Identidad, Programa Político y Articulación Regional de La Rebelión de los Gauchos de Zenta y Valle Grande en 1826 (Segunda parte)
Los testimonios de Caspalá no mentían. Otros documentos hablan de estos reclutamientos forzosos que violaban los acuerdos de que los milicianos no eran molestados en su servicio, sino que por el contrario, los preferían por ser una tropa ya veterana. Así, con los mismos que acompañaron a...
Los testimonios de Caspalá no mentían. Otros documentos hablan de estos reclutamientos forzosos que violaban los acuerdos de que los milicianos no eran molestados en su servicio, sino que por el contrario, los preferían por ser una tropa ya veterana. Así, con los mismos que acompañaron a José María Paz en su ataque contra Olañeta en 1825:
“se armó el contingente de la misma provincia para el ejército nacional que se organizaba en la Banda Oriental para la guerra del Brasil. Con ella salí el 2 de Diciembre del mismo año, atravesando 400 leguas para tomar parte en la nueva lucha que iba a empezarse.
Con esos salteños que me acompañaron combatí en Ituzaingo, adquiriendo ellos un nuevo y poderoso título la gratitud de la patria y a mi propia estimación: digo mi estimación porque fueron siempre mis fieles compañeros, obedientes a mi voz y porque me dispensaron siempre confianza que nunca se desmintió”. 13
Nótese la desmesura de la tarea para gente que ya hacía más de una década que estaba peleando, sin ninguna remuneración y proveyendo su sustento y sus necesidades como caballos, armas, etc… Por otra parte, es necesario señalar que ésta no es la valoración que tenía Paz de las milicias, que era en general, muy despreciativa, indicando a la tropa de su mando que no eran “gauchos para gritar” o estimando que en Puesto del Marquéz el desorden era tal que “parecía más una toldería de salvages que un campo militar.”14
En cuanto a los reclutamientos forzosos, un mes antes, en Jujuy se había formado el Regimiento de Caballería de Línea, separado 148 hombres de los Escuadrones de Yavi, Santa Victoria, Iruya, Humahuaca y Tilcara.15 Por lo tanto, claramente los gauchos de Caspalá tenían sobrados argumentos para resistirse, si bien la orden puntual estaba orientada a la custodia de la tropa de Tarija, lo cual, por otra parte, también parecerá injusto a los sublevados.
LOS SENDEROS DE LO POLÍTICO (I): DE GAUCHOS A “MOTINISTAS”
En esta situación no parece extemporáneo que los gauchos de Caspalá se preguntaran:
“.y que por qué iban a escoltar a otros hombres como ellos aunque viniesen de Tarija por disposición del Gobierno, que ya no servían a nadie que demasiado habían servido antes.. .”.16
Sin embargo esta pregunta no es natural, sino que marca con claridad una inflexión en la conciencia política de estos sujetos: de una acción defensiva, colectiva, sí, pero de salvaguarda personal, a partir de una negación, se pasa a la afirmación de un colectivo mayor y más abstracto. Inicialmente todos hablan a una voz sin dar muchas razones y quien habla solo, lo hace como un alarde de bravuconada personal a la que eran afectos los gauchos:
“no podía salir de allí porque no tenía caballo” y cuando lo reconvienen “que cómo tenía caballo para hacer sus diligencias y no lo tenía para el acto de servicio..” contestó que “no sabía por qué no tenía caballo”. 17
Como ocurre frecuentemente, la coagulación de una conciencia política aparece como producto del diálogo que se produce, en los hechos, entre las reacciones del poder frente a su impugnación. Así, el discurso de los gauchos se irá definiendo cada vez más en el plano político, contrastando fuertemente con una autoridad que parece demorar en creer lo que está ocurriendo y por ende en reaccionar.
La autoridad directa, el Comandante Pastor, con residencia en Humahuaca, no parece dudar de que será obedecido e inicialmente tiene dos preocupaciones: si los oficiales del escuadrón participan del motín y si hay un cabecilla. En cuanto a la primera, es comprensible, la jerarquía castrense no era el fuerte de la organización miliciana, eran permanentes los cuestionamientos individuales o colectivos de la oficialidad a autoridades, órdenes, etc.18
La escasez de soldados en general y de cuadros jerárquicos en particular, permitía cierta distribución del poder también en el interior del arma y no sólo hacia la sociedad civil, como el fuero gaucho lo permitía. La reacción de las autoridades frente al pronunciamiento, parece mostrar el repertorio habitual de negociaciones que se abrían ante estos hechos de insubordinación cotidianos: se los interroga sobre sus motivaciones, se les advierte sobre los posibles castigos, y hasta se les les pide “.que le avisasen si querían que fuese otro oficial a traerlos..”, mostrando el reconocimiento de los liderazgos personales se vuelve a pedir a los superiores órdenes por escrito para afirmar la autoridad,
“les hizo saber la orden que llevaba en la que los decía su comandante que tratasen de obedecer sus órdenes que si no lo verificaban en aquella segunda vez serían castigados con el rigor de la ley.. .”.19
Nótese las atenuaciones del lenguaje y el paternalismo: que tratasen de obedecer, y que si no lo hacían en la segunda vez (sic) serían castigados. Es frente a esta amenaza que surge la ampliación de la conciencia incluyéndose en un amplio colectivo gaucho que abarcaba a los reclutas de Tarija, pero también a eventuales represores de Jujuy:
“.contestaron todos a un tiempo... que si el comandante los amenazaba diciéndoles vendría tropa de Jujuy a prenderlos nada se les daba, que estaban seguros que aunque tuviese efecto nada les habían de hacer porque eran sus hermanos y últimamente que nadie los sacaba de sus casas”.20
Un mes más tarde, este embrión de conciencia se había potenciado en acción política: con un líder ya definido, el Cabo Lorenzo Apasa, y una coordinación con todos los escuadrones desde Volcán hasta Antumpa y el Curato de Humahuaca, Iruya, Valle Grande y San Andrés. Posteriormente intentan -y al parecer-, durante un tiempo logran- sumar a las comunidades de Casabindo y Cochinoca.
Pero no sólo tienen dirigentes, también tienen un programa propio, se propugnaba la unidad para evitar la leva y ya no tener que intervenir en guerras. Tres principios parecen alentarlos: unidad/confraternidad; libertad; sosiego como recompensa por sus aportes en la guerra.
La reiteración de los tópicos principales y al unanimidad del discurso en las numerosas declaraciones que componen las sumarias del caso, evidencian un profundo consenso generado tanto por la prolongada experiencia compartida, como por, seguramente, extensas deliberaciones.
Los protagonistas utilizan un lenguaje utópico, con palabras como hermandad, unidad, vivir sosegados trabajando y hasta con un tono sacrificial de resistir hasta la muerte. Describen sus servicios durante la guerra como un trabajo, el cual merece una recompensa, más aún cuando fue realizado a propia costa y sin salario; esa recompensa es apelada como sosiego y más claramente como libertad.
