Bolivia y el incremento de la delincuencia

Bolivia requiere un enfoque multifacético que combine la mejora de las instituciones de seguridad y justicia con políticas sociales que aborden las raíces de la criminalidad

La delincuencia es un fenómeno complejo que afecta a todos los países de América Latina en diversos grados, con efectos devastadores en la seguridad ciudadana y el desarrollo socioeconómico. Comparar los niveles de delincuencia en nuestra región no solo es esencial para entender nuestra posición, sino también para identificar medidas exitosas que podríamos adoptar en Bolivia para reducir la incidencia delictiva que en los últimos meses viene creciendo en un fenómeno que algunos explican por la crisis y otros, por el cambio en la cadena de distribución de la droga a los países occidentales, que para el caso, es casi lo mismo.

En América Latina, la violencia y la delincuencia tienen múltiples caras. Países como Honduras, El Salvador y Venezuela registran algunos de los índices de homicidios más altos del mundo, impulsados por pandillas y crimen organizado. México lucha contra el narcotráfico y sus consecuencias devastadoras en términos de secuestros y asesinatos. Por otro lado, Chile y Uruguay muestran niveles más bajos de criminalidad gracias a políticas efectivas de seguridad y justicia, además de una mayor inversión en desarrollo social.

Bolivia, aunque no está entre los países más violentos de la región, enfrenta desafíos significativos en términos de delincuencia. La criminalidad en nuestras ciudades ha aumentado, y fenómenos como el narcotráfico y la violencia doméstica están al alza. En las zonas rurales, la inseguridad se manifiesta de otras maneras, como el abigeato y conflictos territoriales. Además, la percepción de inseguridad sigue siendo alta, lo cual afecta la calidad de vida y la confianza en las instituciones.

Políticos del oficialismo y de la oposición tienen claras las medidas a adoptar, pero su aplicación práctica sigue demorada.

Por ejemplo, lo principal es una Reforma Policial Integral que profesionalice y modernice la policía. . Esto incluye mejores condiciones laborales, formación continua en derechos humanos y técnicas modernas de investigación, y un sistema de incentivos y sanciones que premie el buen desempeño y castigue la corrupción. La implementación de cuerpos especializados para combatir crímenes específicos como el narcotráfico y la violencia de género también es crucial.

Por otro lado, todos coinciden en la necesidad de “Fortalecer el Sistema Judicial” para que sea más eficiente y transparente es la base para combatir la impunidad, pero lo cierto es que desde hace dos décadas caminos exactamente en dirección contraria y no parece que este año se vaya a solucionar, menos con la imposible elección de nuevos magistrados.

Unos y otros coinciden en que la mejor forma de combatir la delincuencia pasa por la educación y el empleo, pues las tasas de criminalidad están estrechamente vinculadas con la pobreza y la falta de oportunidades. Invertir en educación de calidad y en programas de formación técnica y empleo juvenil puede desviar a los jóvenes del camino del crimen. Iniciativas comunitarias que involucren a los ciudadanos en la vigilancia y el desarrollo local también son fundamentales.

Además, también se plantea específicamente una regulación estricta para el control de armas, con la mayor transparencia posible, así como fomentar una cooperación internacional en la materia que de resultados tangibles.

La lucha contra la delincuencia en Bolivia requiere un enfoque multifacético que combine la mejora de las instituciones de seguridad y justicia con políticas sociales que aborden las raíces de la criminalidad. Mirar hacia otros países de América Latina nos ofrece valiosas lecciones y ejemplos de éxito que, adaptados a nuestra realidad, pueden ayudarnos a construir un país más seguro y próspero. La clave está en la voluntad política y en el compromiso de todos los sectores de la sociedad para trabajar juntos hacia este objetivo común.


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