Los ases de la doble narcovía tarijeña
Frecuentemente se asegura que lo peor del contrabando, tan en boga hoy, es el daño que le causa a la producción económica boliviana. Sin embargo, ésa no necesariamente resulta la peor faceta de esta práctica que ocupa el grueso de la fuerza laboral del país. El contrabando tiene otra...



¿Quiénes saben por dónde se puede pasar cualquier tipo de mercadería sin que las autoridades los detecten? Obviamente, los contrabandistas habituados a llevar y traer, según las oportunidades de la situación cambiaria, ropa, electrodomésticos, alimentos y hasta automotores. Y para quienes quieren transportar otro tipo de “mercaderías” nada resulta más útil que contrabandistas experimentados y zonas extensas usadas para el contrabando. Saben que dominan la ruta de ida y vuelta, de norte a sur, la doble vía.“Por donde pasan refrigeradores y automóviles ilegalmente, pueden también pasar armas, niños, droga…”, relataba ya en 2004 una autoridad del Ministerio Público. Lo hacía en ocasión de un encuentro entre fiscales bolivianos y chilenos donde se evaluó el complejo control de esa frontera y sus más de 200 pasos furtivos.Con el tiempo, ese coctel de condiciones se replicó y alcanzó una intensidad sin precedentes en la frontera argentino-boliviana, en el entorno de Tarija. Y el boom de la descarada práctica del contrabando en esta región coincide hoy con frecuentes casos de trata y la era argentina del narcotráfico.El narcoducto norte surEl fenómeno coincide también con el auge de la cocaína peruana producida en el denominado VRAE (Valle de los Ríos Apurimac y Ene). Esta producción, sumada a la que se genera en el centro y occidente de Bolivia, alimenta el creciente negocio que se desató en Argentina. Un negocio que a ojos vista presenta alta rentabilidad y, sobre todo, extraordinarias facilidades. La rentabilidad la citó en diciembre de 2014 un reportaje del diario El Día de La Plata. Expertos consultados por ese matutino explicaron que la “ecuación entre distancia, tiempo, cantidad y ganancia se verifica en el siguiente cálculo: en los 200 kilómetros más calientes de la frontera con Bolivia, un kilo de clorhidrato de cocaína se consigue a un precio que ronda los 3.000 dólares. Se estima que esa misma carga, pero ya del lado argentino, se vende a 10.000 dólares el kilo. Al llegar a Buenos Aires su valor ya se habría que multiplicarlo por cuatro”.La ruta fue citada y graficada por el diario Perfil el 16 de noviembre de 2013. Tiene cerca de 1.600 kilómetros, básicamente la nacional número 34, es ya conocida como “el circuito de la cocaína”. Une las provincias de Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy, como clave en ese tránsito. Desde Santa Fe la distribución se divide hacia las tres ciudades más grandes del país: Rosario, Córdoba y Buenos Aires. Por esa misma vía llegaría a La Plata, desde donde ya se embarca la narcomercancía hacia Europa, y allí alcanza sus cotizaciones récord.Sin embargo, el festival de las facilidades se produce en la frontera argentino-boliviana, quizás como no sucede en ninguna otra parte del mundo. Los narcos colombianos debían estrellar avionetas en las costas de la Florida para que sus enviados recogieran la carga. Mientras en el Chaco argentino, sus pares, procedentes de Bolivia, lanzan cargamentos casi a ritmo de paseo, tanto que le llaman “la lluvia blanca”. En el norte la mafia tuvo que inventarse narcosubmarinos para atravesar el Atlántico, en Bermejo bastan flotillas de “gomones” a plena luz del día”. Cerca del río Bravo los narcos mexicanos hoy deben abrir túneles al muro antiimigrantes para pasar angustiados “mojados” con narcomochilas en medio de cloacas. En cambio los bagayeros locales pasan con sus cargas y vuelven a ritmo de la villera que suena en sus iphones.El narcotráfico del sur no debe atravesar las selvas amazónicas y los diversos riesgos brasileños que suman desde mafias hasta radares. Tampoco debe enfrentar la sofisticada persecución que desde hace varios años han impuesto los organismos de seguridad chilenos en su frontera.Ruta de vuelta y señalesResulta tan masivo el narconegocio sur que otras noticias revelaron la estrategia de los “narco convoys” y envíos a lomos de caballos sin jinetes. A ello se suma que en otro sentido de rutas no es poco lo que hacen quienes movilizan mariguana paraguaya hacia Argentina y Perú. Y esa segunda vía también implica rutas tarijeñas.Otro indicador que virtualmente señaliza el tránsito de las drogas radica en el crecimiento del microtráfico y la violencia en territorio boliviano. Son más que semanales las noticias que hablan de operativos contra microtraficantes hasta en las escuelas. Y sabido es que el microtráfico surge porque las mafias pagan a sus operadores medianos y pequeños en especie. En suma, el narco pasa días de gloria en el sur. Los reportajes de los medios argentinos señalan la presencia de organizaciones colombianas, mexicanas, argentinas y bolivianas. Por este lado, las autoridades sólo han reconocido la presencia de “emisarios”. Y tras años de ser un secreto a voces, por primera vez en julio, por fin, se confirmó que el negocio llegó al grado de las “narcocisternas”.Los innombrablesSin embargo, como sucede en este tipo de procesos económico-delictivos, resta un eslabón para que se complete el escenario. El narcotráfico siempre establece vasos comunicantes con políticos. Eso se ha cumplido en todo tiempo y lugar. Por lo tanto, la norma señala que el presente auge tarde o temprano detonará un narcoescándalo en esferas de poderes ediles o departamentales, quién sabe si más allá.Es más, son otros secretos a voces que en las fronteras, y más adentro, suenan y resuenan. En las charlas de amigos, en los corrillos de reporteros, en los asados familiares frecuentemente se los comenta. Alguien dice: “El ex candidato a …ése que quemó su auto ahí cerquita del puente cuando supo que veían los polis”. Otro añade: “Uno que dejó su humildá, y su carguito de profe, y ahora anda con su guaruros costeando fiestas por todo lado”. Y hay quién deduce: “A ver, desde cuándo que aquél no viaja al exterior, es que sabe que ahí lo esperan”…Y así, sucesivamente, se habla de quienes por ahora son una especie de ases de la doble narcovía del sur.