En este sentido se aprovechan, las palabras de Sara Mata para los esclavos que integraban los escuadrones gauchos de Salta. Se toma extensamente los comentarios de la autora ya que se piensa que se aplican cabalmente acaso, aunque se trate de sujetos jurídicamente libres. Sara Mata plantea que los esclavos luchaban por una patria,
“. concebida como un orden social en el cual la libertad no era entendida en los mismos términos en que la planteaba la dirigencia revolucionaria, es decir no tan solo la libertad soberana y en unión con ella libertad cívica, o sea libertad de gobernar y de participar del gobierno, que en estos momentos significaba la ruptura de la relación colonial, sino que la libertad reclamada por los esclavos estaría vinculada fundamentalmente a la libertad personal, es decir la capacidad de acción y de decisión sin depender de otros, derecho del cual debían gozar todos los hermanos, incluidos los esclavos. .”.21
En el ejercicio de su libertad, los gauchos permanecerán en sus casas trabajando y se reunirán para defenderse de las partidas, elegirán a sus dirigentes y les asignarán grados militares en abierto desafío a las autoridades. Así lo planteaban los protagonistas:
“estamos a una voz a la unión y libertad”: “ya nosotros ya no querimos meternos en guerras como es en alzar armas”.
“.las miras que tenían eran las de vivir descansados y no perjudicar a nadie a menos que nos los persiguiesen porque sus jefes les habían asegurado antes que en recompensa de su trabajo en tiempo que invadían esta provincia los españoles habían de trabajar con constancia con sus personas, con sus cabalgaduras y alimentándose a su costa y mención y a más de esto que habían auxiliado con sus intereses y no habían visto un medio cuyos documentos de constancia los ha recogido el Coronel Dn. Francisco Pastor..”
“.que las miras que había eran de resistir hasta morir a cualquier partida que les fuese a traer y que si no hiban dhas partidas no habría nada y vivirían sosegados trabajando..”
Por el contrario, a diferencia del programa insurreccional salteño, en Caspalá no aparece con claridad la reivindicación por la tierra y los arrendamientos.
El único que menciona que los amotinados se negaban a pagar arriendo es el terrateniente Mauricio de Goyechea, quien precisamente fue a Caspalá a cobrarlos. Casualmente sus dependientes son los principales dirigentes del motín, quienes se presentan de madrugada a su casa para averiguar sus intenciones. Mientras Goyechea declara que fueron a amenazarlo, los gauchos dirán que fueron a “saludar a su patrón” y a decirle:
“. que estamos con este trabajo no podimos pagarle arriendos porque estamos sin plata y después de salir de este trabajo le pagaremos. .”.22
Y en este diálogo, avanzados los “tumultuarios”, se despliega la represión: los comandantes solicitan
“se traslade una partida siquiera de 25 hombres bien armada al mando de un oficial de ca- ragter que sepa desempeñar la comisión para evitar trastornos que pudieran sobrevenirnos en esta quebrada. ,’’.23
Resulta interesante advertir que se confía más en el oficial de “caragter” -que en este caso será Manuel Alvarez Prado- que en una tropa numerosa, destacando la importancia del liderazgo personal por sobre las jerarquías establecidas. Alvarez Prado informa al Teniente de Gobernador -a la sazón Sanchez de Bustamante- que los partidos de Caspalá y Lomlonzo.
“se mantendrán en quietud respetando las autoridades y ocservando el orden por quedar estos bien rencargados por mi. .”.24
Para esto han tomado prisioneros al padre y todos los hermanos de Apasa y a otro conjunto de soldados, en un total de 11, incluyendo al Sargento del Escuadrón de Iruya.
En los interrogatorios e informes de podrá apreciar que una parte de estos prisioneros no han tenido intervención en los hechos, sino que son tomados como rehenes para procurar que sus parientes se entreguen. Esta acción tiene efecto ya que por ejemplo, permite apresar a José Olarte, uno de los cabecillas, quien se presenta voluntariamente para liberar a su padre. Dicho Olarte ha sido nombrado cabo por sus compañeros.
Combinada con esta fuerte acción represiva, se retoman las acciones consensuales y paternalistas, se comisiona al Capitán Burgos y al Abanderado Nicolás Cruz
“con orden de que en el momento de encontrarlos los atraviesen invitándoles a la paz.“... amonestándolos no vuelvan a incurrir en semejantes atentados que si esta se los había disimulado en otra serian castigados con el rigor de la ley, lo que me prometieron todos...”25
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LOS SENDEROS DE LO POLÍTICO (II): DE MOTINISTAS A REVOLUCIONARIOS
Pero entre Diciembre de 1826 y Enero de 1827 la situación volverá a cambiar. No sólo la situación no se ha sosegado, sino que se levanta el Escuadrón de Iruya, se definirán dos nuevos liderazgos que acompañarán a Apasa entre quienes no habían participado inicialmente: Martín Condorí y el Abanderado Nicolás Cruz, que ha sido designado
Comandante por sus compañeros, pero el cambio fundamental será el paso de la resistencia al ataque sin que esté claro cuáles fueron sus motivaciones. Daría la impresión de que los levantamientos en Tarija, en contra del Gobierno de Salta y por su incorporación a la República de Bolivia, así como la acumulación de tropas en la frontera, abrieron un horizonte de expectativas para los rebeldes, que además resultaron viables.
Como precio los terminaron alejando definitivamente de su tan ansiada vida de sosiego.
Así, el designado Comandante Nicolás Cruz le escribió al Comandante del Escuadrón de San Andrés un documento por demás expresivo
“Apreciadísimo Sor. Comandante D. Pedro Velasques esta le halle con entera salud. Por esta se ofrece dar de saber gobierno de Colombiano viene solicitando compostura buenamente y no pretiende guerras sino libertar aquí estamos perseguidos como a enemigo siendo unos hermanos y compañeros que defendíamos una sola causa y esto ha extrañado el Sr. Gov.or colombiano y libertador y por tanto mi ha pasado una Proclama ya te habrás impuesto en ello en esta virtud le pido favor a V que me protijas como a su hermano fiel y por tanto te participará su gobierno ya seguro que mi ha de persiguir estas dos comandancias porque defiendo una sola causa de dar, no me hey dar, por esto quero su contes para mi gobierno y mande a este su afmo fiel QSMB dios guie a Ud. muchos años”. Coloraos, 7 de Enero de 1827”26
Los informes declaran que Apasa ya instituido como caudillo, se había entrevistado en Tarija con Eustaquio -Moto- Méndez quien en ese preciso momento estaba liderando un exitoso movimiento para independizar la Tenencia de Tarija e integrarla a Bolivia con el auxilio de las tropas colombianas. Si bien este asunto tardó un tiempo en resolverse, parecería que los amotinados quedaron incluidos en los hechos, dentro de una estrategia para fijar la frontera de Bolivia en Humahuaca.
