Trampa de liquidez: temen prolongación de crisis o estallido “brutal”
“En el sistema capitalista, una crisis sirve, en cierta forma, para poner los relojes en hora: las burbujas especulativas estallan y luego el precio de los activos se acerca a su valor mercantil real; las empresas menos rentables quiebran, hay, por lo tanto, destrucción de capital. El...



“En el sistema capitalista, una crisis sirve, en cierta forma, para poner los relojes en hora: las burbujas especulativas estallan y luego el precio de los activos se acerca a su valor mercantil real; las empresas menos rentables quiebran, hay, por lo tanto, destrucción de capital. El desempleo crece y los salarios bajan. La crisis forma parte, de alguna manera, del metabolismo del capitalismo”.
Es la explicación de Eric Toussaint, profesor de la Universidad de Lieja (Bélgica) y portavoz del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), sobre el funcionamiento del sistema. Los analistas de la orilla opuesta, liberales, consideran que ese mecanismo es bueno porque ayuda a identificar y liquidar los emprendimientos no rentables, sin demanda real de mercado, y reventando burbujas e ilusiones artificiales de auge.
Para Toussaint, sin embargo, este metabolismo del capitalismo, cuyo funcionamiento implica el estallido periódico de crisis, afecta fuertemente a la población, mientras que los grandes bancos y empresas corresponsables de estas crisis no sólo se ven salvados por las políticas de los gobiernos de países desarrollados y sus bancos centrales, sino que incluso se ven beneficiados económicamente: crisis para unos, ganancias para otros. “Razón por la cual, hace falta eliminar el sistema capitalista”.
Están bloqueando el botón de “reset”
El problema que identifica el experto es que, hasta ahora, la intervención de los poderes públicos, “permite evitar o impedir que la crisis cumpla con la función normal de «purga» del sistema capitalista”.
[caption id="attachment_496459" align="alignright" width="200"] Eric Toussaint, del CADTM[/caption]
Así, “mientras que, por parte de la mayoría de la población, las víctimas se cuentan por decenas de millones, por parte de los responsables de la crisis no hubo un verdadero reordenamiento del capital, las quiebras de las grandes empresas fueron muy pocas, los bancos no saldaron sus cuentas y nuevas burbujas especulativas se formaron o se están formando. Y no volvió la inversión productiva”.
Según el análisis del experto, la poca cantidad de quiebras bancarias en EEUU, en Europa y en Japón sólo puede atribuirse a la ayuda aportada por los bancos centrales y los gobiernos de la Unión Europea (UE). Los gobernantes consideraron que los bancos privados eran demasiado grandes para permitir que quebraran.
“El mantenimiento de una política gubernamental que favorece los intereses de las grandes empresas privadas y que ataca los derechos económicos y sociales de las poblaciones, una demanda pública y privada insuficiente y en proceso de reducción, unas burbujas especulativas persistentes, etc., constituyen los ingredientes de una prolongación de la crisis. Si no producimos un cambio radical favorable a la justicia social, la crisis proseguirá durante largos años, y/ o repentinamente podría presentar un carácter brutal”, advierte.
La evidencia: una década de salvatajes que continúan
El martes 17 de septiembre de 2019, las agencias noticiosas informaban que la Reserva Federal de EEUU (Fed, que funciona como un banco central) inyectó 53.200 millones de dólares en los bancos privados, ya que sufrían una escasez de financiación diaria en el mercado interbancario y también en los Money market funds (MMF, que son sociedades financieras muy poco o nada controladas ni reglamentadas ya que no tienen licencia bancaria).
El miércoles 18, el jueves 19, el viernes 20 de septiembre, la Fed volvió a inyectar capital, cada uno de estos días por montos de 75.000 millones de dólares. Y el lunes 23 y martes 24, la Fed volvió a repetir la misma operación, “en un esfuerzo por suplir las necesidades de financiamiento de los bancos y Wall Street tras la turbulencia de la semana pasada”, según informaba la agencia Reuters.
[caption id="attachment_496460" align="alignleft" width="275"] La Fed y sus similares siguen inyectando liquidez en el sistema financiero[/caption]
Estas operaciones guardan similitud con lo ocurrido en septiembre de 2008, cuando los grandes bancos, en pleno colapso, interrumpieron los préstamos interbancarios (dejaron de confiar los unos en los otros), provocando, entre otras cosas, la quiebra de Lehman Brothers y el efecto dominó conocido por todos.
