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Alasita vs. Satélite chino

Como todos los años, en la ciudad de La Paz, se celebra la popular Feria de Alasita en la que se venden miniaturas de toda clase de formas y colores. ¿Quién no habrá salido de casa, algún año en estas fechas para comprar alguna figurita en ese pintoresco bazar? Es una hermosa tradición...

Como todos los años, en la ciudad de La Paz, se celebra la popular Feria de Alasita en la que se venden miniaturas de toda clase de formas y colores. ¿Quién no habrá salido de casa, algún año en estas fechas para comprar alguna figurita en ese pintoresco bazar? Es una hermosa tradición digna de atención y de cuidado. En lo que discrepo es en la creencia (más exactamente, superstición), de hacer bendecir esos objetos en las iglesias, porque dizque, así se cumplirán los más íntimos deseos de comprador: El bebé, la casita, el camión…., y unos billetes moneda primorosamente imitados hasta hacer posible que pasen por buenos.Pero detrás de este escenario pintoresco se descubre todo un armazón económico digno de ser tenido muy en  cuenta. Alasita es  un modelo de la actividad económica de los pobres, en un país en donde apenas existe industria capaz de crear puestos de trabajo fijo, y en proporción a su crecimiento vegetativo. El pequeño artesano, con sus habilidades manuales se las ingenia para que, donde no hay trabajo, lo invente. Y para hacerlo más meritorio tiene que superar mil trabas burocráticas inútiles, tanto del Estado y de los municipios como de los propios sindicatos, todos ellos, burocratizados, reglamentistas, ineficientes, centralistas y corruptos. Estas ideas fueron desarrolladas, oportuna e inteligentemente por el peruano Hernando de Soto en su libro “El otro sendero”. Un libro escrito en los años de plomo y sangre que vivió el Perú en los ‘80, cuando Sendero Luminoso pretendía aniquilar la sociedad burguesa peruana y la de todo el subcontinente latinoamericano.Pues bien, los artesanos de diferentes habilidades - casi siempre informales - constituyen la sociedad paralela, trabajadora y activa que desde el 24 de enero exhibirá su vitalidad en la Feria de Alasita. Es una respuesta popular, espontánea y creativa, una de tantas que son patrimonio de la iniciativa privada, ante la incapacidad estatal para crear industrias con suficiente capacidad de empleo que absorba el crecimiento numérico de la fuerza de trabajo.Mientras en La Paz, vemos cómo crece el número y variedad de tenderetes feriales, el país sufre  con admirable estoicismo la escasez y la carestía de los productos fundamentales de la canasta familiar: cada vez más difíciles de encontrar y más costosos de pagar. Jauja para los especuladores y los coimeros, penuria para el pueblo llano.Los proyectos de nuevas industrias productivas que el Gobierno ha creado y las que promete instalar son modestos (fábricas de productos lácteos, de cítricos, de cartón y de papel). Pero van pasando los años prometiendo las plantas separadoras de líquidos y otras de la industria petrolera, y la estatal YPFB es incapaz de llevarlas adelante. Y no hablemos de los megaproyectos, tales como el satélite chino de comunicaciones, “nacionalizado” prenatal con el nombre originario de Túpac Katari. El “nasciturus” no llegará a la mayoría de edad pues su término de vida son 15 años. Al  país le cuesta un endeudamiento (comprometido sin licitación) de 300 millones de dólares. Con estos megaproyectos palidece cualquier plan de industrialización productiva. Me pregunto, si todavía sirve preguntar ¿Cuántos puestos de trabajo permanente generará ese pajarraco del espacio exterior?

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