El valor de Vega

Tensiones hubo siempre en el MAS Tarija, pero nunca se habían aireado de la forma en que se hizo esta semana, con los pesos pesados de las organizaciones matrices criticando la elección de Guillermo Vega para continuar al frente de la Asamblea Legislativa Departamental, revalidando su título de Presidente.

Guillermo Vega ha pasado en estos años de ser un funcionario gris en la secretaría de Hacienda de Lino Condori a ser el aspirante a Gobernador interino de Tarija. Para eso tendrían que pasar dos cosas: que el Tribunal Constitucional diga que para según qué cosas los candidatos tienen que cumplir la Constitución y para otras solo el Pacto de San José, y que mantenga su empeño por convertirse en alcalde de Uriondo. Vega es ágil con los números y un mal orador. Muy pocos en el partido entienden como ha llegado a escalar tantas posiciones en tan poco tiempo. Él mismo se ve ya sin límite.

A Vega le acompañan en los puestos clave la profesora Amanda Calizaya, que ha pasado por diferentes tiendas políticas en su carrera, y también por el radical Comité Cívico Femenino de Tarija, antes de recalar en el MAS; y Roberto Cardozo, un asambleísta de Bermejo embarrado en asuntos de violencia familiar.

En tiempos, Evo Morales se sentaba en la mesa a valorar a los candidatos y finalmente tomar una decisión. El MAS Tarija, con su propia idiosincrasia guerrillera, casi nunca estaba de acuerdo, pero se mordía la lengua. En esta ocasión, ni siquiera fue el delegado Héctor Arce Zaconeta, ni sus delegados en Tarija los que se sentaron a negociar. Fue el viceministro de Justicia Originaria Gilvio Janayo, desconocido para la inmensa mayoría del MAS – y del resto – quien impuso la candidatura de Vega, que tiene muy poco de originario.

Vega, parte de la controvertida Secretaría de Hacienda de Lino Condori, ha dejado un reguero de movimientos en el archivo. ¿A quién le conviene tener un Presidente vulnerable?

La primera Asamblea Legislativa Departamental tenía 11 asambleístas del MAS; todos ellos bien arraigados en las bases, bien ideológicos: Guadalupe Jurado, Aluida Vilte, José Quecaña, Fortunato Llanos, Marcelo Poma… tipos duros y bien formados en lo sindical. Por entonces entraron algunos conversos en los puestos ejecutivos, algunos fichajes para las candidaturas a alcaldes y subgobernadores, pero esencialmente se conservaba la esencia.

En 2015 las matrices hicieron muchas cesiones en los puestos ejecutivos, pero también en los legislativos. En el afán de integrar nuevos sectores es que desembarcaron los Vega, Calizaya, etc. El escenario pinta parecido para la supergymkana electoral 2019-2020 visto el gusto que le ha tomado el presidente Morales a las cenas con empresarios y a los juegos de golf.

Los desmanes de 2015 se saldaron con, ni más ni menos, Luis Alfaro fuera de la estructura del partido que hizo crecer en su década al frente de la Federación de Campesinos. Luis Alfaro candidateó a la Gobernación y sumó 13 por ciento. El candidato oficial Pablo Canedo – aún nadie lo entiende – sumó 35 por ciento en primera vuelta. La suma hubiera superado por 4 puntos los resultados de 2010. Así el MAS se contrajo.

¿Cabe otra escisión en el MAS Tarija? No es descartable. Líderes jóvenes como Marcela Guerrero o Rodolfo Meyer van por libre y el enojo en las estructuras más organizadas, como la subcentral de El Puente es grande. ¿Es necesaria otra escisión en el MAS? Todo depende de lo que vaya a pasar en octubre. De momento las encuestas no prevén debacle. Más bien todo lo contrario, y sólo en el caso de debacle es que el MAS podría contemplar en lo departamental y local otra suerte de escenario escondiendo las siglas bajo un candidato de confluencia. Por el momento esa posibilidad no se contempla.

¿Qué ha ganado Vega con semejante pulso? ¿Cuál es el poder real detrás del asambleísta de Uriondo? ¿Qué ambiciones o sueños han llevado a tensionar tan innecesariamente el partido? ¿Quién de verdad gana y quien pierde en este escenario? Demasiadas preguntas sin respuesta.