Y dale con la coca
no diferencian el inocuo vegetal del alcaloide cocaína, obtenido por síntesis química en laboratorio y sustrato del fenómeno criminal más complejo que ha conocido el mundo. Ahora, cuando las relaciones de Washington con lo que fue considerado su “patio trasero” pasan por uno de sus...
Ahora, cuando las relaciones de Washington con lo que fue considerado su “patio trasero” pasan por uno de sus peores momentos, la hoja de coca, por toda su carga cultural, estará nuevamente en el ojo de la tormenta. Veamos algunas posturas disímiles en torno a eso.
El antropólogo William Carter considera que “la hoja de coca penetra la cultura andina de una forma que no tiene paralelo en ninguna sustancia de ninguna clase en ninguna otra cultura”. Eso, a pesar de la penalización inexplicable de la hoja de coca en la ONU, lo alcanzaron a entender y se comenzó a trabajar hace algunos años en la despenalización de “la hojita” y la reformulación de las políticas referidas al alcaloide.
El presidente Morales debe recordarlo bien, pues llegó a dialogar sobre esto –siendo él dirigente de los cocaleros del Chapare- con el director de la oficina de la ONU a cargo el tema en Bolivia: Sandro Calvani. Y hubo visiones distintas, por supuesto, pero no conflicto irreconciliable.
Las cosas han cambiado. Sobre la visión que la ONU tenía del problema, que era enfocado como tema de salud pública, se ha ido imponiendo la visión estadounidense que privilegia en enfoque delincuencial.
Mejor dicho, para la ONU era un tema cultural que afectaba la salud y se podía atender con un desarrollo alternativo “integral” en las zonas productoras de coca excedentaria. Para los Estados Unidos siempre ha sido un tema de “guerra”. Algo parecido a lo que hicieron cuando intentaron imponer la prohibición al alcohol y terminaron estimulando el mayor consumo de bebidas y la “organización” del crimen, en formas que hasta ahora se mantienen.
Si los Estados Unidos no interfirieran con su obcecada visión guerrerista, quizás podrían aplicarse los cuatro pasos que Calvani recomienda en su reciente libro “La Coca. Pasado y presente. Mitos y realidades”: 1.- Sacar a la hoja de coca de la lista número uno de las sustancias psicotrópicas de la convención de viene de la ONU. 2.- Anular la resolución de la OMS de 1953 que considera el consumo natural de la hoja de coca como tóxico-dependencia. 3.- Abrir los mercados internacionales (obviamente contando con un cierto control) para la exportación de la hoja de coca. 4.- Demostrar que el inofensivo mate de coca es un excelente reemplazo de la metadona para combatir las dependencias de sustancias psicoactivas.
Esa es una fórmula viable, que es recomendada por un profesional de las ciencias biológicas, con reconocida trayectoria en organismos internacionales y uno de los pocos que ha estudiado el tema de la coca y la cocaína con rigor científico.
Porque si seguimos con los mitos de “guerra” erradicación forzosa, certificación, descertificación y otros manejos políticos de la cuestión, no avanzamos hacia soluciones reales. Al contrario, retrocedemos.