La ciencia y el compromiso

Sin ánimo de contradecir al mandatario, debemos hacer notar que quienes más impulso le han dado, por ejemplo, a la actividad petrolera, no han sido necesariamente especialistas en esa actividad, pero sí bolivianos comprometidos con una causa, más que con un conocimiento académico.Veamos,...

Sin ánimo de contradecir al mandatario, debemos hacer notar que quienes más impulso le han dado, por ejemplo, a la actividad petrolera, no han sido necesariamente especialistas en esa actividad, pero sí bolivianos comprometidos con una causa, más que con un conocimiento académico.Veamos, para solo referirnos al petróleo, que si bien hemos tenido y tenemos aún en Bolivia magníficos profesionales en ingeniería petrolera y disciplinas relacionadas, quienes más han influido en el destino de ese recurso natural en Bolivia, provenían de diversas actividades. Desde David Toro, que era militar y creó YPFB, hasta el propio Morales, originalmente dirigente campesino, y que encabezó la última “nacionalización” de los hidrocarburos, que puede estar cuestionada en sus efectos, pero que quedará históricamente como un acto legislativo legítimo.Y, por supuesto, con méritos equivalentes, figuran en forma indeleble en la historia del petróleo boliviano los nombres de Sergio Almaraz, Alfredo Ovando Candia, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Andrés Soliz y varios otros, que no son exactamente científicos del área, pero a quienes el país les debe la insobornable defensa del petróleo, tanto como a quienes entregaron literalmente su vida en el Chaco defendiéndolo.Por supuesto que tener científicos en todas las áreas de conocimiento es un patrimonio invalorable para un país. Pero no tenerlo no es una excusa para no trabajar con sentido patriótico, que es en últimas lo que más cuenta.Y para no pecar de ingratitud, en este orden de ideas, pero con relación a la metalurgia, es imperioso moralmente recordar a gente como Mariano Peró, que fue seguramente el boliviano que más se esforzó y más contribuyó para que los minerales no se comercializaran tal cual la tierra lo entrega, sino procesados, metálicos, fundidos.A Mariano Peró todavía se le está debiendo que Bolivia tenga los hornos de fundición que su vocación minera merece, y que Peró supo imaginar y construir, casi que con solo sus propias manos, sin elemental respaldo estatal. De él dice Sergio Almaraz: “Las realizaciones de Peró, derribando los obstáculos que se opusieron a la fundición nacional, descubrieron la puerilidad de una argumentación deshonesta”.De manera similar, encontraremos en todos los campos del conocimiento humano, bolivianos que se han destacado (y mucho) cualquiera que sea el ámbito de su formación académica y aún no teniéndola. Porque la erudición se esteriliza con facilidad, en cambio la conciencia, el compromiso con una causa nacional es inextinguible.Y para prevenir malos entendidos reiteramos que nos parece bueno, magnífico, que llenemos el país con científicos, pero mucho mejor es que lo llenemos con bolivianos comprometidos con su patria. No hay donde perderse.

Más del autor