Elecciones: Fiesta sorpresa en Tarija
Cuentan que Rodrigo Paz alistaba otro puente, Mario Cossío calculaba hipoteca a 30 años plazo en la zona cool de Asunción y hasta Sara Armella planeaba negocio chapaco compra/venta en el corazón de La Paz. Cuentan también que Víctor Hugo Zamora no presionó tanto en la negociación y acabó...
Cuentan que Rodrigo Paz alistaba otro puente, Mario Cossío calculaba hipoteca a 30 años plazo en la zona cool de Asunción y hasta Sara Armella planeaba negocio chapaco compra/venta en el corazón de La Paz. Cuentan también que Víctor Hugo Zamora no presionó tanto en la negociación y acabó de secretario en vez de Vicepresidente del Senado (hoy sería Presidente del Estado) y cuentan que hasta Óscar Montes empezó a hacer productivos sus lotes de engorde.
Todo pasaba por octubre, se repetía una y otra vez en los partidos con aspiraciones mientras sus líderes hacían cuentas y performances.
Álvaro Ruíz, por ejemplo, hizo miles de kilómetros de la mano de Héctor Arce y Evo Morales en busca de la nominación; Adrián Oliva estaba convencido de haber tomado la decisión correcta de la mano de Carlos Mesa, aún si perdía y no entraba en segunda vuelta; Wilman Cardozo iba a volver a La Paz; Montes se había inmolado y Paz Pereira había regalado sus últimas gotas de consecuencia política. Todo parecía tener un fin. Todo pasaba por octubre.
En la mañana de aquel 20 de octubre, la oposición ya hablaba de fraude y el oficialismo no se atrevía a hablar de victoria cómoda. Había pavor a una segunda vuelta en las filas del MAS, aun a pesar de la existencia de Chi Hyun Chung y su séquito ultra, prósperos pequeño burgueses en barrios deprimidos que normalmente hubieran devuelto su voto allí donde siempre votaron.
La elección se fue al tacho y en La Paz y Cochabamba se sacaron la madre. En Tarija no. Los bloqueadores abrieron paso a los marchistas y después se fueron juntos a saicear al Mercado Central. Unos dicen qué porque en Tarija el campo no se acaba nunca, otros porque la ciudad no existe. La cuestión es de familia.
Mientras el paro cívico, todo parecía más o menos planificado, aunque pocos le veían salida. Los bloqueos se alternaban con actividades lúdico festivas que le dieran razón de ser. Nadie creía del todo en el fraude, pero todo podía pasar, sobre todo desde el momento en el que el Gobierno en sí mismo “contrata” a la OEA y se compromete a hacer vinculante el resultado de su auditoría.
Era la única salida posible, y para amenizar la espera apareció un Luis Fernando Camacho sublime para el espectáculo y el manejo de los tiempos, que convirtió cada reunión en show, y se lanzó con una biblia, una gorra y un montón de millones en las cuentas a conquistar la plaza Murillo.
Salvo tal vez Juan Ramón Quintana en alguna de aquellas largas noches de prospección política en La Habana, pocos podían atisbar siquiera de lejos lo que pasó entre el 20 de octubre y el 10 de noviembre en esta Bolivia nuestra. Y aún menos lo que vino después, pero para eso tenemos políticos ensayando su juego de cintura desde hace años.
Traducido a Tarija, lo que parecía un mano a mano entre Adrián Oliva y el que fuera a ser candidato del MAS, se ha convertido ahora en otra fiesta multitudinaria con artistas invitados que nadie preveía. ¿O alguien pensaba que Ojorico iba a acabar de Ministro de Hidrocarburos? ¿Qué el UNIR de Montes iba a ocupar la cartera más poderosa del Gobierno? ¿Qué Mario Cossío iba a tener la chance de volver?
Por el momento, la agrupación Todos (de Oliva y Wilman Cardozo) ha afirmado que mantiene la alianza con mesa y Mesa ha confirmado que será candidato. Y nada más. Lo de los candidatos está en veremos. Por ejemplo porque Mesa logró en Cercado en esas elecciones que no sirvieron para nada un 50,07%, pero la uninominal defendida por el alcalde Rodrigo Paz apenas llegó al 31,06%, un mensaje nítido que difícilmente se pasará por alto.
El MAS cuadra listas; la mayor parte de los advenedizos han huido y otros alistan argumentarios relacionados al derecho legítimo al trabajo, etc. De entre los supervivientes, Álvaro Ruíz sigue en cabeza, pero ganan peso los campesinos de cepa como la misma Sara Armella, Guadalupe Jurado o el propio Luis Alfaro, que ha asegurado que podría volver a la estructura del nuevo MAS, alejado ya de las cúpulas de otros tiempos y más concentrado en lo que son.
Óscar Montes es el calculador por excelencia, y aunque se precipitó para presentarse como beneficiario del nuevo Gobierno de Transición, controlando la cartera de hidrocarburos – algo que no le gustó demasiado a Víctor Hugo – y como mártir del MAS, comparándose ni más ni menos que con Leopoldo Fernández o Mario Cossío, lo cierto es que ha logrado borrar ese pésimo 2,71% que logró con esa alianza funcional a Demócratas. Por el momento han mandado emisarios donde Luis Fernando Camacho, pero aguardan las decisiones que tomen el resto y particularmente los Demócratas de Rubén Costas.
Por la tangente se salió el MNR tarijeño, autor del 0,69% de Virginio Lema en las cuestionadas elecciones, y que tendrá que apelar otra vez al instinto de supervivencia de Johnny Torres para mantenerse de pie. De momento, Torres ya se ha adelantado y ha anunciado su candidatura a la Alcaldía, madrugando al que se suponía su socio más sólido: Óscar Montes. Es cierto que Torres tiene dificultades para sostener su palabra, pero esta vez se ha expuesto demasiado como para recular sin hacer ruido.
Al final de la partida aparece también Camino al Cambio, que apostó por el voto útil de Mesa en un ejercicio de responsabilidad antes de las elecciones, aun remarcando las diferencias que sostienen con Adrián Oliva, y que ahora tienen a punto de retornar a su líder histórico Mario Cossío, que algún ruido generará al menos en la ciudad. El partido andaba en reclusión, renovación ideológica y a punto de transmutarse en partido local, ahora recupera un mito para volver a aspirar a casi todo.
Efectivamente, todo pasaba por octubre, y a la fecha, los resultados son más inciertos que nunca. Hoy por hoy ni siquiera está claro cuando se pasará y qué pasará cuando expiren los mandatos.