La hora de Catacora
2016 pasa como una exhalación, y casi sin darnos cuenta, estamos a poco más de tres meses de que se cumplan dos años de la última reelección de Evo Morales.



Con tanta velocidad política, montados en la ola del subidón de La Haya y los coletazos del referéndum Constitucional que supuso la primera derrota del MAS en la última década, apenas el país se ha dado cuenta de la nueva coyuntura económica salvo uno.Tras la derrota del 21-F, el Gobierno en pleno parece haberse conjurado bajo la consigna del “todo bien” para lo que el caso CAMC y todo el escándalo del hasta ahora no probado tráfico de influencias de la que la empresa china se hubiera beneficiado al contratar como gerente a la ex pareja del presidente, Gabriela Zapata, con quien además tendría un hijo en común, ha venido de perlas. Como táctica, señalan los analistas, parece acertada: Mientras se habla de Zapata, del hijo, del abuso al abogado, etc no se habla de la economía y de paso te aseguras (pretenciosamente) que ningún otro abogado se atreverá a poner en jaque al Gobierno ni a ninguno de sus miembros más connotados. Lo extraño, aseguran, es cómo encaja esto dentro de la estrategia de perpetuarse en el poder.¿Cuánto más durará el caso Zapata ahora que se ha quedado sin ningún apoyo y dicho sea de paso, sin credibilidad sobre la existencia del niño en cuestión? Los críticos menos apasionados coinciden “hasta que el gobierno quiera”. Otros, sin embargo, señalan que la Legislatura ya está madura y se debe entrar en “materia de verdad”, más allá de la batalla política diaria y en la “materia de verdad”, una figura aparece por encima de las demás y a la que, tarde o temprano, se volverán todas las miradas. El superministro de Economía Luis Arce Catacora.
El tecnócrataLuis Arce Catacora es sin duda la pieza fundamental del gobierno de Evo Morales. Responsable de parte del programa económico en la “gloriosa” campaña de 2005, lleva desde el primer día del gobierno de Evo Morales manejando los hilos de las finanzas del “cambio”.Arce Catacora es el responsable de la no revolución que sin duda le ha permitido a Evo Morales gobernar con solvencia y paz durante una década en el país. Las recetas aplicadas desde el inicio de la gestión se han alineado a la ortodoxia financiera clásica beneficiada, además, por los grandes ingresos que llegaron producto de la nacionalización de los hidrocarburos y el incremento de los precios en las materias primas. Los críticos le recuerdan que la nacionalización no se ha visto replicada en otras áreas y que el ahorro sigue saliendo a financiar a las grandes economías mediante la gran banca transnacional.Arce Catacora inició su estrellato político con su aire de profesor de secundaria, aparentemente didáctico y paciente, sus explicaciones venían acompañadas de sonrisas y pronto se ganó el aprecio de la mayoría de suegras del país. El ministro de Economía se convirtió en un tipo de fiar. Tanto que hasta convenció a miles de familias de sacar sus dólares de debajo del colchón y colocarlas en el banco, ni más ni menos que en bolivianos.Pasaron los primeros años y la economía iba fabulosamente bien. No tardaron en llegar las felicitaciones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, aceptadas a regañadientes. Superávit fiscal y expansión de gasto público en época de bonanza. La estrategia del tipo de cambio fijo en un país que produce más o menos nada le salió perfecta. Algunas discrepancias sobre la forma de calcular la inflación, que se maquilló con cifras altas de incrementos salariales que, como señalaba la COB, no eran tanto respecto a la inflación real, y muchos etcéteras.El ministro de Economía llegó incluso a inventar un modelo económico para el país: El modelo social comunitario productivo, así sin comas, en el que se acomodaron las diferentes medidas que el gobierno iba tomando y hasta encontró justificaciones de redistribución de riqueza en la política de bonos en efectivo y universalmente iguales, tan defenestradas por la izquierda internacional partidaria de la progresividad.Entre felicitaciones, el ministro construyó el nuevo esquema. Tomó el control rígido del Banco Central desterrando ese paradigma “neoliberal” de que debe ser independiente asumiendo que si no responde al Estado responderá a otros intereses. Armó el Servicio de Impuestos Nacionales como una cédula infalible de intervención rápida. Convocó a la banca nacional en torno a la ASFI, guardiana de la aplicación de la nueva doctrina plurinacional. Sometió a los