Ladrones de combustible en México no se dejan intimidar
Días después de un estallido que generó una enorme bola de fuego cerca del pueblo mexicano de Tlahuelilpan, provocando la muerte de al menos 117 personas que extraían gasolina de un ducto, ladrones de combustible de la zona regresaron a trabajar como si nada hubiera pasado. Las tomas...
Días después de un estallido que generó una enorme bola de fuego cerca del pueblo mexicano de Tlahuelilpan, provocando la muerte de al menos 117 personas que extraían gasolina de un ducto, ladrones de combustible de la zona regresaron a trabajar como si nada hubiera pasado.
Las tomas ilegales, algunas de ellas recién abiertas, fueron la prueba de que el combustible estaba escapándose de nuevo. Soldados que patrullaban el área en el centro de México tras la tragedia del 18 de enero dijeron que hallaron 15 tomas ilegales a pocos kilómetros y en el mismo ducto, operado por la petrolera estatal Pemex.
En un sitio, Reuters vio un agujero recién excavado que conducía a una válvula unida a la tubería enterrada sólo un metro por debajo de la superficie. En las cercanías se encontraron mangueras de plástico, envolturas de comida, un paquete vacío de cigarrillos y una manta mojada con gasolina.
Situaciones como esta muestran el enorme desafío que enfrenta el presidente Andrés Manuel López Obrador para poner fin al desenfrenado robo de combustible. El delito está privando al gobierno de los ingresos fiscales que tanto necesita y costó a Pemex un estimado de 3,000 millones de dólares el año pasado.
Expertos en seguridad dicen que desde pequeños ladrones, bandas del crimen organizado hasta empleados corruptos de Pemex están involucradas en el negocio.
Los ladrones con operaciones más organizadas suelen perforar los ductos para desviar gasolina y diesel durante la noche en zonas rurales, luego la revenden a propietarios de estaciones de servicio, en las carreteras y en mercados al aire libre.
Un portavoz de Pemex no respondió varias solicitudes de comentarios para esta nota.
En diciembre, López Obrador lanzó una campaña contra el robo de combustible. Para frustrar las tomas ilegales, ordenó a Pemex distribuir combustible por tierra en camiones cisterna. El resultado: escasez generalizada y largas filas en las gasolineras.
Los cuellos de botella en las estaciones han disminuido, pero el robo de combustible está tan arraigado que será difícil de erradicar, incluso en Tlahuelilpan.
Las tomas ilegales, algunas de ellas recién abiertas, fueron la prueba de que el combustible estaba escapándose de nuevo. Soldados que patrullaban el área en el centro de México tras la tragedia del 18 de enero dijeron que hallaron 15 tomas ilegales a pocos kilómetros y en el mismo ducto, operado por la petrolera estatal Pemex.
En un sitio, Reuters vio un agujero recién excavado que conducía a una válvula unida a la tubería enterrada sólo un metro por debajo de la superficie. En las cercanías se encontraron mangueras de plástico, envolturas de comida, un paquete vacío de cigarrillos y una manta mojada con gasolina.
Situaciones como esta muestran el enorme desafío que enfrenta el presidente Andrés Manuel López Obrador para poner fin al desenfrenado robo de combustible. El delito está privando al gobierno de los ingresos fiscales que tanto necesita y costó a Pemex un estimado de 3,000 millones de dólares el año pasado.
Expertos en seguridad dicen que desde pequeños ladrones, bandas del crimen organizado hasta empleados corruptos de Pemex están involucradas en el negocio.
Los ladrones con operaciones más organizadas suelen perforar los ductos para desviar gasolina y diesel durante la noche en zonas rurales, luego la revenden a propietarios de estaciones de servicio, en las carreteras y en mercados al aire libre.
Un portavoz de Pemex no respondió varias solicitudes de comentarios para esta nota.
En diciembre, López Obrador lanzó una campaña contra el robo de combustible. Para frustrar las tomas ilegales, ordenó a Pemex distribuir combustible por tierra en camiones cisterna. El resultado: escasez generalizada y largas filas en las gasolineras.
Los cuellos de botella en las estaciones han disminuido, pero el robo de combustible está tan arraigado que será difícil de erradicar, incluso en Tlahuelilpan.