Tarija, el vino y el proyecto regional

El futuro será brillante si se mantiene el círculo virtuoso del arraigo y la complementación que coloca en un mismo concepto a Tarija y al vino, a la felicidad y al vivir bien

Concluida la vendimia y antes de que empiecen a publicarse las grandes evaluaciones del sector y a planificar el futuro más cercano, conviene hacer un a revisión de lo que viene sucediendo en el mercado vitivinícola mundial, cada vez más importante para algunas economías sudamericanas como la tarijeña, pues en general los expertos advierten que se está produciendo un cambio significativo en la producción y sobre todo, en el hábito de consumo.

La producción mundial de vino sigue liderada por países como Italia, Francia y España y ha alcanzado cifras récord, superando los 292 millones de hectolitros en 2023. La productividad de las regiones productoras sigue creciendo incorporando mejores técnicas, pero también se detecta importación bruta de uva hacia regiones especializadas en la transformación que aprovechan la marca para elevar los precios.

Bolivia no figura entre los principales productores ni consumidores, con apenas 2 litros por persona y año, pero la industria vitivinícola está en crecimiento notorio

En cuanto al consumo, China y los Estados Unidos encabezan el consumo mundial de vino en términos brutos, seguidos por Francia e Italia. Sin embargo, ha habido un aumento notable en el consumo en países emergentes de Asia y América del Sur.

En esas, Sudamérica está ganando terreno en el mercado global. Argentina es líder en producción, seguida por Chile y Brasil. Estos países también están experimentando un aumento en el consumo interno, impulsado por cambios en los hábitos de consumo y una creciente apreciación del vino local. En Chile, Argentina y Uruguay el consumo promedio llega a los 20 litros por persona y año, mientras que en Estados Unidos se queda en 10; por otro lado, Portugal con 47 litros por persona y año es el de mayor consumo, aunque con menor costo por unidad.

Bolivia no figura entre los principales productores ni consumidores, con apenas 2 litros por persona y año, pero la industria vitivinícola está en crecimiento notorio en un enfoque que la industria mundial reconoce: alta calidad y variedades únicas, como la uva Moscatel de Alejandría, lo que permitirá ganar reconocimiento internacional.

Esta estrategia tiene algunas dificultades de aplicación que de solventarse pueden ofrecer muchas bondades para Tarija, que es la principal región productora del país, pero también tiene dificultades además de ciertas consecuencias para la región.

Es evidente que las principales bodegas tarijeñas han apostado por vinos excelentes cuyos precios parecen prohibitivos para el mercado nacional y que, por sus particularidades, incluso por lo anecdótico de la altura, tienen mercado internacional, pero por el volumen, necesitan encontrar formas de encajarse en las grandes rutas del comercio de este tipo sin que eso perjudique la autonomía empresarial.

La iniciativa vitivinícola y su industria sostenible es la principal apuesta para el desarrollo regional, y el futuro sin duda puede ser brillante para todos si se mantiene el círculo virtuoso del arraigo y la complementación que coloca en un mismo concepto a Tarija y al vino, a la felicidad y al vivir bien. El paraíso mismo al que todos debemos aportar para seguir ganando. Encontrar las formas de cooperación y colaboración, para que las inversiones y los gusten sumen es una obligación.


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