Estudios: Desempleo se estabiliza pero la calidad del trabajo empeora
“Tras el continuo deterioro de las condiciones del mercado laboral de América Latina y el Caribe entre 2015 y 2017, se esperaba una moderada mejoría del desempeño laboral para 2018”, cosa que no ocurrió ya que, si bien se frenó el aumento de desempleo, “otros indicadores muestran un...



“Tras el continuo deterioro de las condiciones del mercado laboral de América Latina y el Caribe entre 2015 y 2017, se esperaba una moderada mejoría del desempeño laboral para 2018”, cosa que no ocurrió ya que, si bien se frenó el aumento de desempleo, “otros indicadores muestran un nuevo deterioro de la calidad media del empleo en muchos países”.
Es el diagnóstico realizado en un reciente informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que agrega que esta tendencia se debe tanto a la “insuficiencia de la generación de empleo asalariado respecto a las necesidades de muchos buscadores de ingresos laborales, como por procesos de informalización del empleo asalariado que han contrarrestado los avances alcanzados en la formalización entre mediados de la década de 2000 y de la década actual”.
El informe de Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe, de OIT-CEPAL, también afirma que la “marcada desaceleración” del crecimiento entre 2010 y 2016 tuvo un fuerte impacto en la generación de empleo, primero atenuando la dinámica del aumento de la tasa de ocupación y después reduciéndola. “En 2017 y 2018, la leve recuperación del crecimiento incidió en una estabilización de la tasa”.
En Bolivia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de desocupación ha tenido una reducción importante histórica hasta el año 2012, cuando alcanzó su cifra más baja situada en 2,3% (3,2% a nivel urbano). A partir de entonces, la cifra ha subido levemente y fluctuado alrededor del 3,5% (por encima del 4% a nivel urbano).
Así, el año 2015 cerró con 3,5% (4,5% urbano), el 2016 con 3,4% (urbano 4,4%), el 2017 con 3,4% (4,5%). La dificultad de seguir reduciendo el desempleo en los años posbonanza reflejaba también la correlación entre crecimiento económico y el comportamiento de las tasas de ocupación y desocupación.
Para el 2018, el director del INE, Santiago Farjat, afirmó que la tasa de desocupación urbana bajó a 4,27%, reafirmando así que la desocupación en Bolivia está muy por debajo las cifras regionales, que según la OIT-CEPAL tuvo un promedio nacional de 8% en 2018, y de 9% a nivel urbano.
La importancia de mencionar las tasas de desocupación urbana radica en que, según OIT-CEPAL, éstas “suelen reflejar en mayor grado el impacto de la coyuntura económica. En contraste, las tasas rurales —y, por lo tanto, las tasas nacionales— abarcan gran parte del sector agropecuario, que por razones estructurales suele registrar bajas tasas de desocupación abierta y un impacto más mesurado de la coyuntura”.
Es por ello que los niveles de las tres tasas (ocupación, participación y desocupación) suelen ser más altos en las zonas urbanas que en las rurales y, por lo tanto, que en el total nacional.
[caption id="attachment_438668" align="aligncenter" width="474"] Bolivia: Tasa de desocupación a nivel urbano. Fuente: INE[/caption]
Tasa de participación en la economía
La OIT define a la tasa de participación en la fuerza de trabajo (antiguamente conocida como población activa) como “un indicador de la proporción de la población en edad de trabajar de un país que participa activamente en el mercado de trabajo, ya sea trabajando o buscando empleo; refleja la magnitud de la oferta de mano de obra disponible en un momento dado”.
La tasa de participación se calcula expresando la cantidad de personas en la fuerza de trabajo como porcentaje de la población en edad de trabajar. En este sentido, la fuerza de trabajo es la suma del número de personas ocupadas más el número de personas desocupadas.
El informe de OIT-CEPAL refleja que la tasa de participación mostró un comportamiento variado: “Durante los primeros años de la década la oferta laboral se mostró dinámica en un contexto de generación relativamente fuerte de empleo, y al mismo tiempo reflejó una tendencia de largo plazo hacia el incremento de la participación laboral de las mujeres”.
Entre 2013 y 2015, el debilitamiento de las opciones laborales incidió en el retiro de cierta proporción de la fuerza laboral del mercado de trabajo. Pero a partir de 2016 la tasa de participación urbana volvió a aumentar, “probablemente debido a las necesidades de ingreso de muchos hogares y pese a que la creación de empleo asalariado todavía no se había vuelto dinámica, y se generaron nuevas fuentes de ingresos laborales, sobre todo a través del trabajo por cuenta propia”.
