Transformers y equilibristas: 25 años de la victoria del MIR en Tarija



En 2024 se cumplirán 25 años de la primera victoria de Óscar Montes en el municipio de Tarija que este 5 de diciembre pasó inadvertida. Mucho han cambiado las huestes de aquel partido desde aquel domingo veraniego de 1999 en el que el hoy gobernador se impuso ajustadamente en una contienda cerrada contra otros dos pesos pesados: Mario Cossío que celebró como un triunfo los tres concejales del MNR al considerarse el enemigo a batir por todos, y Motete Zamora del FRI, que recibió con tono lúgubre unos resultados que lo empezaban a alejar de la primera línea.

Montes había sumado el 35% de los votos con el MIR – Nueva Mayoría y consolidaba así el salto desde el Comité Cívico. Los que avalaron su fichaje se dieron por satisfechos, más cuando comandó las negociaciones “contra” el propio Motete, que al final hizo valer sus tres concejales para conformar una mayoría en el Concejo que le diera cierta viabilidad a la gestión a cambio, claro, de unas cuantas carteras.
Nancy Aparicio de Handam por el FRI fue la presidenta elegida para el Concejo, secundada por Roberto Ávila como secretario y no sin polémica, Marcela Urquidi de Ugarte, del MNR, como vicepresidenta en una jugada digna de aquellos años.
Montes supo capitalizar la gestión y en 2004, también un 5 de diciembre, volvió a ganar, esta vez con casi el 54% de los votos. Sería la última bajo las siglas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Jaime Paz Zamora y todo su séquito generacional tarijeño, que inexorablemente se vio arrastrada al costado.
El hoy gobernador leyó los tiempos tras la debacle del sistema tradicional y la irrupción de Evo Morales, de deshizo de rémoras como la sigla, sustituida por UNIR, y avanzó a paso firme en su plan: concentración total en lo municipal mientras se asentaba lo que fuera que tenía que suceder a nivel nacional.
Fue justo en esa época cuando se cimentó el poder de Montes, precisamente sobre la estructura de UNIR, que bebía de las mismas fuentes socialdemócratas del MIR pero recuperó la calle gracias a una renovación de cuadros llegados desde los barrios que tuvieron peso real entre la clásica oligarquía mirista.
De aquella época se recuerdan sobre todo a Francisco Rosas, Rolando Ruíz y algunos de los que hoy siguen cerca, como Efraín Rivera o el fichaje de Delia García que convivían con los clásicos Paputsakis, Ávilas y demás. En 2010 se rehabilitó a los Paz Zamora con la inclusión de Rodrigo en el cuerpo de concejales entregándole de forma vitalicia la Presidencia del Concejo.
Hacia el final, Montes ya había decidido volar a la Gobernación, sobre todo tras el experimento con Tuto y el MNR en las presidenciales de 2014 del que salió bien parado en la ciudad. Cuando el MAS se lo impidió con una campaña de acoso y derribo que incluía investigaciones a los patrimonios familiares era demasiado tarde para rehabilitarse en la Alcaldía.
Divisiones
Montes había cedido a favor de Rodrigo Paz, a pesar de que varios colaboradores insistían en dejarlo todo en manos de Francisco Rosas, que por entonces era el concejal que fungía como alcalde alterno y el principal suministrador de pegas en la estructura y que siempre había sido un funcionario sin carisma y leal.
La decisión no tardó en convertirse en escisión. Rodrigo Paz exigió poder total ni bien asumió y cortó todos los lazos con Montes, que tampoco tardó en remangarse y bajar al barro. Paz ni siquiera compareció a la pelea, pues a pesar de haber formado su agrupación “Primero la Gente” provocando la primera gran escisión de UNIR, después prefirió concurrir como primer senador en la lista de Carlos Mesa en 2020 dejando a cientos de funcionarios “traicionados”.

En aquella pelea se puede identificar una segunda escisión protagonizada por el propio Rosas, que al final no supo estar con uno ni con el otro y movió su gente hacia otras aventuras, como la de su hermano, diputado uninominal con Carlos Mesa acusado ahora de tránsfuga, o la suya propia como asambleísta de Todos, que cedió sus votos para que los de Montes presidieran la Asamblea al comienzo de la gestión.
La segunda gran crisis se vivió en 2020 con Víctor Hugo Zamora dentro del gobierno de Jeanine Áñez y la diputada Gina Torres apoyando fervientemente esa opción. Montes se la había jugado en las elecciones de 2019 del lado de los Demócratas de Rubén Costas, Óscar Ortiz y también de Jeanine Áñez aunque entonces era básicamente una prejubilada. Lo sucedido acabó dándole la cartera de Hidrocarburos a Zamora, lugarteniente de Montes en La Paz desde 2010. Zamora, que se había acostumbrado al segundo plano, pero aspiraba a algo más se entregó a fondo en el nuevo cargo. Montes cedió integrarse en la precipitada experiencia electoral que sus “guardaespaldas” – Arturo Murillo, Yerko Núñez, Doria Medina – le pusieron en bandeja, pero ni bien vio que empezaba el naufragio tocó corneta para el retiro. Zamora y Gina resistieron y algunos cuadros medios también. Zamora está hoy en paradero desconocido y Torres lejos de todos los focos.
Con esas mimbres Montes accedió a construir una alianza más amplia para las elecciones de 2021 sumando con Johnny Torres (MNR) y Mauricio Lea Plaza (Camino al Cambio), además de muchos experimentados caudillos locales en los municipios para que no hubiera margen a la sorpresa.
En la gestión Montes ha vuelto a imprimir sus tiempos y modos: pasó los primeros dos años hablando de crisis y en esta ha levantado el pie del acelerador, aunque sigue capitaneando todas las decisiones y es casi el único vocero autorizado. El desgaste le puede pasar factura. Sus detractores advierten también que ya no tiene gente en los barrios pese a los intentos de mantenerlo vigente de sus colaboradores más aguerridos, como el concejal ex fedjuve Alberto Valdez.
25 años de pugnas, campañas, derrotas y victorias es una vida entera para muchos. Muchos más jóvenes que empezaron con él o después, ya no están. Y aunque muchos lo den por muerto… es difícil que Montes haya dicho su última palabra en política
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