Victorias, derrotas y ausencias de un fin de semana "debatible"
La ausencia de Camacho eclipsó la de Arce en el último debate de candidatos presidenciales, donde Chi Hyun Chung se empleó más duramente, Tuto mantuvo la locuacidad y Mesa ejerció de "anfitrión"
No hubo más brillo en el segundo round; tampoco más debate. Apenas unos intercambios de opiniones durante dos horas y media en el plató del Círculo de Oficiales del Ejército de La Paz al que acudieron cinco de los siete candidatos que en dos semanas se jugarán la silla presidencial.
Sí sirvió para matizar, y también para sacar conclusiones sobre lo vivido el fin de semana. De entre los asistentes, María Cruz Bayá cambió radicalmente su actitud – aunque le salía en algunos momentos -, Feliciano Mamani mantuvo el tono, Chi se convirtió en un telepredicador inquisitivo por momentos, Tuto fue más Tuto, con rimas y todo, y Mesa hizo de padre de los muchachos, en plan “he venido porque me lo han pedido, pero no para discutir con ustedes que son nadie”.
El gran perdedor del fin de semana es Luis Fernando Camacho: el sábado, en terno, tenía que atacar y no atacó; ayer tenía que asistir y no asistió. Los analistas mantienen hasta tres opciones: 1.- ¿Será que se baja? 2.- Su campaña no sabe leer los tiempos y 3.- Lo engañaron. La tres cobra más fuerza a medida que pasa el tiempo, porque los rumores de que Carlos Mesa solo iba a asistir al que estuviera con Arce circularon ya el jueves, pero el pulso y presión volcada sobre el candidato “favorito” de la Asociación de Periodistas de La Paz fue real. Al final Mesa asistió y Camacho, que lleva meses diciendo que hay que hablar con todos y debatir donde haga falta, porque no tiene miedo, quedó desfigurado.
La ausencia de Camacho eclipsó la del propio Arce, que al menos había sido claro diciendo que no iba a asistir al debate que consideraba una encerrona y había aguantado el tipo más que bien en el debate del día precedente, donde salió indemne.
La cuestión es que esta vez el formato era un poco diferente: misma pregunta para todos y un turno de réplica o dúplica si procedía, pero que en realidad se convirtió en un redondeo del mensaje. Hubiera sido diferente, obviamente, si Arce hubiera asistido. El propio moderador del debate, Tuffí Aré, tuvo que rogar que debatieran, pues el día anterior la ausencia de confrontación fue lo más criticado.
Le hizo algo de caso Chi Hyun Chung, que tenía entrenado un perfil más agresivo que el día anterior. Le puso vehemencia a sus argumentaciones y una vez le dio por inquirir directamente a Carlos Mesa acusándolo de fomentar la ideología de género. Hubiera sido interesante entrar al tema del aborto, pero el candidato lo despachó con un: nunca he dicho eso.
No hubo mayores enfrentamientos ni alicientes: Bayá le tiró una propuesta de alianza a Carlos Mesa que le dejó en bandeja su argumento de “la unidad la decide la gente con su voto”. Feliciano Mamani tiró una pregunta en quechua que nadie entendió, o nadie escuchó. Tuto reguló su presentación de la cartilla de empresas y poco más.
El minuto final también fue mucho más moderado: Chi predicó sin cantar; Mamani sí sacó el charango; Bayá se quedó en su atril; Tuto describió su ejecentrismo – nacía en Cochabamba, defendí los colores de Santa Cruz y mis hijos nacieron en La Paz – y Mesa habló del voto útil sin hablar del voto útil.
Se cierra así el fin de semana más intenso de la política nacional en esta campaña electoral con algunas derrotas y unas cuantas lecciones aprendidas, como que la humildad es vital para que las cosas salgan bien, pero sobre todo con una semilla sembrada: debatir es posible.