Un equilibrio difícil
“Otra cosa es con guitarra”, recordaba aquel. Empezar nunca ha sido fácil, menos cuando a tu alrededor se derrumban los pilares sobre los que se lleva martirizando a la “opinión pública” desde hace una década, hasta que el mensaje cala en lo hondo y los de a pie toman pose de nuevo...



En una década, el pueblo es mucho más maduro y sobre todo, mucho más informado que lo era a principio de siglo. Las decisiones se toman ahora menos con el corazón y más con la cabeza, sobre todo cuando las papas están en juego.En una década, los trepas quitan el espacio a los originarios, y siempre ha sido más fácil adular que negar. La experiencia tarijeña bien podría dar para una, dos o tres tesis de alto voltaje sobre lo que es exponer a un líder a su fracaso.En la otra orilla, las aguas quieren estar calmadas. O alguien quiere que estén calmadas y que los nubarrones que crecen en el fondo no se acerquen. Las tormentas se forman de a poco y no conviene precipitarlas, aunque tampoco sirve de mucho soplarlas, ni esconderlas… algunas tecnologías permiten ahora pincharlas antes de tiempo, para que descarguen como sin querer, por anticipado y donde no deben. Controlar una tormenta es más o menos como controlar un terremoto. El agua acaba cayendo y algo se puede acabar inundando. Los resultados son siempre impredecibles.El referéndum constitucional se parece mucho a una tormenta, y desde lejos se empiezan a apreciar muchos predecibles daños colaterales. Veremos cómo andan unos y otros de reflejos, de pericia marinera y de tecnologías.