Para el caso de Bolivia, los datos del INE muestran un comportamiento similar, aunque no exactamente igual que a nivel Latinoamérica, ya que parece ser más fluctuante. Así, en 2011 la tasa de participación global en la economía fue de 65,9%, cayó a 61,1% en 2012, y volvió a subir a 63,4% en 2013 y a 65,9% en 2014.
Para 2015 se registró una nueva caída hasta el 61%, un fuerte crecimiento en 2016 (65,6%) y otra reducción, hasta el 62,4% en 2017. Aún no hay datos disponibles para 2018.
Brecha de género se mantiene
De acuerdo con la OIT-CEPAL, se mantiene la tendencia de largo plazo de una participación creciente de las mujeres en los mercados laborales, mientras que la tasa de participación de los hombres está bajando, “sobre todo como consecuencia de una mayor permanencia de los hombres jóvenes en los sistemas educativos y del envejecimiento de la población”.
[caption id="attachment_438673" align="alignright" width="300"] Pese a avances, el desempleo aún afecta más a las mujeres que a los hombres[/caption]
Si bien ambos factores (mayores niveles educativos y procesos de envejecimiento) afectan también a las mujeres, la tendencia se compensa “con creces” por el aumento de la inserción laboral de las mujeres. Sin embargo, el reporte advierte que el incremento de la inserción de las mujeres se está dando en un contexto en que la mayor parte de los empleos emergentes son de mala calidad.
De todas maneras, la OIT-CEPAL remarcan que se mantienen grandes brechas en las tasas de participación, ocupación y desocupación entre hombres y mujeres.
En Bolivia, estas brechas también son evidentes y persistentes. Según datos del INE, hay una brecha de aproximadamente 20 puntos porcentuales en promedio entre los años 2011 y 2017 en la tasa global de participación. Por ejemplo, el año 2011 la tasa de participación de los hombres fue de 74,7% y la de las mujeres de 57,5%. En 2017 (último año disponible) los hombres tuvieron una tasa de 72,4% y las mujeres una de 52,9%.
Las mujeres también padecen más desocupación. En 2011 la tasa de desocupación de los hombres era de 2,2% y de las mujeres de 3,2%. Para 2017 la tasa para los hombres fue de 2,9% y para las mujeres de 4,1%. Una brecha que no se ha cerrado en absoluto.
No hay un análisis a nivel Bolivia sobre las causas de que estas brechas se mantengan, aunque es probable que sean similares a las que se detallan para el nivel regional. También resulta evidente que el contexto de la mala calidad de los empleos emergentes se extiende para el caso de Bolivia, y que el aumento de la precarización laboral es un hecho.
Precariedad, informalidad y cuentapropismo
Si bien el año 2018 el mercado laboral latinoamericano tuvo una leve recuperación respecto a los dos años anteriores, tanto en el número de ocupados como en la generación de empleo asalariado (formal), la OIT-CEPAL señalan que por sexto año consecutivo el empleo asalariado se expandió menos que el trabajo por cuenta propia —generalmente de peor calidad—, “lo que implica un continuo deterioro de la calidad media del trabajo remunerado”.
[caption id="attachment_438671" align="alignnone" width="477"] Contribución al aumento del empleo en Latinoamérica según categoría ocupacional. Fuente: OIT-CEPAL[/caption]
Así, la expansión del trabajo por cuenta propia contribuyó aproximadamente un 49% al aumento del número de ocupados en el mercado laboral, mientras que la generación de empleo asalariado aportó solo un 37%. Otras categorías de ocupación contribuyeron al 14% de nuevos empleos restantes.
[caption id="attachment_438672" align="alignnone" width="455"] Contribución al aumento del empleo en Latinoamérica según sector económico. Fuente: OIT-CEPAL[/caption]
“Esta composición de la generación neta de empleo durante 2018 indica que la mayor parte de ella representa trabajo de baja calidad, con lo que se constata un nuevo deterioro de la calidad media del trabajo en la región”, sentencia el documento.
Aunque el informe de la OIT-CEPAL no incluye datos de Bolivia por falta de “disponibilidad”, la información del INE, de Fundempresa y de investigadores como Jose Luis Barroso (del Centro de Estudios de la Realidad Social y Económica, CERES) y expertos del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), corroboran estas tendencias.
El director del INE afirmó en febrero que en el área urbana la población ocupada alcanza alrededor de 3.571.000 personas, de los cuales el 22,1% tiene como principal actividad el Comercio, seguido de un 14,1% que se dedica a la Industria Manufacturera y el 9,8% que trabaja en Alojamientos y comidas, principalmente.