Esto implicaría un salto gigantesco en la calidad de la politización, integrándose -se podría decir- a un proyecto “nacional”. Sin embargo, la persistencia en sus propios principios discursivos, traduciría más bien una búsqueda de salida y apoyos para su propio proyecto, que la enajenación en un proyecto dominante. Esto era posible, sin duda, por lo inaccesible de su hábitat. Sin embargo, daría la impresión de que ya sea por sus alianzas con Tarija o con sus “hermanos”, se ve impulsados a abandonar su refugio.
Así, contando con el apoyo del Escuadrón de Yavi, amotinado desde principios de Enero, el 31 de ese mes, Apasa ataca al Coronel Juan Antonio Ruiz, quien sólo cuenta con sus hermanos y 5 soldados para defender las armas que ha escondido en su casa. Con esta fuerza lograron matar a 12 insurrectos y correrlos hasta Cangrejillos. Pero con esta acción sólo logran aplazar lo que se teme sea un ataque mayor sobre toda la Puna en alianza con Casabindo y Cochinoca y una entrada definitiva sobre Humahuaca, que finalmente no se realiza.
Frente a semejante amenaza se piden auxilios al Gobierno de Salta, quien se encuentra sumido en sus propios enfrentamientos armados, con la amenaza de Facundo Quiroga entrando en Tucumán, el levantamiento de Francisco Gorriti en Rosario de la Frontera y las movilizaciones de los escuadrones gauchos sobre la ciudad.
El Gobernador Arenales le plantea a Sanchez de Bustamante que no puede disponer ni de una sola arma para defender la Puna:
“. VS no ignora que esta ciudad se halla en cierto modo circunvalada de los enemigos que habían creído ser capaces de forzar estas trincheras,.. .VS debe hacerse cargo que defendido este pueblo se defiende el de Jujuy y si este desgraciadamente sucumbe, Jujuy en caso tal no podrá contrarrestar la fuerza que habrían llegado a adquirir los revolucionarios. .”.27
A partir de allí los enfrentamientos serán periódicos y las luchas se irán engarzando unas con otras. Carrillo menciona alzamientos en Iruya en el año 31 como parte de los enfrentamientos entre unitarios y federales, se sabe de los conatos de insurreccionar la Puna por parte de Salta en el ‘34, también estas características tuvo la participación en la Guerra contra la Confederación, de la cual los hechos del ‘26 pueden tomarse como un antecedente directo. Podría decirse entonces que esta conflictividad tiende a aquietarse recién hacia la década del 1840, aunque por supuesto, con ritmos que hay que indagar.
LAS MARCAS DISCURSIVAS DEL PAISAJE
Para describir el escenario de este drama, es necesario destacar que las regiones Valle Grande, Santa Victoria y el Zenta ocupan una franja que se extiende sur a norte por la zona oriental de la provincia de Jujuy y una pequeña parte de Salta, limitando con la llanura chaqueña. Era, durante en el siglo XIX y sigue siendo, un conjunto de parajes abruptos, aislados e inaccesibles, breves espacios que pasan de la aridez de la Puna a la humedad de la selva de montaña; de los 3800 msnm a los 400 msnm; peñas y abismos, quebradas profundas, caminos de herradura, en el mejor de los casos.
Justamente por esto estos valles no estaban integrados plenamente a las principales vías de comunicación y comercio, sus habitantes se especializaban en la ganadería más que otros congéneres. Las tierras se habían repartidas como mercedes, en expansiones más bien tardías, pero justamente sus desventajas y por ende, la baja densidad de población, las hacían poco apetecibles. Se podria decir que los habitantes de esta región partieron de una decisión para asentarse en ella y desarrollaron una gran adaptación con altos costos para el desarrollo de su vida social, cultura, económica y espiritual, esfuerzos que esperaban recompensas.
Adaptarse para sobrevivir en una región con grandes dificultades implica partir de valores que no son los de la mayoría. Se podría establecer relaciones significativas entre las “ventajas” del aislamiento y el pronunciamiento que realizan los gauchos en el año 1826. Su demanda y práctica durante gran parte del tiempo que duró el levantamiento, de trabajar sosegadamente, entre hermanos, etc. se acomoda mejor en aquellas soledades, que en los disputados territorios quebradeños. Pero por supuesto que no era una condición utópica ni idílica, sino simplemente que el aislamiento creaba la ilusión de su posibilidad.
Se conocen las dificultades y beneficios que brindó la región para el desarrollo de guerrillas, aunque el papel jugado por los escuadrones de los valles se diluye frecuentemente en el servicio de los de Humahuaca, en general, y resulta muy difícil observar su actuación específica. Los Valles son señalados como lugares de paso y poco más.
Sin embargo la historia oral recoge relatos de emboscadas y ataques de los ejércitos realistas, los cuales, por su parte, no tenían otra opción que descolgar una columna secundaria por allí, en sus avances hacia San Salvador de Jujuy. La tarea miliciana en esas condiciones debió haber sido tan propicia como sacrificada, a la vez que sostenida por la fuerza de estar defendiendo el espacio propio -dice que el Escuadrón se hallaba en el Valle de Caspalá por ser naturales de allí los soldados de ella.28
Pero no resulta llamativo que el lenguaje viniera a enfatizar las características que hacían de estas tierras la fortaleza de los gauchos y la debilidad de sus enemigos. Así, se encuentran marcas de subjetividad que hacen la referencia a un espacio peligroso, oscuro y amenazante.
Los protagonistas utilizan la imagen de salir para indicar el desplazamiento que deben hacer los gauchos para cumplir las órdenes; los comandantes tuvieron que soportar la condición privativa que impusieron los soldados de la Independencia de regresar a sus casas después de cumplir con el servicio, como préstamo de formas indígenas o al menos populares de hacer la guerra. Ausentarse de sus casas era tanto posible como -si se hacía en determinados tiempos- inviable en tiempos prolongados era imposible para hombres -y eventualmente, mujeres- con los ritmos particulares de las tareas agrícola-ganaderas.
Podrían apartarse con la condición de acudir en el momento indicado. 29
Sin embargo, para los hombres de los valles, la acción de acudir al llamado de sus superiores tenía tintes particulares. Se entiende que la idea de “salir” hacia Humahuaca para cumplir con su deber y no subir o bajar, que es la manera en que se designan habitualmente los traslados les sonaba más amenazante.
Los soldados deben “salir” y esa misma acción lo que los expone a un mundo extraño, con reglas diferentes y donde la ventaja de su conocimiento de lo desconocido se desvanece, donde el misterio del territorio, del que ellos tienen la llave, ya no los protege. Por eso los partes militares señalan que los gauchos están
“... resintiéndose a no querer salir ni pasar un palmo de tierra de aquella...”30
Las noches son “terribles” y se mencionan varias escenas donde los amotinados aparecen de madrugada, mostrándolos como más amenazantes:
“A la madrugada se avistaron 80 hombres en el Abra de Tejada, que deben ser revolucionarios.”
