Las cosas narco y los muertos de la frontera

Ser frontera implica riesgo, y es de ley reconocerlo. Hasta hace no mucho el estatus quo se imponía en una frontera por demás caliente, pero, al parecer, “bien repartida”. Ya no.

El suceso pasó medio desapercibido. No hubo llegada espectacular del Ministro de Gobierno ni ningún alcalde se jaló de los pelos, pues afortunadamente no ha habido víctimas mortales, pero lo sucedido pone los pelos de punta y es para tomar atención.

La Policía dice que inició una investigación por tentativa de homicidio luego de que el pasado fin de semana un grupo de sujetos interceptó un vehículo en la carretera Yacuiba – Caraparí, disparó al conductor y mantuvo retenidas a tres acompañantes que luego tuvieron que ser auxiliadas en una ambulancia. Todo muy peliculero, pero muy real.

El reporte de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) detalla que el hecho ocurrió el domingo 15 de enero, cuando un minivan circulaba por la carretera Caraparí – Yacuiba. En ese momento sufrió el ataque. Preliminarmente se habla de tres a cuatro hombres que obligaron al chofer a detener el motorizado. En medio de amenazas y gritos, el conductor recibió dos balazos, uno en el brazo y otro en la pierna. Producto de estas lesiones quedó tendido en el suelo y, mientras tanto, los criminales abrieron las puertas para bajar a la fuerza a tres mujeres que iban a bordo, luego las obligaron a subir a otro automóvil. Tras una persecución, los funcionarios lograron rescatarlas y estabilizarlas en una ambulancia.

Evidentemente no se trata de un tema de inseguridad ciudadana sino de algo mucho mayor que se está asentando en las fronteras, que gotea crimen todos los días y que, sin embargo, no está produciendo ni la alarma social en las urbes ni la reacción de las autoridades políticas, que por encima de las policiales, son las que deben dar – o exigir, según el caso – las soluciones de fondo.

Tarija es un departamento con tres fronteras oficiales: Yacuiba, Bermejo e Ibibobo en Villa Montes; tiene una frontera muy precaria pero señalada en Caraparí por Campo Largo y otra ilegal pero muy transitada por Mecoya, además está el paso a Los Toldos, la triple frontera de Esmeralda y todos los limites hacia el resto de departamentos que, a su vez, son frontera, como Potosí.

Ser frontera implica riesgo, y es de ley reconocerlo. Hasta hace no mucho el estatus quo se imponía en una frontera por demás caliente, pero, al parecer, “bien repartida”. De vez en cuando, cuando caía un narco, se precipitaban robos y asaltos a gran escala, normalmente para saciar deudas o comprar espacios, pero en general, reinaba la paz. En los últimos cinco años esta situación ha ido cambiando y cada vez son más comunes algunos hechos que, hasta ahora, habíamos visto en televisiones mexicanas y otras películas. El último de ellos, la chapuza del atraco en Bermejo que acabó en matanza terminó destapando un grupo irregular comandado por policías… y no pasó nada más allá de lo ordinario de la justicia.

Es imperativo que se pongan esfuerzos en ordenar esta frontera, en erradicar la violencia organizada, en acabar con el crimen transnacional. Evidentemente para ello hace falta que Tarija sea de verdad una tierra de oportunidades. Mientras tanto, quien corresponda deberá asumir su responsabilidad.

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