El Brexit al límite, Londres pide cambios en el pacto
La primera ministra británica, Theresa May, se ve abocada a un choque con la Unión Europea el miércoles, después de que la Cámara de los Comunes le exigiera que renegocie el acuerdo del Brexit, a lo que los otros miembros del bloque respondieron que no reabrirían las negociaciones. A...
La primera ministra británica, Theresa May, se ve abocada a un choque con la Unión Europea el miércoles, después de que la Cámara de los Comunes le exigiera que renegocie el acuerdo del Brexit, a lo que los otros miembros del bloque respondieron que no reabrirían las negociaciones.
A menos de dos meses para que el Reino Unido deba abandonar la UE, los inversores y sus aliados están tratando de determinar cómo terminará la crisis del Brexit, con opciones que incluyen un Brexit desordenado, un retraso en la salida o una cancelación del proceso.
Dos semanas después de rechazar el acuerdo para el Brexit de May con el mayor margen en la historia británica moderna, el Parlamento le exigió que volviera a Bruselas a modificar la salvaguarda irlandesa o “backstop”, una red de seguridad para evitar la restauración de una frontera física entre la República de Irlanda, país miembro de la UE, e Irlanda del Norte, territorio británico.
“El apetito por ese cambio en la UE es limitado y no será fácil negociarlo”, dijo May a los diputados que aprobaron el plan —que contó con el respaldo del influyente legislador conservador Graham Brady— con 317 votos a favor frente a 301.
“Estoy de acuerdo en que no debemos irnos sin un acuerdo. Sin embargo, oponerse sin más a un acuerdo no es suficiente para detenerlo”, dijo May.
May dijo que trataría de lograr “cambios legalmente vinculantes” en el acuerdo de divorcio que logró en noviembre con la UE tras dos años de negociaciones tortuosas.
En la práctica, May tratará de arrancar a los otros 27 miembros de la UE un acuerdo de última hora mediante el uso de la amenaza implícita de un Brexit no negociado. La economía de la UE es, aproximadamente, seis veces más grande que la del Reino Unido.
La respuesta de las capitales europeas fue contundente.
Francia, el segundo miembro más poderoso de la UE, dijo que no podría haber una renegociación y exigió una propuesta británica “creíble”. Alemania no ha hecho hasta ahora un comentario público.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo que el acuerdo de divorcio no era renegociable.
La libra esterlina, que cotizaba a 1,3190 dólares antes de que los legisladores votaran, cayó más de un centavo tras conocerse el resultado, pero volvió hasta los 1,3104 el miércoles.
May, quien asumió el cargo de jefa del Gobierno en el caos generado tras el referéndum de 2016, está ahora atrapada un juego de amenazas entre la UE y su propio y partido.
Aunque la UE se ha negado repetidamente a reabrir el acuerdo de divorcio, fuentes de la UE dijeron que podrían ser posibles aclaraciones, declaraciones o garantías adicionales sobre la salvaguarda.
May ha dicho que, más que un intercambio de cartas, haría falta un cambio legalmente vinculante. Su intención es lograr un acuerdo revisado antes del 13 de febrero. De lo contrario, el Parlamento votará sobre los próximos pasos el 14 de febrero.
Esa fecha límite aumenta la presión sobre los partidarios del Brexit más radicales en el Partido Conservador, que temen que sus oponentes intenten retrasar y, en última instancia, frustrar la salida británica de la UE.
A menos de dos meses para que el Reino Unido deba abandonar la UE, los inversores y sus aliados están tratando de determinar cómo terminará la crisis del Brexit, con opciones que incluyen un Brexit desordenado, un retraso en la salida o una cancelación del proceso.
Dos semanas después de rechazar el acuerdo para el Brexit de May con el mayor margen en la historia británica moderna, el Parlamento le exigió que volviera a Bruselas a modificar la salvaguarda irlandesa o “backstop”, una red de seguridad para evitar la restauración de una frontera física entre la República de Irlanda, país miembro de la UE, e Irlanda del Norte, territorio británico.
“El apetito por ese cambio en la UE es limitado y no será fácil negociarlo”, dijo May a los diputados que aprobaron el plan —que contó con el respaldo del influyente legislador conservador Graham Brady— con 317 votos a favor frente a 301.
“Estoy de acuerdo en que no debemos irnos sin un acuerdo. Sin embargo, oponerse sin más a un acuerdo no es suficiente para detenerlo”, dijo May.
May dijo que trataría de lograr “cambios legalmente vinculantes” en el acuerdo de divorcio que logró en noviembre con la UE tras dos años de negociaciones tortuosas.
En la práctica, May tratará de arrancar a los otros 27 miembros de la UE un acuerdo de última hora mediante el uso de la amenaza implícita de un Brexit no negociado. La economía de la UE es, aproximadamente, seis veces más grande que la del Reino Unido.
La respuesta de las capitales europeas fue contundente.
Francia, el segundo miembro más poderoso de la UE, dijo que no podría haber una renegociación y exigió una propuesta británica “creíble”. Alemania no ha hecho hasta ahora un comentario público.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo que el acuerdo de divorcio no era renegociable.
La libra esterlina, que cotizaba a 1,3190 dólares antes de que los legisladores votaran, cayó más de un centavo tras conocerse el resultado, pero volvió hasta los 1,3104 el miércoles.
May, quien asumió el cargo de jefa del Gobierno en el caos generado tras el referéndum de 2016, está ahora atrapada un juego de amenazas entre la UE y su propio y partido.
Aunque la UE se ha negado repetidamente a reabrir el acuerdo de divorcio, fuentes de la UE dijeron que podrían ser posibles aclaraciones, declaraciones o garantías adicionales sobre la salvaguarda.
May ha dicho que, más que un intercambio de cartas, haría falta un cambio legalmente vinculante. Su intención es lograr un acuerdo revisado antes del 13 de febrero. De lo contrario, el Parlamento votará sobre los próximos pasos el 14 de febrero.
Esa fecha límite aumenta la presión sobre los partidarios del Brexit más radicales en el Partido Conservador, que temen que sus oponentes intenten retrasar y, en última instancia, frustrar la salida británica de la UE.