La caricatura del Vice
Tal vez alguno de estos asesores modernos le recomendó al Vicepresidente Álvaro García Linera que abandonara su pose de soberbia intelectual y bajara al planeta tierra para conectar con los terrícolas haciendo algunas cosas cotidianas, sobre todo después de que saliera a la luz lo de su...



Tal vez alguno de estos asesores modernos le recomendó al Vicepresidente Álvaro García Linera que abandonara su pose de soberbia intelectual y bajara al planeta tierra para conectar con los terrícolas haciendo algunas cosas cotidianas, sobre todo después de que saliera a la luz lo de su falso título de Matemático, por el que no se le ha movido un pelo; tal vez le recomendaron que explotara la vía humorística. Se esconderá el sol, empate técnico, nueve por tres dieciocho, sí pero no, etc., son algunos de los hits con sello propio del Vicepresidente. Lo cierto es que la está bordando, pero es poco probable que eso le haga algún bien al Movimiento Al Socialismo en su afán de blindarse en el poder.
Alguna vez, Álvaro García Linera encarnó la posición ideológicamente sólida del Gobierno de Evo Morales. A él se le atribuía el peso intelectual y la capacidad para manejar los hilos en las decisiones controvertidas para alcanzar los hitos. Fue el tercero en aceptar ir en esa dupla con Morales popular – intelectual que tan buenos resultados electorales le ha dado al MAS, si bien en términos políticos y de concepción del proyecto, no se encontraba en las génesis de la Agenda de Octubre y sus pulsiones genuinamente impulsoras.
Desde que llegó, Álvaro García Linera estableció su pulso de poder con las corrientes nacionalistas más o menos a la izquierda que habían generado el proceso en combinación con los sectores populares desde antes del 2003 y que culminaron con el triunfo electoral de 2005. Sin posiciones ideológicas sólidas y experto en teorizar luego de haber aplicado soluciones prácticas a los conflictos, García Linera procede de un sector marxista chino que alguna vez quiso enarbolar la lucha armada pero que acabó consolidando estructuras de poder de corte internacionalista disolviendo precisamente las fuerzas productivas nacionales.
Tras deshacerse de referentes como Andrés Soliz Rada o Filemón Escobar durante el primer mandato en el que se impulsaron las nacionalizaciones y la nueva Constitución, y tras armar la entente con Luis Arce Catacora, Carlos Villegas y Juan Ramón Quintana, García Linera se dispuso a implementar su modelo de Estado. Desde 2010 en adelante se fustigó al pequeño y mediano empresario mientras se impulsaban tejidos productivos minúsculos y obsecuentes en movimientos sociales y comunidades, mientras que los grandes optaron por rendirse y sumarse o directamente huir, siendo reemplazados por otras empresas transnacionales, aparentemente de regímenes próximos ideológicamente, pero definitivamente subordinadas a un poder extranjero. La lógica del prebendalismo en lo local y la lógica del entreguismo en los grandes negocios. El PIB del país, el que tiene en cuenta las ganancias de las transnacionales que se van en forma de utilidades a sus metrópoli crecen, mientras los profesionales aceptan salarios mínimos con tal de tener empleo.
En el MAS no gusta la disidencia y Álvaro García lo ha utilizado perfectamente para eludir el debate sobre su continuidad o no al frente de un proyecto que ha ido perdiendo su esencia hasta acabar caricaturizado, como el propio Vicepresidente. Incapaz de adaptarse a las nuevas tendencias de comunicación, por muchos videos domésticos que con producción impecable suban a sus redes, el mensaje duro de hombre de Estado que pretende asumir tras las malas - derrota del 21F, derrota en el Código Penal, derrota en La Haya – quedan desmontadas por sus propias exageraciones y declaraciones anteriores y posteriores.
Después de la derrota del 21F García Linera dijo que no iría a la reelección, aunque sí se buscarían maneras para que Morales fuera. Pareció entonces una especie de asunción de responsabilidades por la derrota, pero todo lo contrario. Sin desdecirse ni ofrecer la más mínima resistencia, García Linera se ha colado en las duplas proclamadas en todo el país por las organizaciones afines.