Debido al repentino cierre de crédito interbancario, la Fed inyectó liquidez de manera permanente a los grandes bancos privados de EEUU y también, hasta 2011, permitió a los bancos europeos tener acceso de forma masiva a la liquidez en dólares, para ayudar a que estos últimos puedan pagar sus compromisos con los bancos norteamericanos.
Lo que ocurrió esta vez, según los especialistas, es que el 17 de septiembre de 2019, los bancos tenían que estar listos para pagar el 10% de interés para tener acceso al crédito en el mercado interbancario y en el mercado de los MMF, mientras que el tipo de interés con el que la Fed prestaba a los bancos se establecía entre 2 y 2,25 %.
Pero ante su falta de liquidez, y gracias “a la presión del gran capital y a la de Trump”, la Fed prestó a los bancos privados 53.200 millones de dólares ese mismo día, y al día siguiente, bajo la continua presión de Trump, de los grandes bancos y de las grandes empresas, la Fed redujo su tipo director por segunda vez en tres meses. Desde el 18 de septiembre, el tipo de la Fed se estableció entre 1,75% y 2%, o sea una rebaja de 0,25%.
Deuda, especulación y trampa de liquidez
A decir de Toussaint, las políticas implementadas por los bancos centrales y los gobiernos de los países desarrollados han llevado a sus economías a lo que John Maynard Keynes llamó hace mucho tiempo la “trampa de la liquidez”.
Este fenómeno se refiere a cuando existe una liquidez artificial en el sistema financiero, junto con tasas de interés muy bajas, cercanas a cero, pero sin que esta liquidez se canalice hacia la inversión productiva en el sector real, sino que se queda atesorada por los propios bancos, con lo que la economía sigue sin despegar.
Eso es precisamente lo que está pasando en el norte global, según el experto del CADTM: “mientras los bancos centrales inyectan liquidez y bajan los tipos de interés, los bancos y las grandes empresas privadas prefieren guardar su dinero y tenerlo a mano para hacer frente a algunos golpes serios que podrían producir las bombas de tiempo que mantienen en sus balances y en las nuevas burbujas que contribuyen activamente a fabricar”.
En otras palabras, las grandes estas empresas mantienen un gran colchón de liquidez o la utilizan para especular, sea mediante la recompra de sus propias acciones -como lo hizo notar hace meses el economista británico Michael Roberts-, especulando con instrumentos dudosos como los llamados Hedge Funds (fondos buitre), fondos de inversiones, etc., o en otros sectores que en ciertos momentos atravesaron bonanzas (del sector inmobiliario pasaron a especular con materias primas, luego con bonos corporativos, bonos bursátiles, divisas). Distintas formas de capital ficticio.
Al mismo tiempo, Toussaint nota que el sector bancario, desde 2008, no fue del todo saneado y la concentración bancaria siguió en aumento y sin una regulación mínimamente apropiada. Con todo esto, “la economía capitalista mundial se mantiene a flote sobre un mar de deudas, y las inyecciones masivas de liquidez operadas por los principales bancos centrales (el BCE, y los de EEUU, Japón, Reino Unido y China) refuerzan esa tendencia”.
[caption id="attachment_496462" align="alignnone" width="348"] La liquidez no es usada para inversión productiva, sino para especulación y atesoramiento[/caption]
Lo que en síntesis observan desde el CADTM es que “las empresas industriales y de servicios consideran que no vale la pena invertir ya que la demanda pública y privada es muy floja”, mientras que a los grandes bancos privados “no les interesa invertir en la economía productiva y/o conceder préstamos a particulares y a las PYME”, porque al parecer ganan más especulando con capital ficticio y guardando el resto como colchón anti-shocks.
Según Keynes, para salir de este tipo de trampa de liquidez es necesario que los gobiernos aumenten el gasto público para relanzar la demanda y, por lo tanto, la economía: inversión pública (por ejemplo en la transición ecológica, las energía renovables, las grandes obras públicas, los edificios escolares y comunitarios), gastos para contratar personal en los servicios públicos con mejores remuneraciones, gastos sociales (en sanidad, educación, servicios sociales), aumento de las pensiones y diversos subsidios sociales.