Los rebeldes rodean a las tropas, los convencen de acompañarlos y
“. reunidos todos con la gavilla del criminal Martin Condori ganaron los cerros de la Cordillera proiegtando (protestando) avanzar este pueblo”.31
Su territorio sí los protege. Así se señala que cuando apresan a quienes van a reprimirlos, los llevan a quebradas ocultas o por caminos extraviados; obligan a multiplicar los refuerzos, de los 25 hombres que se organizan inicialmente para reprimirlos, hasta 150, con dos oficiales, ya que “.la distancia de la serranía que nos separaba y la inutilidad de nuestras cabalgaduras nos privó el que lo hubiésemos hecho en un solo punto. ”32
Así también se despliegan tres dimensiones del espacio: el espacio propio, el refugio. A este se le agrega el de la vecindad y hermandad, que demarca toda una región insurrecta: desde Volcán hasta Antumpa y todo lo que pertenece al curato de Humaguaca y la gente de Iruya San Andrés y Santa Cruz.
Posteriormente se sumarán aliados en Yavi, Casabindo, Cochinoca y finalmente la protección del líder tarijeño Moto Méndez y como una figura espectral el Gobernador Colombiano -es decir Sucre-, a quien nunca se lo apela por su nombre. Como se notará la vecindad no es un problema geográfico, ya que es un espacio extenso, sino humano, de acceso, de confianza. Es un espacio comunicado, por el que van y vienen noticias, informes, cartas, acuerdos, sostén, un espacio amplio, flexible y comunicado.
Superpuesto geográficamente al segundo el espacio, está el espacio del “salir”, un espacio con el que confrontan, al cual han servido, donde nunca se sintieron cómodos y que no sienten como propio, es un espacio donde son defraudados, manipulados. Es el espacio donde son inferiores y los gauchos lo saben.
Es cierto que en la relación con sus superiores no aparece maltrato, al contrario, los jefes militares más cercanos se notan preocupados por no perder su ascendiente en la tropa, piden favores personales, procuran morigerar las penas y aislar discursivamente a los dirigentes de una masa que necesitan para guerrear y para trabajar. Pero sí aparece jerarquía, son relaciones claramente paternalistas en donde una y otra vez su discurso es el de un padre reprendiendo a su pequeño para que no cometa travesuras. El problema es que aquí, la autoridad quiere imponer la vida y la muerte. En este sentido, el discurso de los gauchos es más claro, desnudan la falsedad del discurso paternalista y erigen sus nuevos líderes.
El Capitán del Escuadrón, quien vive en Caspalá, es decir, que es el más cercano de los jefes, se dirige a una reunión de 50 hombres en medio del conflicto
“para aconsejarlos que sean obedientes y subordinados y habiéndolo verificado dicho Sr. le contestaron todos a una voz que no lo necesitaban para nada supuesto que no quería ponerse a la cabeza de ellos”33
CONCLUSIONES
Esta ponencia sólo trata de un pequeño ejemplo, es parte de preguntas - planteadas de manera limitada, parcial y particularmente hasta ahora que se han hecho de manera separada: ¿quiénes fueron los gauchos? ¿por qué pelearon?. La primera respuesta a estas preguntas es recordar que el colectivo “gaucho” es un apelativo de la época, que designa en el territorio a los miembros de escuadrones conformados por Martín Miguel de Güemes para organizar, centralizar, potenciar y dirigir las diversas expresiones de lucha que están dispuestos a llevar adelante las masas rurales contra los españoles.34 Pero estas masas rurales son diversas y si bien comparten intereses y móviles de base las diferencias son considerables.
En cuanto a los protagonistas de esta historia, se podría afirmar que la reivindicación de vida y trabajo sosegados es un programa básico de toda comunidad campesina, en particular la que como ésta, se encuentran más aisladas. Es interesante registrar, que a diferencia de sus congéneres de Lerma, no tienen una demanda clara por la tierra, quizá porque el conflicto en los valles fuera más atenuado. Por lo pronto parecería ser que estos sujetos tenían un programa propio en la guerra de independencia, sencillo, pero propio.
Mientras ese programa parecía el programa de la revolución, programa tácito e indefinido, pero que toma discurso y encarna en dirigentes propios cuando sienten que son abandonados en sus demandas, son confrontados, por los jefes en los que se referenciaban y decían protegerlos. Además de violentados en su voluntad y castigados por sus resistencia a obedecer. Entonces prefieren continuar la pelea por su programa, aunque su programa incluya la paz, pero no están dispuestos a pelear por programas abstractos como la “defensa de la patria” porque los obliga a enfrentarse con “hermanos”.
Así los documentos evidencian una conciencia política autónoma y definida: un mundo de relaciones. Los amotinados dividirán el mundo entre el espacio de los “hermanos” y el de quienes debiendo protegerlos, los persiguen injustamente. Y esta división es tan profunda, que cuestiona una frontera que se está formando, la frontera con la nueva república de Bolivia.
Por lo pronto, la concepción y uso de territorio, espacio y paisaje es otro punto clave en el conocimiento de estos sujetos. Y es en este sentido que se piensa que el fin de la guerra de independencia generó nuevas fronteras, algunas más ostensibles como la frontera con Bolivia, pero otras que también se dirimieron en el mismo y otros terrenos, fronteras sociales y políticas, que durante mucho tiempo las fanfarrias conmemorativas ocultaron como la tierrita bajo la alfombra, y con ella, las luchas, sueños y decires de un conjunto de hombres que construyeron aquello que se conmemora, pero que son los que no reciben la tarjeta de invitación en el momento del reconocimiento, es decir, no de la loa abstracta, sino de la legitimidad como sujeto político
13 Paz, José María. Memorias Postumas. Tomo 1. Buenos Aires, Imprenta de la Revista, 1855, p. 68.
14 Ídem., p. 207 - 209.
15 HPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
16 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
17 Ídem.
18 AHPJ. Archivo 1822,1823, 1824,1826.
19 APHJ, Archivo 1826
20 Ídem.
21 Mata, Sara E. “La herencia de la guerra: Salta (Argentina) 1821-1831’! En: Nuevo Mundo, Mundos Nuevos n°12-2012 - Contenidos de la Segunda Entrega, julio de 2012.
22 AHPJ. Archivo 1826.
23 Ídem. Se mantiene la grafía de la época.
24 dem.
25 Ídem.
26 AHPJ. Archivo 1827. Carta de Nicolás Cruz.
27 AHPJ. Archivo 1827.
28 AHPJ. Archvio. 1826.
29 Gil Montero, Raquel. “Las Guerras de Independencia en los Andes Meridionales” en Memoria Americana N° 14, Año 2006.
30 AHPJ Archivo 1827.
31 Ídem.
