Celinda Sosa y el MAS Tarija



El MAS Tarija tiene una leyenda. Negra en realidad. Nadie nunca pudo acercarse a su poder sin caer en desgracia en su organización de referencia. O caer en desgracia en general. Es por eso, dicen, por lo que siempre se ha optado por presidentes de perfil bajo o muy bajo y nunca ha conseguido acaudillar a los movimientos sociales, donde residía el poder real.
De todos, el más recordado por consecuente fue Eulalio Sánchez, profe rural y marxista de los de antes que hablaba de la lucha de clases y de la revolución del saber desde antes de que el MAS fuera siquiera una idea. Era uno más en una generación que el MAS de Evo se encontró en Tarija en los albores del siglo XXI y que servía para crear un embrión que pudiera acercar a las organizaciones sociales y crear alguna especie de coordinadora. Al final era un buen grupo de “rojos” disciplinados acostumbrados a la utopía que servían de punto de apoyo en un departamento donde el MAS no existía.
Por entonces ya cobraban fuerza local dos de las matrices, por un lado, la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija (Fsucct), heredera de la estructura sindical del MNR y que pilotó su transición y adscripción al masismo de la mano de Luis Alfaro, y por otro lado la Federación de Mujeres Bartolina Sisa con una visión muy particular de la lucha feminista donde Julia Ramos, Nilda Copa y otras aguerridas mujeres medio urbanas medio campesinas conquistaban sus espacios.
A caballo entre ambas estaba Celinda Sosa, que al final aparece como fundadora de las dos a nivel nacional, aunque en Tarija era prácticamente desconocida porque llevaba años cultivando su trabajo en fundaciones y ONG, sobre todo de atención a mujeres víctimas de violencia, y ciertamente no sorprendió que apareciera en el primer gabinete de Evo Morales como Ministra de Desarrollo Productivo, pero nunca se consideró una cuota de Tarija.
Con Celinda Sosa se dio el caso inverso, su pertinencia nacional la llevó al gabinete de Morales, y de ahí se intentó posicionar como una referencia para el MAS en Tarija. Morales la colocó como delegada presidencial en 2007 - 2008, es decir, en los años más duros de la lucha autonómica y años después también acudió al rescate de la gestión de Lino Condori que hacía aguas por todos lados pese a tener los mejores ingresos de la historia. Desde la secretaría de Desarrollo Humano, un área que conocía bien, trató de sacar algo de lustre a la gestión, pero no le alcanzó tampoco para ser candidata.
Si no cuajó fue precisamente por esa parte de verdad que tienen las leyendas. Doña Julia y don Luis nunca vieron una aliada para fortalecer el MAS en Tarija sino una rival directa a la que trataron con respeto, pero con distancia. Lo propio los grupúsculos intelectuales de la Universidad y los Interculturales de Poma, Burgos y compañía.
Sosa ha tenido en Arce Catacora su refugio. Fue parte del equipo económico en el gabinete, cuando recién empezaba a andar el proceso de cambio y la refugió después en el Banco de Desarrollo Productivo como un valor. Esta semana ha repetido la operación: ingresa de nuevo a la primera línea de la política departamental a través de la nacional, y de qué manera: flamante primera Canciller del Proceso de Cambio.
Sosa, como Julia Ramos, ha dado paso al frente por Luis Arce en la batalla enconada con Evo Morales en la interna. En Tarija podrá moverse con más libertad para tratar de reunir de nuevo voluntades del MAS en un departamento que es opositor y donde las vocerías están cada vez más vacantes. Sosa desplaza de alguna manera a Álvaro Ruíz, quien ya había perdido influencia en su grupo de exalcaldes – Gladys Alarcón se ha puesto del lado de Morales – en parte porque su cargo de Viceministro de Autonomías no da para más.
Ahora, como siempre en el MAS Tarija, le toca cuidarse las espaldas pues las sensibilidades siguen a flor de piel.