diferentes niveles de la Administración Pública, sobre todo Gobernaciones, a observar las peregrinas normas para acceder a los fondos... Y el ministro creció.A partir de 2010, cuando los hidrocarburos tocaron sus cuotas más altas en décadas y el Gobierno boliviano se dispuso a cumplir con sus promesas de industrialización y cambio, el ministro tuvo que emplearse a fondo. Su primera medida se la aplicó a su propia imagen: Se acabó el disenso. El ministro se convirtió en una persona más vehemente en sus afirmaciones, más contundente en sus conferencias públicas. Menos afable y menos tolerante a las críticas, lo que le valió críticas entre la oposición, que hasta entonces lo tenían en buena consideración, que lo calificó de arrogante y engreído. El ministro políticoNi la oposición ni el propio Movimiento Al Socialismo (MAS) se dio cuenta del poder que el ministro estaba acaparando y de su ascenso hasta el día que presentó el proyecto para decretar el doble aguinaldo “Esfuerzo por Bolivia”, una medida populista sin parangón que evidentemente fue muy bien recibida por la clase media urbana y trabajadora no votante del MAS y minoritaria en el país, al menos hasta que empezaron a ver desaparecer sus propios puestos de trabajo y sus empresas cerrar.En 2013, Luis Arce Catacora se convirtió de un plumazo en firme candidato a ocupar el lugar de la vicepresidencia en la próxima contienda electoral, la de 2014, aprovechando el malestar interno en el Movimiento Al Socialismo (MAS) sobre Álvaro García Linera, cuestionado por su escaso aporte al proceso. Y estalló el escándalo del Fondo Indígena.Finalmente no desbancó al vicepresidente y él negó hasta las últimas consecuencias que esa fuera su intención. Se sacudió hacia abajo las responsabilidades en el caso del Fondo Indígena, aún abierto, y con mayor susceptibilidad y cierto grado de irascibilidad, transitó 2015 con un perfil propio, demasiado fulgente para estar en segundo plano luego de que todas las miradas se depositaran en él, defendiendo su modelo con cierto despotismo y descalificando cualquier advertencia sobre la incipiente crisis que ya se veía en el escenario. Era tiempo de referéndum.Luis Arce Catacora mantuvo su equidistancia entre el eje García Linera – Quintana y el eje Choquehuanca – Romero. Las finanzas se derrumbaban, el gas que se exportaba a Brasil costaba la mitad a finales de 2015, pero igualmente se decretó el doble aguinaldo asegurando que el crecimiento del país, la suma de todas sus riquezas producidas en el año, superaban el 5 por ciento respecto al año anterior. También presentó un presupuesto con el barril de petróleo a la mitad pero que igualmente batía records de inversión.Luis Arce Catacora era entonces el pilar sobre el que se iba a sustentar la campaña del referéndum Constitucional del 21 de Febrero. Los éxitos económicos repetidos una y otra vez, las consignas, la solidez del modelo… era lo que los bolivianos debían comprar para convencerse de que valía la pena seguir confiando en Evo Morales (y en él) más en un contexto de crisis continental. En Bolivia no existía gracias a Evo y Luis… Hasta que estalló el escándalo Zapata.Tal como se pronosticaba, la derrota en el referéndum abría en canal los intestinos de un Instrumento Político peor avenido que nunca. Con demasiadas ambiciones sobre la mesa y más bajo ella. Mientras el Instrumento debate la forma de remediar lo que parece una derrota insalvable: Acudir sin Evo Morales a las elecciones de 2019, el ministro Luis Arce Catacora sigue encargado de las finanzas del país en un momento en el que la crisis empieza a aflorar, ahora que hay un ligero respiro electoral. Respiro que puede aprovechar para recuperar sus opciones como candidato o perderlas definitivamente: El barril de petróleo congelado por debajo de los 50 dólares y con los analistas señalando que volverá a caer en cuanto Irán empiece a bombear. Todas las fuentes de financiación copadas según su propio reconocimiento. La conflictividad social, producto de la pérdida de poder adquisitivo, creciendo. Brasil contrayéndose por encima del 5 por ciento en la víspera de negociar un contrato clave para Bolivia. Macri y Argentina dispuestos a saltar sobre cualquier presa… El ministro Arce Catacora, sin Fondos Indígenas u otras macanas mediante, atraviesa un momento clave. Puede convertirse en el ducho marinero que guíe la embarcación en las aguas turbulentas hasta llevarla a buen puerto o naufragar en el intento. Sincerar la economía parece el primer paso para evitarlo.