32 Ídem.
33 1826. Declaración del gaucho José Benito Gutierrez.
34 Sobre el particular se cuenta con los contundentes trabajos de Sara Mata y los aportes iniciales de Gustavo Paz para Jujuy.
“se armó el contingente de la misma provincia para el ejército nacional que se organizaba en la Banda Oriental para la guerra del Brasil. Con ella salí el 2 de Diciembre del mismo año, atravesando 400 leguas para tomar parte en la nueva lucha que iba a empezarse.
Con esos salteños que me acompañaron combatí en Ituzaingo, adquiriendo ellos un nuevo y poderoso título la gratitud de la patria y a mi propia estimación: digo mi estimación porque fueron siempre mis fieles compañeros, obedientes a mi voz y porque me dispensaron siempre confianza que nunca se desmintió”. 13
Nótese la desmesura de la tarea para gente que ya hacía más de una década que estaba peleando, sin ninguna remuneración y proveyendo su sustento y sus necesidades como caballos, armas, etc… Por otra parte, es necesario señalar que ésta no es la valoración que tenía Paz de las milicias, que era en general, muy despreciativa, indicando a la tropa de su mando que no eran “gauchos para gritar” o estimando que en Puesto del Marquéz el desorden era tal que “parecía más una toldería de salvages que un campo militar.”14
En cuanto a los reclutamientos forzosos, un mes antes, en Jujuy se había formado el Regimiento de Caballería de Línea, separado 148 hombres de los Escuadrones de Yavi, Santa Victoria, Iruya, Humahuaca y Tilcara.15 Por lo tanto, claramente los gauchos de Caspalá tenían sobrados argumentos para resistirse, si bien la orden puntual estaba orientada a la custodia de la tropa de Tarija, lo cual, por otra parte, también parecerá injusto a los sublevados.
LOS SENDEROS DE LO POLÍTICO (I): DE GAUCHOS A “MOTINISTAS”
En esta situación no parece extemporáneo que los gauchos de Caspalá se preguntaran:
“.y que por qué iban a escoltar a otros hombres como ellos aunque viniesen de Tarija por disposición del Gobierno, que ya no servían a nadie que demasiado habían servido antes.. .”.16
Sin embargo esta pregunta no es natural, sino que marca con claridad una inflexión en la conciencia política de estos sujetos: de una acción defensiva, colectiva, sí, pero de salvaguarda personal, a partir de una negación, se pasa a la afirmación de un colectivo mayor y más abstracto. Inicialmente todos hablan a una voz sin dar muchas razones y quien habla solo, lo hace como un alarde de bravuconada personal a la que eran afectos los gauchos:
“no podía salir de allí porque no tenía caballo” y cuando lo reconvienen “que cómo tenía caballo para hacer sus diligencias y no lo tenía para el acto de servicio..” contestó que “no sabía por qué no tenía caballo”. 17
Como ocurre frecuentemente, la coagulación de una conciencia política aparece como producto del diálogo que se produce, en los hechos, entre las reacciones del poder frente a su impugnación. Así, el discurso de los gauchos se irá definiendo cada vez más en el plano político, contrastando fuertemente con una autoridad que parece demorar en creer lo que está ocurriendo y por ende en reaccionar.
La autoridad directa, el Comandante Pastor, con residencia en Humahuaca, no parece dudar de que será obedecido e inicialmente tiene dos preocupaciones: si los oficiales del escuadrón participan del motín y si hay un cabecilla. En cuanto a la primera, es comprensible, la jerarquía castrense no era el fuerte de la organización miliciana, eran permanentes los cuestionamientos individuales o colectivos de la oficialidad a autoridades, órdenes, etc.18
La escasez de soldados en general y de cuadros jerárquicos en particular, permitía cierta distribución del poder también en el interior del arma y no sólo hacia la sociedad civil, como el fuero gaucho lo permitía. La reacción de las autoridades frente al pronunciamiento, parece mostrar el repertorio habitual de negociaciones que se abrían ante estos hechos de insubordinación cotidianos: se los interroga sobre sus motivaciones, se les advierte sobre los posibles castigos, y hasta se les les pide “.que le avisasen si querían que fuese otro oficial a traerlos..”, mostrando el reconocimiento de los liderazgos personales se vuelve a pedir a los superiores órdenes por escrito para afirmar la autoridad,
“les hizo saber la orden que llevaba en la que los decía su comandante que tratasen de obedecer sus órdenes que si no lo verificaban en aquella segunda vez serían castigados con el rigor de la ley.. .”.19
Nótese las atenuaciones del lenguaje y el paternalismo: que tratasen de obedecer, y que si no lo hacían en la segunda vez (sic) serían castigados. Es frente a esta amenaza que surge la ampliación de la conciencia incluyéndose en un amplio colectivo gaucho que abarcaba a los reclutas de Tarija, pero también a eventuales represores de Jujuy:
“.contestaron todos a un tiempo... que si el comandante los amenazaba diciéndoles vendría tropa de Jujuy a prenderlos nada se les daba, que estaban seguros que aunque tuviese efecto nada les habían de hacer porque eran sus hermanos y últimamente que nadie los sacaba de sus casas”.20
Un mes más tarde, este embrión de conciencia se había potenciado en acción política: con un líder ya definido, el Cabo Lorenzo Apasa, y una coordinación con todos los escuadrones desde Volcán hasta Antumpa y el Curato de Humahuaca, Iruya, Valle Grande y San Andrés. Posteriormente intentan -y al parecer-, durante un tiempo logran- sumar a las comunidades de Casabindo y Cochinoca.
Pero no sólo tienen dirigentes, también tienen un programa propio, se propugnaba la unidad para evitar la leva y ya no tener que intervenir en guerras. Tres principios parecen alentarlos: unidad/confraternidad; libertad; sosiego como recompensa por sus aportes en la guerra.
La reiteración de los tópicos principales y al unanimidad del discurso en las numerosas declaraciones que componen las sumarias del caso, evidencian un profundo consenso generado tanto por la prolongada experiencia compartida, como por, seguramente, extensas deliberaciones.
Los protagonistas utilizan un lenguaje utópico, con palabras como hermandad, unidad, vivir sosegados trabajando y hasta con un tono sacrificial de resistir hasta la muerte. Describen sus servicios durante la guerra como un trabajo, el cual merece una recompensa, más aún cuando fue realizado a propia costa y sin salario; esa recompensa es apelada como sosiego y más claramente como libertad.
