Never Vega, el conseguidor

A Never Vega le ha llegado el momento de otro salto. El subgobernador de Bermejo es un experto superviviente. Un hombre con demasiadas vidas. Con demasiada habilidad para caer de pie. Con un olfato imbatible. Con la oratoria justa para seguir corriendo siempre hacia delante. Y seguir ganando.

El subgobernador de Bermejo sigue siendo doctor. Cuentan que sigue atendiendo en su consulta en privado, y cuentan que de allí mismo salen más recetas políticas que ungüentos, que también. Never Vega es a su manera una máquina de ganar elecciones, y nunca tuvo ningún reparo en saltar a donde fuera necesario si con ello, seguía consiguiendo beneficios para Bermejo. De ahí que le llamen el “conseguidor”.

Vega lleva en política toda la vida. Fue después de entrar cuando se identificó con Acción Democrática Nacionalista (ADN) de Hugo Banzer y Tuto Quiroga. Vega llegó a ser diputado nacional en esos tiempos. Después fue alcalde de esa ciudad complicadísima, cruzada por las mafias de la droga y la prostitución, pero también por los lobbies de las chalanas, de los mercados, los taxitrufis y los gremiales.

A todos les dio su contento. O a todos los que quiso. Pero llegado el momento optó por un cargo más cómodo como el de Subgobernador. Al principio, en 2010, eran más proyectos grandes – de más plata – y menos maraña de gente con la que lidiar. Menos gente pidiendo la palabra. Menos favores. Una “buena inversión” por donde se lo viera.

Vega llegó a la subgobernación con Camino al Cambio. Eran otros tiempos, los partidos habían desaparecido y se trataba de aplicar un poco de populismo en los grandes espacios y seducción en el cuerpo a cuerpo. Vega es eso, un terrible seductor político capaz de meter en su casa al más pintado. Por eso congenió con Mario Cossío en su momento, y por eso no tardó en darse la vuelta y subirse al MAS en el mismo momento en el que Cossío huyó al Paraguay.

En los años de Lino Condori, Vega ha sido un privilegiado. Como la idea era que ni O´Connor ni Arce reclamaran mucho por el 45% de las regalías del gas y petróleo que sale de sus territorios, ambas recibieron ingentes cantidades de recursos bajo el modelo de discrecionalidad implementado por Robert Ruíz y el resto del círculo palaciego de Condori.

En esos años, Vega ganó gran influencia sobre Condori, tanta que su propio hijo acabó de secretario de Hidrocarburos en Tarija. Vega senior se quedó en Bermejo, pero hizo crecer a Vega junior, que en el declive del MAS fue nombrado cónsul de Orán. Hoy guarda detención por llevar en el maletero de su auto, ni siquiera muy oculto, más de seis kilógramos de cocaína.

Esa noticia marcó el inicio del annus horribilis de Never Vega, de por sí atenazado en su región con millones de deudas a acreedores y abandonado por Evo Morales incluso antes de las elecciones.

Vega lidia en estos momentos con aquella licitación de medicamentos que adjudicó a su esposa farmacéutica; también con el centro piscícola para el que se compraron los alevines antes de ser inaugurado, y que hoy sigue sin funcionar, un lustro después, y también con el mamógrafo comprado y pagado, pero que no aparece en ningún lugar del Hospital Rubén Zelaya.

El último ha sido el escándalo de las cámaras de seguridad. 300 cámaras (el doble que en Cercado), por 20 millones de bolivianos, que nunca pasaron a manos de la Policía, y que no sirvieron para nada en el caso del asesinato de Carla M. la niña de 14 años secuestrada el viernes previo a Carnaval y cuyo cadáver no se encontró hasta el jueves siguiente.

Vega es un seductor, un maestro en la distancia corta. Así ha engatusado a toda su corte en Bermejo y al propio Evo Morales. Vega nunca levantó la voz, pero igualmente se convirtió en el conseguidor. Sus colaboradores creen que su carrera ha terminado, y que puede acabar mucho peor de lo esperado ahora que su último padrino está en el exilio. Es el momento de otro salto. Muchos creen que caerá parado.