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El derrame acelera bancarrota capitalista

de tubos poco resistentes y muy susceptibles a accidentes, conocidos como “long string”, que la empresa utiliza a sabiendas debido a sus menores costos. Cuando BP dijo que la fuga era 1.000 barriles diarios, el gobierno de Obama se vio obligado a informar con mayor realismo: “Las...

de tubos poco resistentes y muy susceptibles a accidentes, conocidos como “long string”, que la empresa utiliza a sabiendas debido a sus menores costos. Cuando BP dijo que la fuga era 1.000 barriles diarios, el gobierno de Obama se vio obligado a informar con mayor realismo: “Las autoridades calculan que el petróleo fluye a un ritmo de 60.000 barriles por día (9.540.000 litros) mucho más que lo estimado por British Petroleum y equivalente a un Exxon Valdez cada cuatro días. Los esfuerzos para detener el vertido tóxico han sido moderados.” (The Economist, 17 junio). La catástrofe del Exxon Valdez ocurrió en 1989 en Alaska, cuando el buque petrolero chocó contra un arrecife cercano a la costa y derramó 260.000 barriles de petróleo.

Otro sin controles

Las perforaciones submarinas como la del accidente, tienen escasa o ningún control. Un miembro de la oficina de gobierno encargada de controles, M. L. Kendal, inspector general del Departamento de Interior, “subrayó la seria escasez de inspectores de la agencia de gobierno de Minerales para cubrir los sitios de perforación e informó a legisladores que cubriendo los lugares de perforación en el Golfo de México hay 60 inspectores para supervisar aproximadamente 4.000 instalaciones de perforación” (New York Times, 16 de Junio). Este manejo discrecional obedece a que sin el petróleo del Golfo de México, el abastecimiento de Estados Unidos colapsaría.

La industria petrolera y Barack Obama

El gobierno de Obama mantiene en el control de la fuga de petróleo a la empresa que lo causó, alegando que solo ella tiene la tecnología para manejar la crisis. Pero el argumento es falaz, pues quien maneja la perforación es una contratista, la empresa Transocean, que BP debería controlar. Un especialista dice que “la mayoría de la tripulación de las plataformas trabaja para otras empresas, distinta que la compañía petrolera que opera el yacimiento”. Todos los equipos de perforación son arrendados mediante contratos específicos. Los barcos y robots que están intentando controlar la fuga son contratados. (Patrick Martin, en www.wsws.com)

Las acciones de BP han caído en Bolsa a la mitad desde el inicio del derrame. Y ya está arrastrando al conjunto de la industria que desde el inicio del derrame caen en promedio más del 20 por ciento. La sobrevivencia de BP está en cuestión y con ella todo el capital que opera en petróleo. Los grandes pulpos y las empresas estatales de petróleo se han convertido en oficinas de contrataciones – son las contratistas las que hacen los trabajos. El desastre del derrame es parte integrante de la crisis mundial. Agotada su capacidad de beneficio, las empresas han venido comprimiendo costos a costa de la seguridad y han derivado sus ganancias a operaciones financieras de riesgo – reduciendo de paso la oferta de combustibles. Pero las operaciones financieras se han ido a pique incluso antes del derrame. BP es en el petróleo una suerte de LCTM (1999), o Enron (2002), cuyas quiebras anticiparon la bancarrota general – en este caso en la industria petrolera. Como, a su vez, una quiebra de BP paralizaría todas las asociaciones de exploración y explotación en las que se encuentra, el golpe a la industria sería descomunal, y lo mismo ocurriría en las Bolsas en las que cotizan sus acciones. BP ya ha empezado por Argentina, donde está vendiendo el 60% de su participación en Panamerican Energy, que opera también  en Bolivia.


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