En este sentido se aprovechan, las palabras de Sara Mata para los esclavos que integraban los escuadrones gauchos de Salta. Se toma extensamente los comentarios de la autora ya que se piensa que se aplican cabalmente acaso, aunque se trate de sujetos jurídicamente libres. Sara Mata plantea que los esclavos luchaban por una patria,
“. concebida como un orden social en el cual la libertad no era entendida en los mismos términos en que la planteaba la dirigencia revolucionaria, es decir no tan solo la libertad soberana y en unión con ella libertad cívica, o sea libertad de gobernar y de participar del gobierno, que en estos momentos significaba la ruptura de la relación colonial, sino que la libertad reclamada por los esclavos estaría vinculada fundamentalmente a la libertad personal, es decir la capacidad de acción y de decisión sin depender de otros, derecho del cual debían gozar todos los hermanos, incluidos los esclavos. .”.21
En el ejercicio de su libertad, los gauchos permanecerán en sus casas trabajando y se reunirán para defenderse de las partidas, elegirán a sus dirigentes y les asignarán grados militares en abierto desafío a las autoridades. Así lo planteaban los protagonistas:
“estamos a una voz a la unión y libertad”: “ya nosotros ya no querimos meternos en guerras como es en alzar armas”.
“.las miras que tenían eran las de vivir descansados y no perjudicar a nadie a menos que nos los persiguiesen porque sus jefes les habían asegurado antes que en recompensa de su trabajo en tiempo que invadían esta provincia los españoles habían de trabajar con constancia con sus personas, con sus cabalgaduras y alimentándose a su costa y mención y a más de esto que habían auxiliado con sus intereses y no habían visto un medio cuyos documentos de constancia los ha recogido el Coronel Dn. Francisco Pastor..”
“.que las miras que había eran de resistir hasta morir a cualquier partida que les fuese a traer y que si no hiban dhas partidas no habría nada y vivirían sosegados trabajando..”
Por el contrario, a diferencia del programa insurreccional salteño, en Caspalá no aparece con claridad la reivindicación por la tierra y los arrendamientos.
El único que menciona que los amotinados se negaban a pagar arriendo es el terrateniente Mauricio de Goyechea, quien precisamente fue a Caspalá a cobrarlos. Casualmente sus dependientes son los principales dirigentes del motín, quienes se presentan de madrugada a su casa para averiguar sus intenciones. Mientras Goyechea declara que fueron a amenazarlo, los gauchos dirán que fueron a “saludar a su patrón” y a decirle:
“. que estamos con este trabajo no podimos pagarle arriendos porque estamos sin plata y después de salir de este trabajo le pagaremos. .”.22
Y en este diálogo, avanzados los “tumultuarios”, se despliega la represión: los comandantes solicitan
“se traslade una partida siquiera de 25 hombres bien armada al mando de un oficial de ca- ragter que sepa desempeñar la comisión para evitar trastornos que pudieran sobrevenirnos en esta quebrada. ,’’.23
Resulta interesante advertir que se confía más en el oficial de “caragter” -que en este caso será Manuel Alvarez Prado- que en una tropa numerosa, destacando la importancia del liderazgo personal por sobre las jerarquías establecidas. Alvarez Prado informa al Teniente de Gobernador -a la sazón Sanchez de Bustamante- que los partidos de Caspalá y Lomlonzo.
“se mantendrán en quietud respetando las autoridades y ocservando el orden por quedar estos bien rencargados por mi. .”.24
Para esto han tomado prisioneros al padre y todos los hermanos de Apasa y a otro conjunto de soldados, en un total de 11, incluyendo al Sargento del Escuadrón de Iruya.
En los interrogatorios e informes de podrá apreciar que una parte de estos prisioneros no han tenido intervención en los hechos, sino que son tomados como rehenes para procurar que sus parientes se entreguen. Esta acción tiene efecto ya que por ejemplo, permite apresar a José Olarte, uno de los cabecillas, quien se presenta voluntariamente para liberar a su padre. Dicho Olarte ha sido nombrado cabo por sus compañeros.
Combinada con esta fuerte acción represiva, se retoman las acciones consensuales y paternalistas, se comisiona al Capitán Burgos y al Abanderado Nicolás Cruz
“con orden de que en el momento de encontrarlos los atraviesen invitándoles a la paz.“... amonestándolos no vuelvan a incurrir en semejantes atentados que si esta se los había disimulado en otra serian castigados con el rigor de la ley, lo que me prometieron todos...”25
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LOS SENDEROS DE LO POLÍTICO (II): DE MOTINISTAS A REVOLUCIONARIOS
Pero entre Diciembre de 1826 y Enero de 1827 la situación volverá a cambiar. No sólo la situación no se ha sosegado, sino que se levanta el Escuadrón de Iruya, se definirán dos nuevos liderazgos que acompañarán a Apasa entre quienes no habían participado inicialmente: Martín Condorí y el Abanderado Nicolás Cruz, que ha sido designado
Comandante por sus compañeros, pero el cambio fundamental será el paso de la resistencia al ataque sin que esté claro cuáles fueron sus motivaciones. Daría la impresión de que los levantamientos en Tarija, en contra del Gobierno de Salta y por su incorporación a la República de Bolivia, así como la acumulación de tropas en la frontera, abrieron un horizonte de expectativas para los rebeldes, que además resultaron viables.
Como precio los terminaron alejando definitivamente de su tan ansiada vida de sosiego.
Así, el designado Comandante Nicolás Cruz le escribió al Comandante del Escuadrón de San Andrés un documento por demás expresivo
“Apreciadísimo Sor. Comandante D. Pedro Velasques esta le halle con entera salud. Por esta se ofrece dar de saber gobierno de Colombiano viene solicitando compostura buenamente y no pretiende guerras sino libertar aquí estamos perseguidos como a enemigo siendo unos hermanos y compañeros que defendíamos una sola causa y esto ha extrañado el Sr. Gov.or colombiano y libertador y por tanto mi ha pasado una Proclama ya te habrás impuesto en ello en esta virtud le pido favor a V que me protijas como a su hermano fiel y por tanto te participará su gobierno ya seguro que mi ha de persiguir estas dos comandancias porque defiendo una sola causa de dar, no me hey dar, por esto quero su contes para mi gobierno y mande a este su afmo fiel QSMB dios guie a Ud. muchos años”. Coloraos, 7 de Enero de 1827”26
Los informes declaran que Apasa ya instituido como caudillo, se había entrevistado en Tarija con Eustaquio -Moto- Méndez quien en ese preciso momento estaba liderando un exitoso movimiento para independizar la Tenencia de Tarija e integrarla a Bolivia con el auxilio de las tropas colombianas. Si bien este asunto tardó un tiempo en resolverse, parecería que los amotinados quedaron incluidos en los hechos, dentro de una estrategia para fijar la frontera de Bolivia en Humahuaca.
