Las concubinas del poder
Dada su fama internacional, probablemente, el presidente Evo Morales ingrese en los textos que hablan sobre los escándalos de alcoba y el poder. El affaire Zapata ya cuenta entre las mayores crisis que afectaron al Gobierno y sus características sirven para tipificarlo en un estudio de...



Primer elemento: ¿hubo “favorcitos”? Cuando en este tipo de casos hubo “favorcitos”, frecuentemente cayeron los poderosos, cuando no, pasaron la tormenta. Las historias recientes nos llevan, por ejemplo, a Francia. En aquella potencia sus dos últimos presidentes y un serio candidato presidencial enfrentaron escándalos sexuales. A fines de noviembre de 2014, una revista parisina publicó románticas fotografías del presidente galo, el socialista Francois Hollande, con la actriz Julie Gayet. La crisis duró algunas semanas que incluyeron el divorcio de Hollande y su entonces esposa Valérie Trierweiler. Eso sí, exactamente ocho días después de estallado el escándalo, cinco miembros del servicio presidencial del Palacio del Elíseo fueron relocalizados. Todo apuntaba a que uno o más de ellos fueron quienes filtraron las fotografías a los medios. Habían sido contratados por el predecesor de Hollande, el derechista Nicolás Sarkozi, a cuyo partido, Los Republicanos, le dolió mucho perder el poder. De hecho, el candidato que figuraba entre los favoritos para ocupar la presidencia francesa antes que Hollande también cayó en desgracia vía escándalo. El también socialista, Dominique Strauss-Kahn fungía como Director del Fondo Monetario Internacional y se perfilaba seriamente para reemplazar a Sarkozi. Sucedió, literalmente, de la noche a la mañana. El 14 de mayo de 2012, la prensa de EEUU anunció que Strauss-Kahn había agredido sexualmente a una de las mucamas del hotel donde se alojaba. Ni las confesiones de ex amantes sobre la caballerosidad del ejecutivo y pre candidato lo salvaron de la pérdida de su candidatura. Un año más tarde, varias investigaciones señalaban conexiones con la gente de Sarkozi, pero claro, no negaban la marcada obsesión de Strauss-Kahn por aventuras sexuales.Curiosamente, Sarkozi también protagonizó un escándalo de faldas. A principios de 2007, en pleno ejercicio de su mandato, su corazón fue atrapado por la cantante y exmodelo Carla Bruni. En octubre de aquel año anunció que se divorciaba de Cecilia Ciganer Albéniz. Y en enero de 2008 celebró su boda con Bruni.Sarkozi y Hollande capearon las tormentas porque no se evidenciaron “favorcitos” ni hacia Gayet ni hacia Bruni. A lo máximo que se llegó fue a evidenciar que desde el Elíseo se había planteado que Gayet ocupe un cargo público, pero nada más. Por eso cuando la prensa acosó a Hollande sobre el tema, éste respondió lacónicamente: “Los asuntos privados se tratan en privado”. En cambio a Strauss Kahn se le acabó la vida política. Está descartado que la bella Carla haya sido un arma de la izquierda, hoy continúa su relación con Nicolás y han tenido un hijo. Pero, queda como lección que dos connotados socialistas fueron víctimas de los favores que la derecha financió para que se hagan públicas sus debilidades.
Segundo elemento: ¿estuvieron envueltas menores de edad? Casos así golpearon, en el mundo, al ex primer ministro italiano, Silvio Berlusconi y al presidente nicaragüense Daniel Ortega. Al primero, quien apenas disimulaba frecuentes desenfrenos, se le puso en serios aprietos a principios de 2011. Entonces se supo que contrató a una joven marroquí de 17 años, Karima El Mahroug, “Ruby”, para una de sus aventuras. En noviembre de ese año Berllusconi renunció al cargo. En 2013 un tribunal lo inhabilitó de por vida para ejercer cargos públicos y condenó a 7 años de prisión por el caso Ruby. Penas que se ha pasado apelando. El caso de Daniel Ortega fue más directo. En 2003, su hijastra, Zoilamérica Narvaéz, lo acusó pública y formalmente de abuso sexual. Entre los vericuetos leguleyos del pleito y el retorno victorioso de Ortega al poder el caso se entrabó por cansancio. En Bolivia, diversos rumores vinculan a un dictador de los años 60 con una adolescente ganadora de del premio nacional del folklore, tenía apenas 14 años. Obviamente, como todo dictador, acumulaba incontables crímenes, murió impune.