Sin embargo, como es por demás conocido, las autoridades de los bancos centrales y los gobiernos de los países desarrollados no están abiertos a pensar en este tipo de alternativas, ya que su ideología los mantiene atados a la austeridad, y siguen utilizando como única herramienta la política monetaria (quantitative easing: inyección de liquidez al sector financiero y reducción de tasas de interés).
Burbujas y el temido efecto dominó
“Los bancos centrales saben perfectamente, y desde hace tiempo, que llevando a cabo esta política que permite que los bancos y las grandes empresas no financieras no se hundan, están favoreciendo la creación de nuevas burbujas especulativas que pueden estallar a muy corto plazo o a medio plazo”, advierte Erico Toussaint.
Algunas de estas nuevas burbujas especulativas que generan importantes rendimientos y corren el riesgo de estallar están relacionadas a los bonos corporativos (burbuja de obligaciones de empresas no financieras). Otra que ha identificado el CADTM es “la burbuja bursátil en plena expansión desde 2013 (la burbuja precedente estalló en 2007-2008)” y “una burbuja inmobiliaria en formación en Estados Unidos y China”.
La situación es realmente la de una trampa, aparentemente sin salida, si es que no se mira más allá de la ortodoxia fundamentalista. Y es que “los bancos centrales saben que si reducen significativamente las inyecciones de liquidez surgirán dificultades en los grandes bancos privados, que pueden provocar el estallido” de estas nuevas burbujas especulativas que se han estado formando estos últimos años.
“Si, además, se aumentan los tipos de interés, también aumentará el riesgo de las quiebras bancarias y el estallido de burbujas. Existe también otra dificultad: si los tipos de interés se incrementan, crecerá automáticamente el coste del pago de la deuda pública, y se agravará el déficit de los Estados”, afirma Toussaint.
El riesgo es que el estallido de una sola de todas estas burbujas puede provocar efectos en cadena “de enorme amplitud”.
[caption id="attachment_496463" align="aligncenter" width="387"] Cuando las burbujas estallen pueden generarse efectos en cadena[/caption]
La novedad de las actuales burbujas es que se desarrollan en una situación de débil crecimiento económico -incluso de estancamiento en los países más industrializados-, mientras que las fases de desarrollo de burbujas en el curso de los últimos cuarenta años se producían en fases de una cierta euforia económica y una tasa de crecimiento “bastante elevada”.
En este contexto, el portavoz del CADTM considera urgente un programa netamente anticapitalista, feminista, internacionalista y ecologista, para recuperar el sistema. Caso contrario, “el problema no es si estallarán las burbujas o no, sino cuándo estallarán”.
Es la explicación de Eric Toussaint, profesor de la Universidad de Lieja (Bélgica) y portavoz del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), sobre el funcionamiento del sistema. Los analistas de la orilla opuesta, liberales, consideran que ese mecanismo es bueno porque ayuda a identificar y liquidar los emprendimientos no rentables, sin demanda real de mercado, y reventando burbujas e ilusiones artificiales de auge.
Para Toussaint, sin embargo, este metabolismo del capitalismo, cuyo funcionamiento implica el estallido periódico de crisis, afecta fuertemente a la población, mientras que los grandes bancos y empresas corresponsables de estas crisis no sólo se ven salvados por las políticas de los gobiernos de países desarrollados y sus bancos centrales, sino que incluso se ven beneficiados económicamente: crisis para unos, ganancias para otros. “Razón por la cual, hace falta eliminar el sistema capitalista”.
Están bloqueando el botón de “reset”
El problema que identifica el experto es que, hasta ahora, la intervención de los poderes públicos, “permite evitar o impedir que la crisis cumpla con la función normal de «purga» del sistema capitalista”.
[caption id="attachment_496459" align="alignright" width="200"] Eric Toussaint, del CADTM[/caption]
Así, “mientras que, por parte de la mayoría de la población, las víctimas se cuentan por decenas de millones, por parte de los responsables de la crisis no hubo un verdadero reordenamiento del capital, las quiebras de las grandes empresas fueron muy pocas, los bancos no saldaron sus cuentas y nuevas burbujas especulativas se formaron o se están formando. Y no volvió la inversión productiva”.
Según el análisis del experto, la poca cantidad de quiebras bancarias en EEUU, en Europa y en Japón sólo puede atribuirse a la ayuda aportada por los bancos centrales y los gobiernos de la Unión Europea (UE). Los gobernantes consideraron que los bancos privados eran demasiado grandes para permitir que quebraran.
