Quince meses que han cambiado Oriente Medio
Israel se convierte en el poder central tras un conflicto que ha debilitado a Irán, pero sobre todo, ha retratado la incapacidad de las potencias hegemónicas de hacer respetar los derechos elementales



La firma de un acuerdo entre Hamas e Israel para un alto el fuego supone el fin provisional, e incierto, de una guerra que ha durado quince meses y que ha tenido efectos devastadores para la población de Gaza, que contabiliza más de 40.000 muertos según las autoridades palestinas de ese territorio (más de 67.000 según un reciente estudio publicado por la revista científica 'The Lancet').
Los términos concretos del acuerdo están todavía por conocerse. Las diversas fuentes hablan de la liberación de 33 rehenes secuestrados en Gaza en una primera fase y su intercambio por un millar de prisioneros palestinos. Para ello será clave la retirada progresiva del Ejército de Israel de un territorio del que la facción más radical del gobierno hebreo reivindicaba hace solo unos días su ocupación definitiva. Fuentes militares han indicado que los soldados israelíes no se irán de Gaza hasta que no se hayan recuperado todos los rehenes, también los cadáveres de los fallecidos.
Otra cuestión es cómo se articula el regreso de centenares de miles de palestinos a unas localidades de las que fueron expulsados durante estos quince meses de guerra en los que han vivido en condiciones humanitarias penosas. No hay hogares a los que volver. Solo ruinas y y unas infraestructuras sociales mínimas.
El acuerdo llega después de meses de penosas negociaciones en las que Egipto y Qatar han actuado como mediadores y la administración estadounidense se ha estrellado una y otra vez contra la táctica de Beniamin Netanyahu de dilatar el conflicto lo máximo posible por razones de política interna y de estrategia en la región.
Si finalmente se ha logrado el acuerdo es justamente por la victoria de Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre. Gracias, sobre todo, a la sintonía del futuro presidente con el primer ministro de Israel, con quien comparte la misma visión de futuro para Oriente Medio.
El “éxito” del acuerdo es para Trump, que se adelantó a la Casa Blanca en comunicarlo
Significativamente, Trump ha sido el primero en anunciar la existencia de un acuerdo en las redes sociales, sin esperar al comunicado oficial de la Casa Blanca en la que un Joe Biden en retirada no ha tenido ni la ocasión de reivindicar el “éxito”, que acapara en su totalidad el próximo presidente.
El conflicto ha comportado un cambio profundo en la arquitectura de Oriente Medio. La furia que desencadenó Hamas el 7 de octubre de 2023 con su incursión en los kibutz próximos a la franja, con un balance de 1.200 muertos y 200 secuestrados, derivó en una respuesta militar israelí que ha reconfigurado el mapa político de los países vecinos y los equilibrios en toda la región.
Hizbulah, la organización militar chiita que durante dos décadas ha controlado (y bloqueado) la política libanesa ha sufrido la peor derrota de su historia, infiltrada por el Mosad, y ha visto como desaparecían todos sus líderes. Su hostigamiento con cohetes del territorio norte de Israel como medida de “solidaridad” con la resistencia de Hamas le ha salido muy cara a Hizbulah, como también a la población del Líbano, objeto de un intenso castigo por parte de la aviación israelí.
El debilitamiento de Hizbulah ha desencadenado la caída del régimen de Bashar el Asad en Siria, del que era uno de los puntales de apoyo junto con Irán y Rusia. Siria está hoy gobernada por antiguos yihadistas que gobernaban aislados el norte del país y que no suponen ninguna amenaza para Israel. Tampoco su infraestructura militar, destruida por Israel, que no ha dudado en ocupar territorios adyacentes al Golán.
Israel es hoy la potencia más fuerte en una región en la que Irán ha salido debilitado
La guerra ha sido también un mal negocio para Irán, la potencia que durante años había mantenido una guerra “en la sombra” con Israel a través de Hizbulah (la joya de la corona), los hutíes del Yemen, y sus organizaciones filiales en Siria e Irak. El cruce de ataques con misiles y drones entre Irán e Israel el pasado mes de octubre -el momento en el que la guerra total en la región estuvo más cerca- hicieron ver probablemente a Teherán que no iba a salir victorioso de un conflicto abierto.
Irán es hoy una potencia debilitada, que depende en gran parte de su capacidad para fabricar material de guerra para Rusia. Y que ha perdido la mayor parte de su influencia en una región en la que Israel ha demostrado ser el más fuerte y tener la iniciativa. Para satisfacción de las monarquías del Golfo y también de Turquía, último invitado a participar en esta recomposición histórica.