Asimismo, de las 325.000 personas que estaban como inactivas durante el tercer trimestre de 2018, el 30,8% de ellas se enrolaron en actividades de comercio, 15,7% en actividades relacionadas con el alojamiento y comidas, y otro 15,1% pasaron a actividades de la industria manufacturera, explicó Farjat.
Y de las 81.000 personas que estaban desocupadas durante el tercer trimestre, el 22,2% encontró un trabajo en actividades de la construcción, el 16% se ocupó en actividades de comercio y un 11,1% consiguió trabajo en actividades relacionadas con la industria manufacturera durante el cuarto trimestre de 2018.
Como señalan los expertos, los sectores de mayor absorción laboral fueron aquellos donde la calidad del empleo es peor, o donde predominan la informalidad y el trabajo por cuenta propia. Incluso en el sector formal, el 79% de las empresas son unipersonales, y predomina el comercio (35%) según los últimos datos de Fundempresa (a marzo de 2019).
Por su parte, Barroso enfatiza que “si bien las cifras de desempleo en el país disminuyeron en los últimos diez años, este fenómeno parece haber tenido un efecto inverso en la calidad del empleo, es decir la calidad de empleo se deterioró considerablemente”.
El experto explica que más del 80% de la población en Bolivia actualmente se encuentra desarrollando sus actividades laborales “en condiciones realmente precarias, ya sea por no contar con contratos, no tener beneficios sociales o estar trabajando, en muchos casos, más de 15 horas diarias”, recordando otra característica del mercado de trabajo boliviano: es la misma gente la que genera su propio trabajo, el autoempleo.
Ya en un informe de 2014, el CEDLA había encontrado, con base en una encuesta realizada en el eje troncal del país (incluido El Alto), que el 65 % del empleo generado pertenecería al sector informal y el 35 % al empleo formal, del cual el Estado sólo habría generado el 9,6% y el sector privado el 22 %.
Para este 2019, la OIT-CEPAL estiman que, a nivel regional, gran parte de los nuevos puestos de trabajo “serán de peor calidad media, dado que se tratará especialmente de cierto tipo de trabajo por cuenta propia”, y también “se teme que siga en aumento la informalidad laboral, tanto por la debilidad en la generación de empleo asalariado como por la informalización de los empleos existentes como consecuencia de estrategias de reducción de costos”.
[caption id="attachment_438674" align="aligncenter" width="425"] Vulnerabilidad, autoexplotación, informalidad. Predomina el empleo precario[/caption]
Es el diagnóstico realizado en un reciente informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que agrega que esta tendencia se debe tanto a la “insuficiencia de la generación de empleo asalariado respecto a las necesidades de muchos buscadores de ingresos laborales, como por procesos de informalización del empleo asalariado que han contrarrestado los avances alcanzados en la formalización entre mediados de la década de 2000 y de la década actual”.
El informe de Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe, de OIT-CEPAL, también afirma que la “marcada desaceleración” del crecimiento entre 2010 y 2016 tuvo un fuerte impacto en la generación de empleo, primero atenuando la dinámica del aumento de la tasa de ocupación y después reduciéndola. “En 2017 y 2018, la leve recuperación del crecimiento incidió en una estabilización de la tasa”.
En Bolivia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de desocupación ha tenido una reducción importante histórica hasta el año 2012, cuando alcanzó su cifra más baja situada en 2,3% (3,2% a nivel urbano). A partir de entonces, la cifra ha subido levemente y fluctuado alrededor del 3,5% (por encima del 4% a nivel urbano).
Así, el año 2015 cerró con 3,5% (4,5% urbano), el 2016 con 3,4% (urbano 4,4%), el 2017 con 3,4% (4,5%). La dificultad de seguir reduciendo el desempleo en los años posbonanza reflejaba también la correlación entre crecimiento económico y el comportamiento de las tasas de ocupación y desocupación.
Para el 2018, el director del INE, Santiago Farjat, afirmó que la tasa de desocupación urbana bajó a 4,27%, reafirmando así que la desocupación en Bolivia está muy por debajo las cifras regionales, que según la OIT-CEPAL tuvo un promedio nacional de 8% en 2018, y de 9% a nivel urbano.