“El mantenimiento de una política gubernamental que favorece los intereses de las grandes empresas privadas y que ataca los derechos económicos y sociales de las poblaciones, una demanda pública y privada insuficiente y en proceso de reducción, unas burbujas especulativas persistentes, etc., constituyen los ingredientes de una prolongación de la crisis. Si no producimos un cambio radical favorable a la justicia social, la crisis proseguirá durante largos años, y/ o repentinamente podría presentar un carácter brutal”, advierte.
La evidencia: una década de salvatajes que continúan
El martes 17 de septiembre de 2019, las agencias noticiosas informaban que la Reserva Federal de EEUU (Fed, que funciona como un banco central) inyectó 53.200 millones de dólares en los bancos privados, ya que sufrían una escasez de financiación diaria en el mercado interbancario y también en los Money market funds (MMF, que son sociedades financieras muy poco o nada controladas ni reglamentadas ya que no tienen licencia bancaria).
El miércoles 18, el jueves 19, el viernes 20 de septiembre, la Fed volvió a inyectar capital, cada uno de estos días por montos de 75.000 millones de dólares. Y el lunes 23 y martes 24, la Fed volvió a repetir la misma operación, “en un esfuerzo por suplir las necesidades de financiamiento de los bancos y Wall Street tras la turbulencia de la semana pasada”, según informaba la agencia Reuters.
[caption id="attachment_496460" align="alignleft" width="275"] La Fed y sus similares siguen inyectando liquidez en el sistema financiero[/caption]
Estas operaciones guardan similitud con lo ocurrido en septiembre de 2008, cuando los grandes bancos, en pleno colapso, interrumpieron los préstamos interbancarios (dejaron de confiar los unos en los otros), provocando, entre otras cosas, la quiebra de Lehman Brothers y el efecto dominó conocido por todos.
Debido al repentino cierre de crédito interbancario, la Fed inyectó liquidez de manera permanente a los grandes bancos privados de EEUU y también, hasta 2011, permitió a los bancos europeos tener acceso de forma masiva a la liquidez en dólares, para ayudar a que estos últimos puedan pagar sus compromisos con los bancos norteamericanos.
Lo que ocurrió esta vez, según los especialistas, es que el 17 de septiembre de 2019, los bancos tenían que estar listos para pagar el 10% de interés para tener acceso al crédito en el mercado interbancario y en el mercado de los MMF, mientras que el tipo de interés con el que la Fed prestaba a los bancos se establecía entre 2 y 2,25 %.
Pero ante su falta de liquidez, y gracias “a la presión del gran capital y a la de Trump”, la Fed prestó a los bancos privados 53.200 millones de dólares ese mismo día, y al día siguiente, bajo la continua presión de Trump, de los grandes bancos y de las grandes empresas, la Fed redujo su tipo director por segunda vez en tres meses. Desde el 18 de septiembre, el tipo de la Fed se estableció entre 1,75% y 2%, o sea una rebaja de 0,25%.
Deuda, especulación y trampa de liquidez
A decir de Toussaint, las políticas implementadas por los bancos centrales y los gobiernos de los países desarrollados han llevado a sus economías a lo que John Maynard Keynes llamó hace mucho tiempo la “trampa de la liquidez”.
Este fenómeno se refiere a cuando existe una liquidez artificial en el sistema financiero, junto con tasas de interés muy bajas, cercanas a cero, pero sin que esta liquidez se canalice hacia la inversión productiva en el sector real, sino que se queda atesorada por los propios bancos, con lo que la economía sigue sin despegar.
Eso es precisamente lo que está pasando en el norte global, según el experto del CADTM: “mientras los bancos centrales inyectan liquidez y bajan los tipos de interés, los bancos y las grandes empresas privadas prefieren guardar su dinero y tenerlo a mano para hacer frente a algunos golpes serios que podrían producir las bombas de tiempo que mantienen en sus balances y en las nuevas burbujas que contribuyen activamente a fabricar”.
En otras palabras, las grandes estas empresas mantienen un gran colchón de liquidez o la utilizan para especular, sea mediante la recompra de sus propias acciones -como lo hizo notar hace meses el economista británico Michael Roberts-, especulando con instrumentos dudosos como los llamados Hedge Funds (fondos buitre), fondos de inversiones, etc., o en otros sectores que en ciertos momentos atravesaron bonanzas (del sector inmobiliario pasaron a especular con materias primas, luego con bonos corporativos, bonos bursátiles, divisas). Distintas formas de capital ficticio.
