Anuario: La pandemia que no cesa
Casi dos años después, la crisis desatada por el virus Sars – Cov -2 no cesa. 2021 ha vuelto a demostrar que el hombre tiene límites y que la naturaleza es más fuerte, y al mismo tiempo, que va es lo suficientemente terco para seguir intentándolo.
A 31 de diciembre de 2020, las estimaciones preliminares de Naciones Unidas sugerían que el número total de muertes mundiales atribuibles a la pandemia de COVID-19 en 2020 fue de al menos tres millones, lo que representa 1,2 millones de muertes más que los 1,8 millones notificados oficialmente.
A 31 de diciembre se espera llegar a los 5,5 millones de muertos notificados oficialmente, pero la cifra real podría ser del doble debido a la debilidad de las estadísticas particularmente en
En Bolivia también se han disparado los casos. En 2020 se cerró el año con 160.000 positivos y 9.165 fallecidos, y en 2021 se prevé cerrar con 580.000 positivos y cerca de 19.500 muertos.
En Tarija no es mucho mejor. A 31 de diciembre de 2020 se habían registrado 17.136 casos positivos, de los que habían fallecido 426, mientras que la proyección para un año después es cerrar con 46.000 positivos y 1.150 fallecidos.
El incremento se explica desde la mejora de las técnicas de diagnóstico y rastrillaje, gracias a que la ciencia investigó y dotó de nuevas herramientas para comprender mejor al virus, prevenirlo mejor y también combatirlo mejor. Uno de estos grandes avances ha sido precisamente el de las vacunas, y al mismo tiempo, una de las grandes amenazas es precisamente el de las variantes.
El año de las vacunas
Desde que en marzo de 2020 se expandiera el nuevo virus dejando asombrado al mundo por su capacidad letal y de contagio, los científicos se lanzaron raudos a buscar una respuesta médica de garantías y la investigación los llevó a desarrollar vacunas. Fueron más de una docena de marcas las que lograron desarrollar fórmulas con impulso de los diferentes gobiernos que debían servir para inmunizar a la población y, con ello, vencer el miedo y acabar con un año de restricciones y encapsulamientos.
Desarrollar una vacuna en tiempo record siempre genera dudas, y aplicarla a humanos sin haber desarrollado test de largo plazo con otros humanos también, pero la urgencia se impuso y el último día de diciembre Europa empezaba a vacunar. Pronto todos nos familiarizamos con las marcas de AstraZeneca, Moderna, Pfizer, etc., pero la avaricia de las potencias centrales quedó al descubierto: los países ricos se lanzaron a comprar dosis muy por adelantado y muchas más de las que necesitaban, pero, cosas del mercado, no movieron un dedo.
El mecanismo Covax – al que estaba afiliado Bolivia - destinado a proveer vacunas a los países pobres a través de la solidaridad fracasó estrepitosamente y por tanto, se abrieron las puertas a las dosis chinas, rusas e incluso cubanas (curiosamente en Bolivia no) y aún así, todo siguió sin ser suficiente.
El presidente Luis Arce decidió dejar de esperar y se lanzó a por las vacunas chinas de forma más discreta y a por las rusas con más fanfarria. Mientras las chinas cumplieron su papel, las rusas se convirtieron en un suplicio, pues la segunda dosis tiene unos componentes distintos que nunca llegaron.
Ya a mitad de año, sobre junio – julio, los países ricos habían cumplido sus expectativas y comprado vacunas para las siguientes cuatro generaciones, pero como caducan decidieron “donar”, así empezaron a llegar vacunas de marca a Bolivia y los mas escépticos se aprestaron a ser vacunados por los líquidos del imperio.
Ya hacia el final del año, y quien sabe si por excesos de stock, los “expertos” empezaron a hablar de la tercera dosis como fenómeno ineludible.
Las variantes
El efecto de no haber logrado una vacunación universal aceptable ha dado pie a las variantes, un fenómeno habitual en el tipo de virus estudiado, pero que no deja de ser traumático para la comunidad internacional científica por el escaso conocimiento al respecto.
La teoría es que cuantas más modificaciones se hagan en el núcleo del virus más peligroso será, y es precisamente la última detectada, ómicron, la que está causando estragos en el mundo, la que más cambios tiene ahí, aunque algunos expertos han dado expectativas de fin de pandemia, al ser esta variante más contagiosa pero menos letal. Antes vinieron las variantes británicas, brasilera y la Delta, que se impuso en todo el mundo y que ha cedido rápidamente ante ómicron.