Arranca el Maha Kumbh Mela, el mayor peregrinaje del mundo
El lunes empezó el mayor peregrinaje del mundo, que cada doce años concentra a docenas de millones de personas en la confluencia del Ganges y el Yamuna, ríos sagrados para los hindúes. El agua fría no disuadió ayer a los más madrugadores del Maha Kumbh Mela, que Allahabad acogió por última vez en el 2013.
Durante 45 días, esta será “la mayor ciudad sobre la Tierra”, visible desde el espacio, gracias a sus 160.000 tiendas de campaña (2.200 “de lujo”), repartidas para la ocasión entre 4.000 hectáreas. También será temporalmente el rincón más venerable de India, incluso más que Benarés, donde no hay liberación sin conocimiento.
En la antigua Prayagraj este no es imprescindible –aunque haya gurús para parar un carro– porque estos días, según la tradición, no solo van allí a limpiar sus pecados los devotos, sino también los mismos dioses y hasta otros ríos y montes sacratísimos.
Cada tres años se celebra un Kumbh Mela de menor dimensión, alternativamente, en Ujjain (el próximo), Nasik y Haridwar. Pero el más esperado y de mayor calado religioso es el de Allahabad, ciudad histórica del norte de la India a la que el gobierno de Narendra Modi -molesto por la connotación musulmana- ha devuelto el citado nombre sánscrito de Prayagraj.
Este no es solo uno de los cuatro lugares donde, según la mitología hindú, los dioses derramaron sin querer una gota de néctar de la inmortalidad, sino también la confluencia de dos ríos reales y otro imaginario –o por lo menos desaparecido– el Saraswati.
Este Kumbh Mela promete ser especialmente concurrido, por el anormal margen de cuatro años desde la pasada edición, cuando además la covid disuadió de acercarse a Haridwar a muchos peregrinos. Aunque debería haberse celebrado en 2022, los astrólogos consideraron que 2021 era un años más propicio. El mandamás de Uttarakhand, con el calendario electoral delante, también. De lo que no cabe duda es de que el adelanto fue una bendición para el coronavirus, que aceleró su propagación por todos los rincones de la geografía india.
Cada doce años y durante 45 días, la confluencia del Ganges y el Yamuna es el ombligo del hinduismo
En la actual edición, en Uttar Pradesh, el jefe de gobierno ha echado la casa por la ventana, con un presupuesto de 1.500 millones de euros. No en vano se hace llamar Yogui Adityanath y dirige un estado cinco veces más poblado que España enfundado en una túnica azafrán de monje hindú.
El yogui cree que recuperará la inversión de calle, por la asistencia de “400 millones de peregrinos”. Cifra fuera de la realidad, ya que supondría la visita de uno de cada tres indios. Una décima parte es una estimación más realista y no menos apabullante. Y un desafío logístico apuntalado con 56 comisarías y 133 puestos policiales, para el que se han fletado 7.000 autobuses naranjas.
Aunque el Maha Kumbh Mela prometa abrir las puertas del cielo y lavar los pecados, eso no significa que se salga del agua más limpio. En el caso del Ganges, tras miles de millones de euros destinados a su depuración durante cuarenta años -redoblados con Modi- hay quien quiere ver algún progreso cosmético a su paso por Benarés. Pero los análisis químicos independientes llaman a abandonar toda esperanza.
Donde no hay lugar alguno para el optimismo es en el Yamuna, coprotagonista del Gran Kumbh Mela. El 58% de los efluvios de Delhi terminan en sus aguas, que los residuos industriales recubren con un palmo de espuma tóxica. Hace falta imaginación para recrear las escrituras en las que el Yamuna es el río “azul de zafiros”, citándose en Prayagraj con el Ganges, “blanco de perlas”. El Padma Purana aseguraba además que “el que se baña y bebe donde se juntan el Ganges, el Yamuna y el Saraswati, se libera”. Eran tiempos menos superpoblados.
Pero la fe aún puede con todo para los millones que se agolpan para sus abluciones, sobre todo en los días más propicios para redimirse, como este lunes de Luna Llena. El Kumbh Mela también es una feria en la que ningún indio cree estar perdiendo el tiempo, mientras divaga, regatea, come, reza y remolonea. Menos aún los que disponen de un mes entero, con el que -aseguran- se acumula mérito religioso para los próximos 432 millones de años.
Los ascetas hindúes nunca han dejado de consumir cannabis indica sin restricciones legales.
Sadhu masoquismo: Los ascetas inquietantes que dan relieve y color a la cita religiosa más multitudinaria
Los sadhus o ascetas son parte del paisaje del Kumbh Mela, agrupados en sectas dedicadas a Vishnú o a Shiva. A veces desnudos, algunos se infligen duras penitencias. Otros son charlatanes, subidos a una nube de cannabis indica. Y la más animada comitiva es siempre la de los travestis.