Tercer elemento: ¿cómo reaccionó la pareja despechada? En el mundo son célebres los escándalos, por ejemplo, que estallaron en las crisis de presidentes como Carlos Saúl Menem y Alberto Fujimori. En el primero, Menem llegó a expulsar de la residencia presidencial a su esposa Zulema Yoma y a sus hijos. En el segundo, Susana Higuchi de Fujimori, la esposa engañada, llegó a denunciar que fue torturada en celdas del Ministerio de Gobierno. Luego se convirtió en una enconada rival política de Fujimori. Pero probablemente hay dos casos de este estilo que sorprendan más: el del ex presidente paraguayo Fernando Lugo y, por qué no, el del propio Evo Morales. Del primero, como todo sacerdote católico, se suponía que estaba “casado con la Iglesia”. Pero, entre abril de 2009 y junio de 2012, Lugo tuvo que realizarse cuatro veces pruebas de paternidad para diferentes mujeres. Dos de los casos dieron positivo debilitando la imagen del ex obispo que fue desplazado del poder por un golpe congresal. Para Evo, el caso Zapata, complicó su reiterada respuesta de que estaba “casado con Bolivia”, cuando se le preguntaba por su vida marital. Y, queda claro, que varios de sus mayores problemas como político han surgido a raíz los hijos que tuvo o que no tuvo. En ambos casos, las reacciones de las ex parejas no formalizadas conmocionaron más que las de Yoma y Higuchi en Argentina y Perú. Claro que ninguna reacción se compara a la que significó el más riesgoso atentado para la vida del dictador Hugo Banzer Suárez. El autócrata que resistió 11 golpes de Estado, recibió un disparo en el glúteo derecho de manos de su propia esposa, “doña Yolita”. Corría el año 1974, y la temible pareja de Banzer se enteró de un amorío que derivó en embarazo. Por unos centímetros, aquel desliz no significó el fin de la dictadura o por lo menos que esta continúe desde una silla de ruedas.Cuarto elemento: ¿está en juego una re re reelección? Sorprendentemente, varios presidentes con aspiraciones de re relegirse padecieron los rigores de sus tropiezos amorosos. El caso más sonado probablemente sea el de Bill Clinton. En agosto de 1998, este presidente estadounidense se vio obligado a admitir, ante un gran jurado, que había tenido una “relación inconveniente”. Luego confesó que su debilidad era una becaria de la Casa Blanca llamada Mónica Lewinsky. El caso, bajo la presión del fiscal Kenneth Starr y de la Cámara de Representantes, bordeó el riesgo de un impeachment. El mandatario demócrata tuvo que admitir en televisión que, al reconocer esa relación, no se mostró lo bastante arrepentido. Con lágrimas en los ojos, “pidió perdón” durante una reunión con dirigentes religiosos del país. Corría su segundo mandato bajo una popularidad sin precedentes en décadas. Empezaban a mocionarse pedidos de que Clinton volviese a ser candidato en 2004 o en 2008. Pero luego del escándalo Lewinsky, sólo surgió una posibilidad de que alguien con apellido Clinton asuma las riendas de la primera potencia: Hillary Clinton, la esposa engañada, inició una pausada pero segura caminata política hacia la Casa Blanca. Posiblemente la corone dentro de seis meses.
Quinto elemento: ¿se olvidan escándalos presidenciales de faldas? Un caso da a pensar que estos problemas permanecen, literalmente, por siglos. Sucedió también en EEUU y en el siglo XIX. Afectó a uno de los pro hombres de la potencia: Thomas Jefferson, el tercer presidente estadounidense. En 1802, Jefferson fue señalado de tener un romance con la esclava Sally Hemmings. Es más, se le acusó de tener un hijo. Jefferson negó los cargos y se mantuvo como presidente 7 años más. Sin embargo, el debate sobre este asunto se prolongó hasta 1998. Entonces una prueba de ADN demostró que Jefferson era el más que probable padre de, al menos, uno de los hijos que tuvo Hemming.Por todo ello, probablemente la historia de Evo, Gabriela e incluso del inexistente (¿?) Ernesto Fidel dure mucho más allá del Bicentenerio boliviano. Al parecer, en esta clase de adversidades, ni estar “casado con Bolivia” vale.