La importancia de mencionar las tasas de desocupación urbana radica en que, según OIT-CEPAL, éstas “suelen reflejar en mayor grado el impacto de la coyuntura económica. En contraste, las tasas rurales —y, por lo tanto, las tasas nacionales— abarcan gran parte del sector agropecuario, que por razones estructurales suele registrar bajas tasas de desocupación abierta y un impacto más mesurado de la coyuntura”.
Es por ello que los niveles de las tres tasas (ocupación, participación y desocupación) suelen ser más altos en las zonas urbanas que en las rurales y, por lo tanto, que en el total nacional.
[caption id="attachment_438668" align="aligncenter" width="474"] Bolivia: Tasa de desocupación a nivel urbano. Fuente: INE[/caption]
Tasa de participación en la economía
La OIT define a la tasa de participación en la fuerza de trabajo (antiguamente conocida como población activa) como “un indicador de la proporción de la población en edad de trabajar de un país que participa activamente en el mercado de trabajo, ya sea trabajando o buscando empleo; refleja la magnitud de la oferta de mano de obra disponible en un momento dado”.
La tasa de participación se calcula expresando la cantidad de personas en la fuerza de trabajo como porcentaje de la población en edad de trabajar. En este sentido, la fuerza de trabajo es la suma del número de personas ocupadas más el número de personas desocupadas.
El informe de OIT-CEPAL refleja que la tasa de participación mostró un comportamiento variado: “Durante los primeros años de la década la oferta laboral se mostró dinámica en un contexto de generación relativamente fuerte de empleo, y al mismo tiempo reflejó una tendencia de largo plazo hacia el incremento de la participación laboral de las mujeres”.
Entre 2013 y 2015, el debilitamiento de las opciones laborales incidió en el retiro de cierta proporción de la fuerza laboral del mercado de trabajo. Pero a partir de 2016 la tasa de participación urbana volvió a aumentar, “probablemente debido a las necesidades de ingreso de muchos hogares y pese a que la creación de empleo asalariado todavía no se había vuelto dinámica, y se generaron nuevas fuentes de ingresos laborales, sobre todo a través del trabajo por cuenta propia”.
Para el caso de Bolivia, los datos del INE muestran un comportamiento similar, aunque no exactamente igual que a nivel Latinoamérica, ya que parece ser más fluctuante. Así, en 2011 la tasa de participación global en la economía fue de 65,9%, cayó a 61,1% en 2012, y volvió a subir a 63,4% en 2013 y a 65,9% en 2014.
Para 2015 se registró una nueva caída hasta el 61%, un fuerte crecimiento en 2016 (65,6%) y otra reducción, hasta el 62,4% en 2017. Aún no hay datos disponibles para 2018.
Brecha de género se mantiene
De acuerdo con la OIT-CEPAL, se mantiene la tendencia de largo plazo de una participación creciente de las mujeres en los mercados laborales, mientras que la tasa de participación de los hombres está bajando, “sobre todo como consecuencia de una mayor permanencia de los hombres jóvenes en los sistemas educativos y del envejecimiento de la población”.
[caption id="attachment_438673" align="alignright" width="300"] Pese a avances, el desempleo aún afecta más a las mujeres que a los hombres[/caption]
Si bien ambos factores (mayores niveles educativos y procesos de envejecimiento) afectan también a las mujeres, la tendencia se compensa “con creces” por el aumento de la inserción laboral de las mujeres. Sin embargo, el reporte advierte que el incremento de la inserción de las mujeres se está dando en un contexto en que la mayor parte de los empleos emergentes son de mala calidad.
De todas maneras, la OIT-CEPAL remarcan que se mantienen grandes brechas en las tasas de participación, ocupación y desocupación entre hombres y mujeres.
En Bolivia, estas brechas también son evidentes y persistentes. Según datos del INE, hay una brecha de aproximadamente 20 puntos porcentuales en promedio entre los años 2011 y 2017 en la tasa global de participación. Por ejemplo, el año 2011 la tasa de participación de los hombres fue de 74,7% y la de las mujeres de 57,5%. En 2017 (último año disponible) los hombres tuvieron una tasa de 72,4% y las mujeres una de 52,9%.
Las mujeres también padecen más desocupación. En 2011 la tasa de desocupación de los hombres era de 2,2% y de las mujeres de 3,2%. Para 2017 la tasa para los hombres fue de 2,9% y para las mujeres de 4,1%. Una brecha que no se ha cerrado en absoluto.
No hay un análisis a nivel Bolivia sobre las causas de que estas brechas se mantengan, aunque es probable que sean similares a las que se detallan para el nivel regional. También resulta evidente que el contexto de la mala calidad de los empleos emergentes se extiende para el caso de Bolivia, y que el aumento de la precarización laboral es un hecho.
