Las familias y la protección social

La solidaridad organizada de todos los vecinos contribuiría a crear una red mejor que cuide de los más desfavorecidos, de los que envejecerán y vivirán cada vez más tiempo y de los que les sobreviene la desgracia

El Día Internacional de las Familias se celebra el 15 de mayo de cada año, con el fin de concienciar a la población sobre el papel que tiene la familia en la educación y la formación de los hijos desde la primera infancia, así como fomentar los lazos familiares y la unión familiar.

Desde los años 80 se venían haciendo actividades en esta fecha relacionadas al tema, sin embargo, en el año 1994 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó este día oficial, tomando en cuenta que la familia es el núcleo central de cualquier sociedad y en países como el nuestro, tal vez la única red de protección social real que existe y funciona como tal.

En un país como Bolivia, con un elevadísimo índice de madres solteras, de familias reconstituidas, de concubinatos, de dos o más familias pernoctando en un solo habitáculo familiar resulta por demás curioso hablar de “la familia natural”

Desde entonces, el Día Internacional de las Familias representa una fecha emblemática para resaltar el valor de la familia a nivel mundial. De ella depende que los seres humanos logren integrarse de manera sana y completa en su entorno y de esta manera alcanzar niveles de convivencia, donde se respeten las reglas y normas que rigen a la sociedad.

La familia tiene un papel muy importante en cualquier sociedad del mundo, desde el punto de vista social, demográfico y económico. La formación del núcleo familiar permite la existencia de una unidad de consumo, la transmisión de valores que pasan de una generación a otra, así como el establecimiento de lazos los afectivos entre los distintos miembros que la conforman.

Desde hace unos años, lo que era un festejo de la unidad familiar se ha convertido en una especie de reivindicación apológica de la “familia natural”, una suerte de respuesta furibunda a lo que también se ha venido a llamar “nuevos tipos de familia” y que en realidad son prácticas tan ancestrales como el rito judeocristiano, aunque tal vez ahora con más derechos.

En un país como Bolivia, con un elevadísimo índice de madres solteras, de familias reconstituidas, de concubinatos, de dos o más familias pernoctando en un solo habitáculo familiar resulta por demás curioso hablar de “la familia natural”. Aun así, el concepto sigue vigente en tanto a la protección. Lo esencial en la familia, por encima de la comunidad, es el vínculo del amor que garantiza el sostén y por ende la supervivencia.

En ese punto y atendiendo a la evolución demográfica del país, cabe también reflexionar sobre cómo evolucionar este modelo de precariedad permanente hacia uno en el que realmente la solidaridad organizada de todos los vecinos y habitantes, trabajadores y estudiantes, contribuya a crear una red mejor que cuide de los más desfavorecidos, de los que envejecerán y vivirán cada vez más tiempo y de los que les sobreviene la desgracia, porque efectivamente no, la familia no puede siempre cubrirlo todo.

Ojalá en Bolivia, quienes tienen responsabilidades reales y aquellos que aportan a la discusión pública no se dejen embaucar por los discursos darwinistas de moda, pues en un país con tantas carencias necesitamos una respuesta colectiva, o nadie se salvará por sí solo.


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