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¿Es o no es verdad? Mala entraña

Buscando un calificativo aplicable al protagonista de los actos de ensañamiento y de venganza yo les llamaría “malaentrañas”. Entre los malaentrañas más connotados hay que inscribir a los represores, que los hay en todos los regímenes políticos autoritarios y dictatoriales.¿A qué...

Buscando un calificativo aplicable al protagonista de los actos de ensañamiento y de venganza yo les llamaría “malaentrañas”. Entre los malaentrañas más connotados hay que inscribir a los represores, que los hay en todos los regímenes políticos autoritarios y dictatoriales.¿A qué viene esta descripción de esa gente malvada? Pues a los hechos repetidos que observamos cada día, probatorios del ensañamiento en la persecución  y la revancha que se ha implantado como método para combatir y aplastar a la oposición política al Gobierno. Los múltiples casos son de conocimiento público. Y tanto se repiten que mucha gente ya ni les hace caso. Lamentablemente, han entrado a formar parte de las costumbres urbanas. A fuerza de repetición, se va perdiendo la sensibilidad humana. Algo así como ocurre con el griterío de las marchas de protesta desbordadas, que se dan por inevitables. Como los inciviles bocinazos de los choferes semisalvajes. O las pintarrajeadas obscenas y agresivas. O el empapelamiento de cualquier superficie horizontal como paredes, puertas, ventanas, árboles y postes. Se toleran - Ministerio de Gobierno y Policía incluidos - como una forma de vivir en una gran urbe, multiétnica, plurilingüe, cosmopolita pero, al fin, inhabitable.Puestos a recubrir el ensañamiento con ropaje académico, lo llamamos “criminalización de la política”. Estar y actuar contra el Gobierno merece la persecución seudolegal, si es necesario, hasta más allá de las fronteras. Lo primero es la acusación de delitos inexistentes o magnificados a capricho del denunciante. Por comprar unos vehículos de segunda mano para ahorrarle dinero a la alcaldía se apresa al alcalde potosino, mientras que otras autoridades adictas al Gobierno escandalizan al pueblo empobrecido, exhibiendo vehículos de lujo. Y ningún fiscal les señala con el dedo inquisidor.La malaentraña de los actuales vengadores, venenosa de por sí, emponzoña los corazones de tal modo que los ahora vejados, perseguidos, acogotados, y su amplio entorno de familiares y amigos, ya están anotando en una negra agenda, los nombres, apellidos, cargos habidos, atropellos cometidos, negociados camuflados, enriquecimiento ilícito acumulados y un largo etcétera de maldades impunes. Los están anotando, y esto contribuye a crear un ambiente extremadamente malsano en el país. Dicho esto, me imagino una escena dantesca en donde la barca de Caronte deposita en los infiernos a los sátrapas perseguidores y a los crueles malaentrañas.  Allí, en el lugar de los tormentos, el príncipe del mal les leerá la cartilla en donde anotó los actos de malaentraña. Sí señores, adelanto esta advertencia precisamente para evitar que se multipliquen los promotores de lo que se  ha llamado la criminalización de la política.

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