Italia en las ánforas
Las tres claves de las elecciones italianas: sur, participación y Ley
Los sondeos vaticinan una arrolladora victoria de la coalición de derecha, con la ultraderechista Giorgia Meloni como principal favorita. El M5E puede dar la sorpresa en el sur
Italia acude a las urnas en una de las elecciones más decisivas de su historia. Son las primeras que se celebran en otoño, después de una campaña electoral muy corta, precipitada por la inesperada caída del gobierno de Mario Draghi en julio. Las últimas encuestas publicadas, hace dos semanas, vaticinaban una abultada victoria de la derecha, encabezada por Giorgia Meloni, la líder de Hermanos de Italia que empezó en las juventudes neofascistas pero que ahora intenta presentarse como una moderada que gobernará desde el europeísmo. Si los pronósticos se cumplen, la ultraderecha podría mandar en un país fundador de la UE. Pero en Italia, las encuestas nunca son del todo afinadas. Todavía podría haber algún espacio para sorpresas. Estas son las claves del voto:
La ley electoral
La actual ley electoral italiana funciona de manera que alrededor de dos tercios de los escaños se asignan de manera proporcional, en función del porcentaje obtenido a nivel nacional, pero el tercio restante depende de un mayoritario con circunscripciones uninominales. Es decir, que el candidato que obtenga un voto más en ese colegio electoral, se lleva el escaño. Hay un 2% restante para el voto en el extranjero.
Este sistema, paradójicamente, ahora perjudica mucho al centroizquierda porque favorece a las coaliciones. El bloque de derechas formado por Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia se presentan unidos y tienen más posibilidades de llevarse las circunscripciones uninominales. En cambio, el Partido Demócrata (PD) no ha sido capaz de pactar ni con el Movimiento 5 Estrellas (M5E) ni con los centristas de Acción, con lo que su líder, Enrico Letta, se ha quedado solo frente a la derecha. Con esta fórmula, si la derecha logra el 45% de los votos podrían llegar a sumar el 70% de la representación parlamentaria. Una mayoría tan amplia con la que podrían cambiar la Constitución en solitario, si lo deseasen.
El voto del sur
El voto del empobrecido sur de Italia podría ser una de las grandes sorpresas del resultado de este domingo. El M5E, ahora liderado por el exprimer ministro Giuseppe Conte, parecía condenado a la extinción, después de sufrir múltiples escisiones, de que un centenar de parlamentarios se fugasen a otras formaciones o de sufrir una crisis de identidad por el hecho de haber tenido que convertirse en un partido tradicional al llegar a gobernar. Pero en esta campaña electoral, Conte ha hecho una decisión muy inteligente al presentarse como el abogado defensor de los más pobres, basándose en proteger la Renta Ciudadana, un subsidio vinculado al desempleo que perciben mayoritariamente en el sur del país y que la derecha quiere reformar.
La abstención y el desinterés
Los últimos sondeos vaticinaban que la abstención este domingo podría ser de las mayores en la historia de la República italiana. Hay alrededor de un 35% de indecisos, que todavía no saben a quién votarán o si irán a votar. Esto significa que es probable que alrededor del 65% de los ciudadanos italianos acudan a las urnas, cuando la media en el país es sobre el 75% en las elecciones nacionales.
Los motivos del desinterés de los italianos son variados. En las calles apenas hay panfletos electorales. El primero, es que es la primera vez que una campaña electoral arranca en verano, con lo que a muchos les encontró de vacaciones y no se empezaron a interesar por ello hasta septiembre. Después, no hay ninguna gran novedad. El gobierno de Draghi cayó inesperadamente, con lo que los partidos no han tenido tiempo de prepararse bien. La mayoría de candidatos, salvo Meloni –aunque fue ministra y lleva mucho tiempo en política– son ex primer ministros, como Letta (PD), Conte (M5E), Matteo Renzi (Italia Viva, o Silvio Berlusconi (Forza Italia), y son bien conocidos por el público. Y luego, está el hecho de que los mayores desafíos, la inflación o la crisis energética, son cuestiones en las que la mayoría de partidos coinciden en cómo resolver porque no dependen tanto de Roma como de Bruselas. “No es particularmente entusiasmante, como en el 2018, cuando había dos grandes temas, la inmigración, de la Liga, y la antipolítica, del M5E”, cuenta Castellani. En esos temas el futuro gobierno sí que tenía algo que decir.