Análisis: El candidato que sonríe
Contaba un estratega de campaña de los que esperan conservar su empleo luego de esta elección, que a la oposición le han faltado sonrisas y le han sobrado veinte años para ganar estos comicios.
A pocos minutos de conocerse los primeros resultados, aún no oficiales, el humor sigue reinando en las redes sociales pero no en las casas de campaña, donde los entrecejos se fruncen y los carajazos siguen a la orden del día.
Bolivia, en general, sonríe hoy muchísimo más de lo que lo hacía una década atrás, pero no sus candidatos, o al menos no todos. La campaña ha sido larga y dura, más para unos que para otros, pero la regla número uno ha saltado por los aires en casi todos los actos. Los bolivianos hoy vemos más que escuchamos y nadie cree a alguien que dice que es “muy, muy, muy feliz” pero que no baila o sale corriendo rumbo al avión.
Un connotado cívico tarijeño repasaba el proceso llevado a cabo en Venezuela, cuando tras darse de bruces mil veces contra el chavismo, los jóvenes sentaron en la Mesa de Unidad a los dinosaurios y los mandaron de vacaciones a su casa. Una encuesta hizo el resto y aunque no lograron la victoria quedaron décimas del heredero Nicolás Maduro.
En Bolivia fue al revés, los dinosaurios crearon varias mesas de unidad en la que sentaron a los que juraron lealtad y mandaron de vacaciones a los jóvenes protestones.
Quedan cinco años por delante, que pueden parecer una eternidad para algunos, como podían parecer los que iban de 2009 a 2014 en los que la oposición fue aniquilada y desestructurada por méritos propios y ajenos sin ninguna voz capaz de articular una propuesta.
Aprender es una de las características que hacen al ser humano, humano.