Esto implicaría un salto gigantesco en la calidad de la politización, integrándose -se podría decir- a un proyecto “nacional”. Sin embargo, la persistencia en sus propios principios discursivos, traduciría más bien una búsqueda de salida y apoyos para su propio proyecto, que la enajenación en un proyecto dominante. Esto era posible, sin duda, por lo inaccesible de su hábitat. Sin embargo, daría la impresión de que ya sea por sus alianzas con Tarija o con sus “hermanos”, se ve impulsados a abandonar su refugio.
Así, contando con el apoyo del Escuadrón de Yavi, amotinado desde principios de Enero, el 31 de ese mes, Apasa ataca al Coronel Juan Antonio Ruiz, quien sólo cuenta con sus hermanos y 5 soldados para defender las armas que ha escondido en su casa. Con esta fuerza lograron matar a 12 insurrectos y correrlos hasta Cangrejillos. Pero con esta acción sólo logran aplazar lo que se teme sea un ataque mayor sobre toda la Puna en alianza con Casabindo y Cochinoca y una entrada definitiva sobre Humahuaca, que finalmente no se realiza.
Frente a semejante amenaza se piden auxilios al Gobierno de Salta, quien se encuentra sumido en sus propios enfrentamientos armados, con la amenaza de Facundo Quiroga entrando en Tucumán, el levantamiento de Francisco Gorriti en Rosario de la Frontera y las movilizaciones de los escuadrones gauchos sobre la ciudad.
El Gobernador Arenales le plantea a Sanchez de Bustamante que no puede disponer ni de una sola arma para defender la Puna:
“. VS no ignora que esta ciudad se halla en cierto modo circunvalada de los enemigos que habían creído ser capaces de forzar estas trincheras,.. .VS debe hacerse cargo que defendido este pueblo se defiende el de Jujuy y si este desgraciadamente sucumbe, Jujuy en caso tal no podrá contrarrestar la fuerza que habrían llegado a adquirir los revolucionarios. .”.27
A partir de allí los enfrentamientos serán periódicos y las luchas se irán engarzando unas con otras. Carrillo menciona alzamientos en Iruya en el año 31 como parte de los enfrentamientos entre unitarios y federales, se sabe de los conatos de insurreccionar la Puna por parte de Salta en el ‘34, también estas características tuvo la participación en la Guerra contra la Confederación, de la cual los hechos del ‘26 pueden tomarse como un antecedente directo. Podría decirse entonces que esta conflictividad tiende a aquietarse recién hacia la década del 1840, aunque por supuesto, con ritmos que hay que indagar.
LAS MARCAS DISCURSIVAS DEL PAISAJE
Para describir el escenario de este drama, es necesario destacar que las regiones Valle Grande, Santa Victoria y el Zenta ocupan una franja que se extiende sur a norte por la zona oriental de la provincia de Jujuy y una pequeña parte de Salta, limitando con la llanura chaqueña. Era, durante en el siglo XIX y sigue siendo, un conjunto de parajes abruptos, aislados e inaccesibles, breves espacios que pasan de la aridez de la Puna a la humedad de la selva de montaña; de los 3800 msnm a los 400 msnm; peñas y abismos, quebradas profundas, caminos de herradura, en el mejor de los casos.
Justamente por esto estos valles no estaban integrados plenamente a las principales vías de comunicación y comercio, sus habitantes se especializaban en la ganadería más que otros congéneres. Las tierras se habían repartidas como mercedes, en expansiones más bien tardías, pero justamente sus desventajas y por ende, la baja densidad de población, las hacían poco apetecibles. Se podria decir que los habitantes de esta región partieron de una decisión para asentarse en ella y desarrollaron una gran adaptación con altos costos para el desarrollo de su vida social, cultura, económica y espiritual, esfuerzos que esperaban recompensas.
Adaptarse para sobrevivir en una región con grandes dificultades implica partir de valores que no son los de la mayoría. Se podría establecer relaciones significativas entre las “ventajas” del aislamiento y el pronunciamiento que realizan los gauchos en el año 1826. Su demanda y práctica durante gran parte del tiempo que duró el levantamiento, de trabajar sosegadamente, entre hermanos, etc. se acomoda mejor en aquellas soledades, que en los disputados territorios quebradeños. Pero por supuesto que no era una condición utópica ni idílica, sino simplemente que el aislamiento creaba la ilusión de su posibilidad.
Se conocen las dificultades y beneficios que brindó la región para el desarrollo de guerrillas, aunque el papel jugado por los escuadrones de los valles se diluye frecuentemente en el servicio de los de Humahuaca, en general, y resulta muy difícil observar su actuación específica. Los Valles son señalados como lugares de paso y poco más.
Sin embargo la historia oral recoge relatos de emboscadas y ataques de los ejércitos realistas, los cuales, por su parte, no tenían otra opción que descolgar una columna secundaria por allí, en sus avances hacia San Salvador de Jujuy. La tarea miliciana en esas condiciones debió haber sido tan propicia como sacrificada, a la vez que sostenida por la fuerza de estar defendiendo el espacio propio -dice que el Escuadrón se hallaba en el Valle de Caspalá por ser naturales de allí los soldados de ella.28
Pero no resulta llamativo que el lenguaje viniera a enfatizar las características que hacían de estas tierras la fortaleza de los gauchos y la debilidad de sus enemigos. Así, se encuentran marcas de subjetividad que hacen la referencia a un espacio peligroso, oscuro y amenazante.
Los protagonistas utilizan la imagen de salir para indicar el desplazamiento que deben hacer los gauchos para cumplir las órdenes; los comandantes tuvieron que soportar la condición privativa que impusieron los soldados de la Independencia de regresar a sus casas después de cumplir con el servicio, como préstamo de formas indígenas o al menos populares de hacer la guerra. Ausentarse de sus casas era tanto posible como -si se hacía en determinados tiempos- inviable en tiempos prolongados era imposible para hombres -y eventualmente, mujeres- con los ritmos particulares de las tareas agrícola-ganaderas.
Podrían apartarse con la condición de acudir en el momento indicado. 29
Sin embargo, para los hombres de los valles, la acción de acudir al llamado de sus superiores tenía tintes particulares. Se entiende que la idea de “salir” hacia Humahuaca para cumplir con su deber y no subir o bajar, que es la manera en que se designan habitualmente los traslados les sonaba más amenazante.
Los soldados deben “salir” y esa misma acción lo que los expone a un mundo extraño, con reglas diferentes y donde la ventaja de su conocimiento de lo desconocido se desvanece, donde el misterio del territorio, del que ellos tienen la llave, ya no los protege. Por eso los partes militares señalan que los gauchos están
“... resintiéndose a no querer salir ni pasar un palmo de tierra de aquella...”30
Las noches son “terribles” y se mencionan varias escenas donde los amotinados aparecen de madrugada, mostrándolos como más amenazantes:
“A la madrugada se avistaron 80 hombres en el Abra de Tejada, que deben ser revolucionarios.”