Al mismo tiempo, Toussaint nota que el sector bancario, desde 2008, no fue del todo saneado y la concentración bancaria siguió en aumento y sin una regulación mínimamente apropiada. Con todo esto, “la economía capitalista mundial se mantiene a flote sobre un mar de deudas, y las inyecciones masivas de liquidez operadas por los principales bancos centrales (el BCE, y los de EEUU, Japón, Reino Unido y China) refuerzan esa tendencia”.
[caption id="attachment_496462" align="alignnone" width="348"] La liquidez no es usada para inversión productiva, sino para especulación y atesoramiento[/caption]
Lo que en síntesis observan desde el CADTM es que “las empresas industriales y de servicios consideran que no vale la pena invertir ya que la demanda pública y privada es muy floja”, mientras que a los grandes bancos privados “no les interesa invertir en la economía productiva y/o conceder préstamos a particulares y a las PYME”, porque al parecer ganan más especulando con capital ficticio y guardando el resto como colchón anti-shocks.
Según Keynes, para salir de este tipo de trampa de liquidez es necesario que los gobiernos aumenten el gasto público para relanzar la demanda y, por lo tanto, la economía: inversión pública (por ejemplo en la transición ecológica, las energía renovables, las grandes obras públicas, los edificios escolares y comunitarios), gastos para contratar personal en los servicios públicos con mejores remuneraciones, gastos sociales (en sanidad, educación, servicios sociales), aumento de las pensiones y diversos subsidios sociales.
Sin embargo, como es por demás conocido, las autoridades de los bancos centrales y los gobiernos de los países desarrollados no están abiertos a pensar en este tipo de alternativas, ya que su ideología los mantiene atados a la austeridad, y siguen utilizando como única herramienta la política monetaria (quantitative easing: inyección de liquidez al sector financiero y reducción de tasas de interés).
Burbujas y el temido efecto dominó
“Los bancos centrales saben perfectamente, y desde hace tiempo, que llevando a cabo esta política que permite que los bancos y las grandes empresas no financieras no se hundan, están favoreciendo la creación de nuevas burbujas especulativas que pueden estallar a muy corto plazo o a medio plazo”, advierte Erico Toussaint.
Algunas de estas nuevas burbujas especulativas que generan importantes rendimientos y corren el riesgo de estallar están relacionadas a los bonos corporativos (burbuja de obligaciones de empresas no financieras). Otra que ha identificado el CADTM es “la burbuja bursátil en plena expansión desde 2013 (la burbuja precedente estalló en 2007-2008)” y “una burbuja inmobiliaria en formación en Estados Unidos y China”.
La situación es realmente la de una trampa, aparentemente sin salida, si es que no se mira más allá de la ortodoxia fundamentalista. Y es que “los bancos centrales saben que si reducen significativamente las inyecciones de liquidez surgirán dificultades en los grandes bancos privados, que pueden provocar el estallido” de estas nuevas burbujas especulativas que se han estado formando estos últimos años.
“Si, además, se aumentan los tipos de interés, también aumentará el riesgo de las quiebras bancarias y el estallido de burbujas. Existe también otra dificultad: si los tipos de interés se incrementan, crecerá automáticamente el coste del pago de la deuda pública, y se agravará el déficit de los Estados”, afirma Toussaint.
El riesgo es que el estallido de una sola de todas estas burbujas puede provocar efectos en cadena “de enorme amplitud”.
[caption id="attachment_496463" align="aligncenter" width="387"] Cuando las burbujas estallen pueden generarse efectos en cadena[/caption]
La novedad de las actuales burbujas es que se desarrollan en una situación de débil crecimiento económico -incluso de estancamiento en los países más industrializados-, mientras que las fases de desarrollo de burbujas en el curso de los últimos cuarenta años se producían en fases de una cierta euforia económica y una tasa de crecimiento “bastante elevada”.
En este contexto, el portavoz del CADTM considera urgente un programa netamente anticapitalista, feminista, internacionalista y ecologista, para recuperar el sistema. Caso contrario, “el problema no es si estallarán las burbujas o no, sino cuándo estallarán”.