¿Las cuentas cuadran?
Uno de los grandes problemas de la economía boliviana es la volatilidad de los precios de las materias primas, que décadas después siguen condicionando la economía real. El gas que se exporta a Brasil y Argentina en primer término y la minería en segundo, son los pilares fundamentales que reportan ingresos al Estado como demuestra en su reporte el IBCE. Con esos activos, el Gobierno ya ha firmado numerosos créditos con los organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (BM), la Corporación Andina de Fomento (CAF), etc. El propio ministro ha señalado que esas fuentes están al máximo estrés. La otra vía son los créditos bilaterales, cada vez más complicados en un contexto mundial en desaceleración general, se circunscriben a lo que se puede obtener de las potencias China e India, que necesariamente vinculan sus créditos a la contratación de tecnología y empresas propias. Esto, más allá de los escándalos tipo CAMC que se pueden generar en la pugna de poder para saber quien administra esos créditos, acaba vaciando al país como en tiempos pretéritos, en los que el ahorro boliviano acababa en cuentas de resultados de empresas europeas o norteamericanas, ahora chinas o brasileras. A la fecha son más de 4.500 millones de dólares los adjudicados a empresas extranjeras en los últimos tres años.Este 2016 el ministro Luis Arce Catacora cuadró el presupuesto de ingresos calculando un barril de petróleo de 45 dólares. En 2015, cuando ya las perspectivas eran malas, se enrocó en un barril de 85 que acabó por descuadrar las cuentas, sobre todo, de los departamentos como TarijaDurante el primer trimestre de este 2015, el barril estuvo rondando los 30 dólares y actualmente juega a superar la barrera de los 50. En cualquier caso, por los acuerdos de actualización trimestral y semestral con Brasil y Argentina, el cómputo se asemejará mucho a lo presupuestado.La cuestión es si superará los 50 dólares, una cifra psicológica. Luego del enésimo fracaso de la reunión de la OPEP del jueves, en el que se desestimó congelar la producción, Irán subirá sus cuotas e Iraq y Arabia responderán de forma similar temerosos de perder mercados. EEUU mantiene el pulso con su petróleo de esquisto mientras que el resto de grandes proyectos en Rusia, Venezuela y Brasil siguen parados. Unos ganan y otros pierden.
Atender Tarija
Entre los asuntos en la agenda del Ministerio de Economía y Finanzas, atender las necesidades económicas de Tarija no es la principal preocupación. Así se desprende de los nulos avances que han tenido las diferentes comisiones acordadas entre los funcionarios del ente y los secretarios de la Gobernación, sobre todo el de Economía Sergio Nieva y el de Planificación Karyn Leyton, para tratar los aspectos contemplados en el Plan de Salvataje. El propio Gobernador Adrián Oliva ha intervenido para pedir una reunión para tratar estos aspectos con el presidente de la República Evo Morales Ayma. La Gobernación de Tarija sigue en un estado financiero delicado pese a que los subgobernadores ya hayan renunciado a la mitad de sus proyectos en marcha y los ajustes de cinturón en todas las áreas hayan causado numerosas bajas y pronto víctimas. Las deudas impagadas atacan al corazón del motor de la economía boliviana tantas veces descritas por el ministro: El consumo interno. Sin sueldos y con planillas pendientes, no hay gasto y no hay crecimiento. La cifra varía demasiado de una conferencia de prensa a otra, pero son en torno a 1.200 millones de bolivianos los que no se encuentran. Un agujero que alguien permitió crear aprobando declaraciones juradas de disponibilidad presupuestaria. De momento tampoco hay denuncias penales ni resultados de unas auditorías que no llegan nunca.Las últimas noticias no son mejores para el departamento. Al agujero heredado, que ya lo advirtió la asambleísta Sara Cuevas en 2013 cuando todo eran incrementos hacia arriba, y el bajón en los precios que se experimente desde entonces se ha sumado ahora el bajón de la demanda en Brasil. Sin duda multifactorial, pero muy mala señal.La solución al problema, con las expectativas negras y las vías de financiación saturadas, reconocido por el ministro, parece pasar por la política. Tarija siempre ha sido demasiado insignificante en el número de votos (5%), pero conserva intacto su valor simbólico y ha ganado en los últimos meses capacidad para marcar agenda. La peor solución sería convertir al problema en conflicto y al conflicto en problema. Las elecciones aún están lejos aunque la carrera ya esté en marcha. El tiempo corre.