Los rebeldes rodean a las tropas, los convencen de acompañarlos y
“. reunidos todos con la gavilla del criminal Martin Condori ganaron los cerros de la Cordillera proiegtando (protestando) avanzar este pueblo”.31
Su territorio sí los protege. Así se señala que cuando apresan a quienes van a reprimirlos, los llevan a quebradas ocultas o por caminos extraviados; obligan a multiplicar los refuerzos, de los 25 hombres que se organizan inicialmente para reprimirlos, hasta 150, con dos oficiales, ya que “.la distancia de la serranía que nos separaba y la inutilidad de nuestras cabalgaduras nos privó el que lo hubiésemos hecho en un solo punto. ”32
Así también se despliegan tres dimensiones del espacio: el espacio propio, el refugio. A este se le agrega el de la vecindad y hermandad, que demarca toda una región insurrecta: desde Volcán hasta Antumpa y todo lo que pertenece al curato de Humaguaca y la gente de Iruya San Andrés y Santa Cruz.
Posteriormente se sumarán aliados en Yavi, Casabindo, Cochinoca y finalmente la protección del líder tarijeño Moto Méndez y como una figura espectral el Gobernador Colombiano -es decir Sucre-, a quien nunca se lo apela por su nombre. Como se notará la vecindad no es un problema geográfico, ya que es un espacio extenso, sino humano, de acceso, de confianza. Es un espacio comunicado, por el que van y vienen noticias, informes, cartas, acuerdos, sostén, un espacio amplio, flexible y comunicado.
Superpuesto geográficamente al segundo el espacio, está el espacio del “salir”, un espacio con el que confrontan, al cual han servido, donde nunca se sintieron cómodos y que no sienten como propio, es un espacio donde son defraudados, manipulados. Es el espacio donde son inferiores y los gauchos lo saben.
Es cierto que en la relación con sus superiores no aparece maltrato, al contrario, los jefes militares más cercanos se notan preocupados por no perder su ascendiente en la tropa, piden favores personales, procuran morigerar las penas y aislar discursivamente a los dirigentes de una masa que necesitan para guerrear y para trabajar. Pero sí aparece jerarquía, son relaciones claramente paternalistas en donde una y otra vez su discurso es el de un padre reprendiendo a su pequeño para que no cometa travesuras. El problema es que aquí, la autoridad quiere imponer la vida y la muerte. En este sentido, el discurso de los gauchos es más claro, desnudan la falsedad del discurso paternalista y erigen sus nuevos líderes.
El Capitán del Escuadrón, quien vive en Caspalá, es decir, que es el más cercano de los jefes, se dirige a una reunión de 50 hombres en medio del conflicto
“para aconsejarlos que sean obedientes y subordinados y habiéndolo verificado dicho Sr. le contestaron todos a una voz que no lo necesitaban para nada supuesto que no quería ponerse a la cabeza de ellos”33
CONCLUSIONES
Esta ponencia sólo trata de un pequeño ejemplo, es parte de preguntas - planteadas de manera limitada, parcial y particularmente hasta ahora que se han hecho de manera separada: ¿quiénes fueron los gauchos? ¿por qué pelearon?. La primera respuesta a estas preguntas es recordar que el colectivo “gaucho” es un apelativo de la época, que designa en el territorio a los miembros de escuadrones conformados por Martín Miguel de Güemes para organizar, centralizar, potenciar y dirigir las diversas expresiones de lucha que están dispuestos a llevar adelante las masas rurales contra los españoles.34 Pero estas masas rurales son diversas y si bien comparten intereses y móviles de base las diferencias son considerables.
En cuanto a los protagonistas de esta historia, se podría afirmar que la reivindicación de vida y trabajo sosegados es un programa básico de toda comunidad campesina, en particular la que como ésta, se encuentran más aisladas. Es interesante registrar, que a diferencia de sus congéneres de Lerma, no tienen una demanda clara por la tierra, quizá porque el conflicto en los valles fuera más atenuado. Por lo pronto parecería ser que estos sujetos tenían un programa propio en la guerra de independencia, sencillo, pero propio.
Mientras ese programa parecía el programa de la revolución, programa tácito e indefinido, pero que toma discurso y encarna en dirigentes propios cuando sienten que son abandonados en sus demandas, son confrontados, por los jefes en los que se referenciaban y decían protegerlos. Además de violentados en su voluntad y castigados por sus resistencia a obedecer. Entonces prefieren continuar la pelea por su programa, aunque su programa incluya la paz, pero no están dispuestos a pelear por programas abstractos como la “defensa de la patria” porque los obliga a enfrentarse con “hermanos”.
Así los documentos evidencian una conciencia política autónoma y definida: un mundo de relaciones. Los amotinados dividirán el mundo entre el espacio de los “hermanos” y el de quienes debiendo protegerlos, los persiguen injustamente. Y esta división es tan profunda, que cuestiona una frontera que se está formando, la frontera con la nueva república de Bolivia.
Por lo pronto, la concepción y uso de territorio, espacio y paisaje es otro punto clave en el conocimiento de estos sujetos. Y es en este sentido que se piensa que el fin de la guerra de independencia generó nuevas fronteras, algunas más ostensibles como la frontera con Bolivia, pero otras que también se dirimieron en el mismo y otros terrenos, fronteras sociales y políticas, que durante mucho tiempo las fanfarrias conmemorativas ocultaron como la tierrita bajo la alfombra, y con ella, las luchas, sueños y decires de un conjunto de hombres que construyeron aquello que se conmemora, pero que son los que no reciben la tarjeta de invitación en el momento del reconocimiento, es decir, no de la loa abstracta, sino de la legitimidad como sujeto político
13 Paz, José María. Memorias Postumas. Tomo 1. Buenos Aires, Imprenta de la Revista, 1855, p. 68.
14 Ídem., p. 207 - 209.
15 HPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
16 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
17 Ídem.
18 AHPJ. Archivo 1822,1823, 1824,1826.
19 APHJ, Archivo 1826
20 Ídem.
21 Mata, Sara E. “La herencia de la guerra: Salta (Argentina) 1821-1831’! En: Nuevo Mundo, Mundos Nuevos n°12-2012 - Contenidos de la Segunda Entrega, julio de 2012.
22 AHPJ. Archivo 1826.
23 Ídem. Se mantiene la grafía de la época.
24 dem.
25 Ídem.
26 AHPJ. Archivo 1827. Carta de Nicolás Cruz.
27 AHPJ. Archivo 1827.
28 AHPJ. Archvio. 1826.
29 Gil Montero, Raquel. “Las Guerras de Independencia en los Andes Meridionales” en Memoria Americana N° 14, Año 2006.
30 AHPJ Archivo 1827.
31 Ídem.
32 Ídem.
33 1826. Declaración del gaucho José Benito Gutierrez.
34 Sobre el particular se cuenta con los contundentes trabajos de Sara Mata y los aportes iniciales de Gustavo Paz para Jujuy.