Poder, poder…

Eso puede entenderse con el lenguaje binario, que con dos elementos simples (uno y cero) puede realizar las operaciones más complejas. O con el poder, que en esencia no es sino la capacidad para cambiar la realidad, pero buscar el poder, construirlo, incrementarlo pueden convertirse en los más...

Eso puede entenderse con el lenguaje binario, que con dos elementos simples (uno y cero) puede realizar las operaciones más complejas. O con el poder, que en esencia no es sino la capacidad para cambiar la realidad, pero buscar el poder, construirlo, incrementarlo pueden convertirse en los más complejos esfuerzos de una sociedad.Hablamos de la noción de poder que suele estar más relacionada a la acción social colectiva que a la fuerza física. Y en estos tiempos de cambio (todos lo son, pero ahora los cambios son más notorios por la comunicabilidad globalizada) los que más nos afectan son los cambios en el poder, que en unos lugares disminuye y en otros crece, ostensiblemente.Quizás el ejemplo más perceptible de esto sea el “empoderamiento” de la China. Porque ha sido rápido y muy notorio. Hace apenas veinte años muy pocos habrían imaginado la transformación de la China en el foco de poder indiscutible que hoy es. Ya pasó el que Marcelo Gullo llama “umbral de poder” y ahora nadie duda ni discute su calidad de potencia y más bien se especula cuándo será “la primera” potencia mundial.Pero a nosotros, los latinoamericanos y especialmente los sudamericanos, si bien tiene que interesarnos todo lo universal, debe interesarnos mucho más lo que pasa aquí, entre nosotros, donde también se están dando transformaciones fundamentales en las relaciones de poder.Y dice Gullo: “Los estados que se encuentran en la periferia de la estructura del poder mundial sólo pueden trocar su condición de “objetos” convirtiéndose en “sujetos” de la política internacional a partir de un proceso de insubordinación fundante” Y agrega, como conclusión: “Todos los procesos emancipatorios exitosos fueron el resultado de una adecuada conjugación de una actitud de insubordinación ideológica hacia el pensamiento hegemónico y de un eficaz impulso estatal”.Está claro. Y es sencillo. Percibimos que eso ha estado sucediendo, en alguna medida, en el norte de África y con mayor facilidad percibimos que eso está sucediendo con nosotros. Dos muestras pequeñas de que vamos aproximándonos al umbral mínimo de poder fundante es que “la cuestión de Honduras” y su retorno a la OEA, se está resolviendo desde el sur, por actuaciones integradas de Colombia y Venezuela y ya no desde Washington como nos tenían acostumbrados, con el ejemplo más ignominioso que fue la expulsión de Cuba.Hay muchos otros ejemplos, generalmente más sutiles que esos, pero hay que estar atentso para percibirlos porque, volviendo a Gullo, él dice que los países que detentan el poder hegemónico “critican, ridiculizan y hostigan a cualquier Estado de la periferia que quiera seguir los pasos que ellos mismos siguieron en su momento para alcanzar su actual situación de poder”.Con razón ya están hablando de un “eje” Caracas-Bogotá-Quito-La Paz ¿Verdad que es simple?

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