesto, no se presten a ser “postergados” una y otra vez.

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