Precariedad, informalidad y cuentapropismo
Si bien el año 2018 el mercado laboral latinoamericano tuvo una leve recuperación respecto a los dos años anteriores, tanto en el número de ocupados como en la generación de empleo asalariado (formal), la OIT-CEPAL señalan que por sexto año consecutivo el empleo asalariado se expandió menos que el trabajo por cuenta propia —generalmente de peor calidad—, “lo que implica un continuo deterioro de la calidad media del trabajo remunerado”.
[caption id="attachment_438671" align="alignnone" width="477"] Contribución al aumento del empleo en Latinoamérica según categoría ocupacional. Fuente: OIT-CEPAL[/caption]
Así, la expansión del trabajo por cuenta propia contribuyó aproximadamente un 49% al aumento del número de ocupados en el mercado laboral, mientras que la generación de empleo asalariado aportó solo un 37%. Otras categorías de ocupación contribuyeron al 14% de nuevos empleos restantes.
[caption id="attachment_438672" align="alignnone" width="455"] Contribución al aumento del empleo en Latinoamérica según sector económico. Fuente: OIT-CEPAL[/caption]
“Esta composición de la generación neta de empleo durante 2018 indica que la mayor parte de ella representa trabajo de baja calidad, con lo que se constata un nuevo deterioro de la calidad media del trabajo en la región”, sentencia el documento.
Aunque el informe de la OIT-CEPAL no incluye datos de Bolivia por falta de “disponibilidad”, la información del INE, de Fundempresa y de investigadores como Jose Luis Barroso (del Centro de Estudios de la Realidad Social y Económica, CERES) y expertos del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), corroboran estas tendencias.
El director del INE afirmó en febrero que en el área urbana la población ocupada alcanza alrededor de 3.571.000 personas, de los cuales el 22,1% tiene como principal actividad el Comercio, seguido de un 14,1% que se dedica a la Industria Manufacturera y el 9,8% que trabaja en Alojamientos y comidas, principalmente.
Asimismo, de las 325.000 personas que estaban como inactivas durante el tercer trimestre de 2018, el 30,8% de ellas se enrolaron en actividades de comercio, 15,7% en actividades relacionadas con el alojamiento y comidas, y otro 15,1% pasaron a actividades de la industria manufacturera, explicó Farjat.
Y de las 81.000 personas que estaban desocupadas durante el tercer trimestre, el 22,2% encontró un trabajo en actividades de la construcción, el 16% se ocupó en actividades de comercio y un 11,1% consiguió trabajo en actividades relacionadas con la industria manufacturera durante el cuarto trimestre de 2018.
Como señalan los expertos, los sectores de mayor absorción laboral fueron aquellos donde la calidad del empleo es peor, o donde predominan la informalidad y el trabajo por cuenta propia. Incluso en el sector formal, el 79% de las empresas son unipersonales, y predomina el comercio (35%) según los últimos datos de Fundempresa (a marzo de 2019).
Por su parte, Barroso enfatiza que “si bien las cifras de desempleo en el país disminuyeron en los últimos diez años, este fenómeno parece haber tenido un efecto inverso en la calidad del empleo, es decir la calidad de empleo se deterioró considerablemente”.
El experto explica que más del 80% de la población en Bolivia actualmente se encuentra desarrollando sus actividades laborales “en condiciones realmente precarias, ya sea por no contar con contratos, no tener beneficios sociales o estar trabajando, en muchos casos, más de 15 horas diarias”, recordando otra característica del mercado de trabajo boliviano: es la misma gente la que genera su propio trabajo, el autoempleo.
Ya en un informe de 2014, el CEDLA había encontrado, con base en una encuesta realizada en el eje troncal del país (incluido El Alto), que el 65 % del empleo generado pertenecería al sector informal y el 35 % al empleo formal, del cual el Estado sólo habría generado el 9,6% y el sector privado el 22 %.
Para este 2019, la OIT-CEPAL estiman que, a nivel regional, gran parte de los nuevos puestos de trabajo “serán de peor calidad media, dado que se tratará especialmente de cierto tipo de trabajo por cuenta propia”, y también “se teme que siga en aumento la informalidad laboral, tanto por la debilidad en la generación de empleo asalariado como por la informalización de los empleos existentes como consecuencia de estrategias de reducción de costos”.
[caption id="attachment_438674" align="aligncenter" width="425"] Vulnerabilidad, autoexplotación, informalidad. Predomina el empleo precario[/caption]