En el escenario de agotamiento y derrotismo en el que el Movimiento Al Socialismo se mueve en los últimos dos años, los estrategas cercanos a Morales y no intermediados obviamente por la Vicepresidencia le han recomendado mover ficha, airear el binomio, buscar a un o – sobre todo – una compañera de fórmula que inyecte aire fresco en el partido, que cambie la dinámica del inmovilismo e introduzca consignas nuevas, conecte con las nuevas generaciones y refresque el discurso… Pero de momento, parece que los chascarrillos se están ocupando de eso. Status quo.
Alguna vez, Álvaro García Linera encarnó la posición ideológicamente sólida del Gobierno de Evo Morales. A él se le atribuía el peso intelectual y la capacidad para manejar los hilos en las decisiones controvertidas para alcanzar los hitos. Fue el tercero en aceptar ir en esa dupla con Morales popular – intelectual que tan buenos resultados electorales le ha dado al MAS, si bien en términos políticos y de concepción del proyecto, no se encontraba en las génesis de la Agenda de Octubre y sus pulsiones genuinamente impulsoras.
Desde que llegó, Álvaro García Linera estableció su pulso de poder con las corrientes nacionalistas más o menos a la izquierda que habían generado el proceso en combinación con los sectores populares desde antes del 2003 y que culminaron con el triunfo electoral de 2005. Sin posiciones ideológicas sólidas y experto en teorizar luego de haber aplicado soluciones prácticas a los conflictos, García Linera procede de un sector marxista chino que alguna vez quiso enarbolar la lucha armada pero que acabó consolidando estructuras de poder de corte internacionalista disolviendo precisamente las fuerzas productivas nacionales.
Tras deshacerse de referentes como Andrés Soliz Rada o Filemón Escobar durante el primer mandato en el que se impulsaron las nacionalizaciones y la nueva Constitución, y tras armar la entente con Luis Arce Catacora, Carlos Villegas y Juan Ramón Quintana, García Linera se dispuso a implementar su modelo de Estado. Desde 2010 en adelante se fustigó al pequeño y mediano empresario mientras se impulsaban tejidos productivos minúsculos y obsecuentes en movimientos sociales y comunidades, mientras que los grandes optaron por rendirse y sumarse o directamente huir, siendo reemplazados por otras empresas transnacionales, aparentemente de regímenes próximos ideológicamente, pero definitivamente subordinadas a un poder extranjero. La lógica del prebendalismo en lo local y la lógica del entreguismo en los grandes negocios. El PIB del país, el que tiene en cuenta las ganancias de las transnacionales que se van en forma de utilidades a sus metrópoli crecen, mientras los profesionales aceptan salarios mínimos con tal de tener empleo.
En el MAS no gusta la disidencia y Álvaro García lo ha utilizado perfectamente para eludir el debate sobre su continuidad o no al frente de un proyecto que ha ido perdiendo su esencia hasta acabar caricaturizado, como el propio Vicepresidente. Incapaz de adaptarse a las nuevas tendencias de comunicación, por muchos videos domésticos que con producción impecable suban a sus redes, el mensaje duro de hombre de Estado que pretende asumir tras las malas - derrota del 21F, derrota en el Código Penal, derrota en La Haya – quedan desmontadas por sus propias exageraciones y declaraciones anteriores y posteriores.
Después de la derrota del 21F García Linera dijo que no iría a la reelección, aunque sí se buscarían maneras para que Morales fuera. Pareció entonces una especie de asunción de responsabilidades por la derrota, pero todo lo contrario. Sin desdecirse ni ofrecer la más mínima resistencia, García Linera se ha colado en las duplas proclamadas en todo el país por las organizaciones afines.
En el escenario de agotamiento y derrotismo en el que el Movimiento Al Socialismo se mueve en los últimos dos años, los estrategas cercanos a Morales y no intermediados obviamente por la Vicepresidencia le han recomendado mover ficha, airear el binomio, buscar a un o – sobre todo – una compañera de fórmula que inyecte aire fresco en el partido, que cambie la dinámica del inmovilismo e introduzca consignas nuevas, conecte con las nuevas generaciones y refresque el discurso… Pero de momento, parece que los chascarrillos se están ocupando de eso. Status quo.